Con este artículo quiero desearos a todos una Feliz Navidad. Como estos días todos estaremos más atentos a las cenas, a los cuñados y a los regalos, sólo habrá artículo para vuestro solaz y sosiego referido a los estrenos para los jueves 26 de diciembre y 2 de enero. Retomaremos ya el ritmo habitual a partir del martes 7 de enero. Mientras tanto, sed felices y no dejéis de ir al cine. Aún es más barato que una copa y dura más.
El
heredero del trono de Pedro no es infalible. La condición humana se encarga de
eso y, es posible, que en la elección de preferencias haya más errores que
aciertos. Debajo del traje blanco del papado sólo late el corazón de un hombre
que tiene miedo, que puede enfocar la fe de un modo u otro dependiendo, sobre
todo, de su trayectoria vital. Los pecados también anidan en él y, a veces, es
difícil distinguirlos entre la pompa y el boato de Roma. En realidad, su
comportamiento y sus decisiones estarán siempre en función de su propia
cuestión de fe.
Anthony Hopkins es el
Papa Benedicto XVI. Se trata de alguien que defiende los valores tradicionales
de la Iglesia y cree en ellos. Sin embargo, a la hora de juzgar a alguien así,
se cae en un error muy común y es que puede ser cualquier cosa menos estúpido.
Teme a los cambios porque cree que son formas de ceder a las presiones a las
que se ve sometida una institución tan grande y tan seguida. Su concepción de
Dios es antigua, algo caduca, pero piensa que lo ve todo y actúa en
consecuencia. En realidad, renunció a su pontificado por salud, sin duda, pero
también porque estaba inmerso en una crisis de fe en la que sólo recibía
silencio. Y, de forma coherente, cree que eso le invalida para el puesto. No
oye a Dios. Y piensa que quizá sea una forma de castigo por haber actuado mal
cuando debería haber sido determinante y firme. Él es una pieza de música
clásica, o un vals ejecutado por un piano solitario.
Jonathan Pryce es el
Papa Francisco I. Cree que la Iglesia debe moverse, renovarse, ofrecerse como
algo nuevo y orientador. Es partidario de hacerse otras preguntas y de
someterse a la autocrítica constante porque, como institución regida por
hombres, es falible e imperfecta. Quiere estar al lado de los pobres y también
está al borde de la renuncia como cardenal porque, de alguna forma, opina que
un simple párroco puede hacer más por ellos que alguien sometido al peso de la
púrpura. Por supuesto, lleva una mochila pesada encima, repleta de culpa y de
amargura, porque, de nuevo, actuó de forma discutible al contemporizar con la
Iglesia con tal de salvar a la orden jesuita por encima de las personas. No es
partidario del lujo eclesiástico, pero no critica a quien osa llevarlo. Es una
melodía de jazz, o, tal vez, cualquier canción de los Beatles.
Ambos actores,
enfundados en la piel profunda de sus personajes, están muy cerca de lo
magistral y son sabiduría y tranquilidad. Les dotan de sus visiones
particulares de la fe desde perspectivas muy diferentes y, sin entrar en
creencias, no deja de ser una lección de teología y de experiencia en todas y
cada una de las conversaciones que mantienen. Fernando Meirelles ha dirigido
con agilidad, haciendo que el duelo verbal sea, por momentos, tenso, divertido,
didáctico y profundo. Tan sólo parece alargarse un poco más de lo necesario en
la escena de la sacristía de la Capilla Sixtina, pero utiliza los escenarios
con pericia, con algunos instantes de perfecto documental informativo. Ese
ritmo de palabra y obra acaba por ayudar a la verdadera razón por la que hay
que ver esta película y no es otra que la de ver a dos actores que impresionan
de forma extraordinaria con su composición y serenidad.
Y es que la fe no puede
explicarse con claridad si no es a través de las acciones y de las respuestas
que se pueden dar a cualquier problema que ponga en duda la veracidad de las
creencias. La voz de Dios, esa que se ansía escuchar, puede escucharse por una
señal que parece haber sido conspirada o porque viene de la persona a la que
más se puede temer. Es cuestión de fe y de saber callar cuando el mundo está
lleno de ruido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario