Mañana, día 6 de diciembre, es el día de la Constitución Española y festivo, así que no habrá artículo. Volveremos con el ritmo normal para el martes día 10. Aprovechad el puente e id al cine. Puede que la película no sea tan buena como esperas, pero nunca lanza puñales por la espalda.
Un
escritor se suicida y no es sangre todo lo que reluce. Detrás de su aparente
decisión hay todo un muestrario de tóxicos para escoger. Hijas que le deben el
éxito profesional, yernos sentimentalmente desahuciados, estafas para la
educación de nietas, inutilidades profesionales alimentadas por la opulencia e,
incluso, algún que otro pretendido heredero rebelde de calenturienta
imaginación. Todo resulta de influencia irremediablemente tóxica. Y no puede
ser que la inocente sea culpable.
Así que no hay nada
mejor que llamar a un experto investigador para que líe la madeja y después
deshaga el ovillo prestando atención a cada uno de los más ínfimos detalles.
Una gota. Un frasquito. Una evidencia. Un detector de mentiras natural. Un
retazo de barro. Un testamento. Todo forma una especie de rompecabezas que se
va complicando según se va encajando. De este modo, nunca se termina porque lo
que parece no es y lo que es, sencillamente, no lo parece.
Con evidentes inspiraciones
en la escritura de Agatha Christie y en la brillante trama de La huella, de Joseph L. Mankiewicz, el
director Rian Johnson ha construido un misterio que resulta irregular en
algunos tramos, pero que deja un razonable buen sabor en el paladar. Las maderas
nobles crujen al paso de los sospechosos porque el suelo siempre sabe que todos
tienen algo que ocultar y los rostros conocidos pasean sus pequeños momentos
por el escenario de odios y desprecios que se profesan entre sí. Quizá el mayor
problema de la película sea esa extraña y algo excesiva interpretación que
ofrece Daniel Craig en la piel de un detective que intenta ser un remedo de
Hercules Poirot del siglo XXI, pero, en cambio, se puede disfrutar del trabajo
delicado, contenido y ciertamente destacable de Ana de Armas, de la delicia de
volver a ver a Jamie Lee Curtis o de la sabiduría que siempre aporta un actor
de la talla de Christopher Plummer.
De modo que es el
instante más adecuado para hacer las preguntas más inquietantes, de sostener
una nota irritante, extravagante y cómica en el teclado de un piano, de echarse
a la cara unas cuantas verdades exageradas y alguna que otra mentira certera,
de deducir lo que se halla detrás de una muerte que puede llegar a ser absurda
y, sobre todo, de asistir a una intriga que, sin llegar a ser paródica, no deja
de intentar dibujar alguna sonrisa acentuada por una o dos carcajadas breves.
El resultado es agradable, con virajes imposibles, algún que otro marinero
jovial y la última voluntad de un hombre que sabe que todo en su familia es
basura por uno u otro motivo.
No se dejen engañar. El
dinero nunca es suficiente para quien vive rodeado de él. Es necesario pensarse
el asunto un par de veces para ver con claridad quién está detrás de lo que
ocurre. Las fiestas suelen ser muy animadas en su fachada mientras los ríos de
resentimiento recorren las venas de los asistentes. Es natural que, entre unas
paredes en las que no hay amor, surja la muerte y todos parezcan inocentes
detrás de una máscara de corrupción. Los puñales apuntaran a todas partes para
decir bien claramente que todo es mentira, truco, apariencia y falacia. Y el
que esté libre de pecado que arroje la primera hoja bien afilada. De repente,
la fortuna puede caer encima como una losa y el acoso moral resulta
insoportable. Y lo mejor de todo es que nunca hay que perder el sentido del
humor.
2 comentarios:
Yo creo que esa regularidad de la que hablas es culpa más de la dirección que del guión. Este último me pareció ocurrente, aunque al final con tanto giro igual hasta te mareas un poco. La dirección de Johnson sí me parece algo floja, con muchos bajonazos en el ritmo y tal.
Bueno, se puede decir que pasé un rato entretenido y agradable. Daniel Craig me parece un fallo de casting (yo quizá hubiese cambiado los papeles entre él y Michael Shannon que me parece un actor portentoso y mucho más creíble derrochando ironía). Ana de Armas está guapísima y tiene mucho futuro en Hollywood, ver a la Curtis es siempre un gozo lo mismo que a Plummer.
Abrazos sin vomitar
Es probable que tengas razón y Rian Johnson no sepa cómo mantener una línea constante en este tipo de relatos. A mí me dan igual los giros (al fin y al cabo, es un whodunit y de eso van), pero es una película claramente irregular. Tiene momentos brillantes y otros que acaban por hacerse largos y bastante pesados.
Creo, sinceramente, que el mayor lastre de la película, más aún que su supuesta irregularidad, es Daniel Craig. El papel no le va nada, no domina el registro de comedia que requiere su personaje, no tiene gracia, en suma. Es posible que tengas mucha razón y que Michael Shannon supiera darle un tono más humorístico con un resbaladizo aceite de ambigüedad, que yo creo que es lo que pide el personaje. Ni siquiera cuando se resuelve el misterio Craig da con el tono. Ana de Armas, sencillamente, me pareció una delicia, al igual que Jamie Lee Curtis e, incluso, en lo poco que aparece, Don Johnson y,por supuesto, Plummer.
Ahora que lo pienso más allá de los giros, que debe tenerlos, es el hecho de que la historia, desde su mismo planteamiento, es enrevesada de narices y no tiene ese enganche que debería tener. En parte porque ni es una comedia de misterio, ni es una intriga cómica. No sé si la sombra de "Un cadáver a los postres" está un poco por ahí porque el cartel tiene toda la pinta.
Abrazos desde la editorial.
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