Mañana, día 12, debido a la festividad del día del Pilar, no habrá artículo de estrenos, pero sí que lo tendremos el viernes, atentos, que no se pierda como lágrimas en la lluvia.
-. Puede que
hoy no te arrepientas, ni mañana, pero sí muy pronto…y para toda la vida.
¿Quién no hubiera dado
un brazo para poder decir esa frase a la mujer que se ama en un sacrificio
supremo al estilo de Humphrey Bogart? Hombres así ya no se hacen. Confundimos
calidad con cantidad y, claro, nos movemos entre espejismos fútiles que impiden
ese gran momento en el que das una medida excepcional como hombre. Sí, como
hombre, porque, no nos engañemos, lo que esconde esa frase de valentía y arrojo
sentimental es al mayor pringado que uno se haya podido echar en cara. Al fin y
al cabo, el gesto será muy bonito, será hasta hermoso, será la reoca en verso
asonante…pero la chica de tus sueños se va con otro. Y eso tiene un nombre, mal
que nos pese. Pero empecemos por el principio.
La soledad siempre es
algo contra lo que hay que luchar. Se puede convivir con ella durante un tiempo
pero, al final, siempre atosiga, te habla al oído y te dice muy quedamente que
se va a quedar para los restos. Y a ti te entra el pánico, muchacho. Porque la
vida te ha hecho tirar de aquí y de allá y te vas olvidando de esa compañera
silenciosa, indudablemente cómoda, pero arrebatadoramente temible que hace que,
pasado un tiempo, te encuentres más solo que Rick Blaine en Casablanca. Y
entonces te arrojas en los brazos de una, en los brazos de otra, en los brazos
de la de más allá, intentando buscar consuelo y cariño…y no, te das cuenta de
que eso no funciona. Más que nada porque la chica que verdaderamente te gusta,
la chica que te tiene sorbido el seso y que te parece más atractiva que
ninguna…es la mujer de tu mejor amigo que, de vez en cuando, vienen a reírse un
poco contigo y a ofrecerte alguna que otra cita a ciegas. Y, mira por donde,
hay una noche, una noche eterna, mágica, una de esas noches que no se olvidan
porque es donde eres más tú que nunca y ella es más ella que nunca donde se
plantea el dilema. ¿Traiciono a mi mejor amigo y me quedo con ella? ¿O la dejo
ir, digo la frase que siempre he querido decir, y quedo como un señor…un señor
pringado…pero un señor al fin y al cabo? Pues eso, para salir de dudas, hay que
dejar de soñar como un seductor, dejar de oír esa voz de Pepito Grillo ronca de
tanto alcohol y tantos cigarrillos, dejar de hablar con Bogart y encontrarse
uno a sí mismo. Tal vez… ¿quién sabe? Ese sacrificio no lo sea tanto…porque
sabes que lo que has hecho realmente es lo correcto. Como hizo Rick Blaine en
Casablanca.
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