jueves, 26 de diciembre de 2019

STAR WARS IX (La ascensión de Skywalker) (2019), de J. J. Abrams

Con este artículo ya despedimos el año. Os deseo que el que viene esté lleno de deseos cumplidos y cumplimientos deseados. Volveremos el jueves 2 de enero con el estreno de la semana y retomaremos el ritmo habitual el martes 7 de enero. Un abrazo y un brindis por todos vosotros.

Quizá haya demasiadas vías abiertas. Quizá queden algunos cabos sueltos. Puede que también no se desarrollen algunos personajes como es debido. Es posible que unas cuantas escenas estén resueltas con cierta torpeza. Incluso, tal vez, la resolución de esta tercera trilogía no convenza demasiado a los más acérrimos. La verdad es que da un poco igual. El círculo se cierra y pasaran unos cuantos años hasta que vuelvan a desenterrar las espadas láser y el miedo a la opresión se apodere de la galaxia. Es hora de reencontrarse con viejos amigos y disfrutar del espectáculo.
Es cierto que el cine más comercial, a veces, sacrifica a la narrativa en pro de ser lo más grande posible. Sin embargo, no se puede dejar de disfrutar de unas aventuras que ya son hasta repetitivas porque traen a la memoria otros años, otros personajes y otras vicisitudes. Traen a la memoria a la juventud, a la ilusión, a la certeza de que se estaba viendo algo totalmente diferente y apasionante, una puesta al día de las antiguas historias de caballeros y princesas. Por supuesto, también hay secuencias brillantes. Desde la visible referencia a Interstellar, de Christopher Nolan, hasta alguna que otra aparición. Y no cabe duda de que en algunos momentos hay ciertos síntomas de agotamiento de ideas y situaciones. Da lo mismo. Los viejos seguidores sólo quieren ver de nuevo al Halcón Milenario surcando los cielos de la galaxia, a las espadas láser batiéndose en duelo al estilo samurái, a las X-Wings poniéndose en posición de ataque y volver a sentir ese escalofrío único que nos causa la visión de un destructor espacial o el sacrificio del héroe o heroína de turno.
Se perdona todo porque eso es lo que nace del corazón. Tal vez, hay películas que no pueden ser juzgadas con el raciocinio formal y habitual y, aunque se experimente un cierto regusto a que algo no funciona, se caiga en su trampa por enésima ocasión. Se desea encontrar de nuevo esas miradas de determinación de los que, un día, fueron jóvenes y buscar algo parecido en los que se abren paso. A veces, se saltan las reglas y resulta que los que antaño eran guardianes de la paz acaban por tener algunos poderes insospechados porque la sombra de Marvel es alargada y el sello Disney no puede quedarse sólo en esa obsesión por dejar las historias razonablemente amarradas y con la felicidad en el rostro de los espectadores. El día cae y las estrellas hablan. Y es obligatorio despedirse con la mirada indulgente porque, al fin y al cabo, es lo que procede en estos casos.
Sin duda, la determinación de la mujer es uno de los puntos más fuertes de esta última historia de una galaxia muy lejana. Ellas tienen claro que, a pesar de que todos llevamos un lado oscuro, no hay que dejarse seducir y las decisiones deben ser firmes y definitivas. Ellas no piensan en acabar con todos, sino en salvar a muchos y ése es el verdadero camino de la victoria. Mientras tanto, los maestros deben aparecer de nuevo y ser lo que un alumno alcanza porque esa es la verdadera carga de quien enseña. Al final, y al fondo, dos amaneceres renuevan la promesa de que siempre habrá alguien dispuesto a derrotar al mal en esta eterna lucha por el poder. Y la nueva esperanza volverá a resurgir en algún lugar perdido donde un chico, un día, soñaba con ser el mejor piloto de la flota. Y lo hará bajo el son de un tal John Williams que no dejó ni un solo fotograma sin música.

4 comentarios:

Chus dijo...

Querido César, yo estoy contigo. Creo que esta segunda trilogía está hecha para disfrutar el fondo por encima de la forma y diseñada para que la disfruten aquellos que no van de super técnicos starwarianos de la vida y saben dejarse llevar por las trazas básicas de una historia que huele mucho por momentos a aquellas historias del setenta y pico que nos enamoraron a unos cuantos.

Está claro que no es una trilogía redonda, que tiene agujeros como un queso de gruyere fruto de una mala planificación marcada por las prisas y la improvisación. Pero nos ha dejado escenas, personajes, interpretaciones y momentos auténticamente deliciosos (la escena de Joda dando golpes en la frente al viejo pero a su vez eterno inexperto Luke en el Episodio VIII me enamoró) que para mi están a la altura de la saga y que con el paso de los años se apreciarán mejor. Creo que nos es fácil innovar y aportar cosas nuevas en esta saga y por momentos se consigue, y todo cerrando un círculo que gustará mas o menos, pero que tiene un sentido.

Probablemente podría haber sido mejor, cuidar mas algunos detalles, habernos regalado alguna secuencia con los tres grandes juntos, pensar mejor algunas cosas... que de tener mas espacios para desarrollar la producción se podían haber mejorado, pero carámbanos... por fin Chewacca tiene su medalla.

Yo no puedo mas que agradecer estas horas de entretenimiento de esta nueva trilogía, de volver a ver a nuestros ídolos en una pantalla de cine y poder escuchar chirriar al halcón.

La fuerza nos ha acompañado durante mas de 40 años, y seguirá ahí por siempre.

Abrazos agradecidos

César Bardés dijo...

No sé si recordarás,querido Chus, que cuando se estrenó "El retorno del Jedi" las críticas eran muy parecidas. Las apariciones de los ewoks eran infantiles, la lucha entre Luke y el Emperador era larga y pesada, sólo valía un poco la aventura que corrían Han Solo y Leia en la Luna de Endor y, además, la aparición esperada del rostro de Darth Vader creó más decepción que otra cosa. Estoy seguro de que, a pesar de los tremendos agujeros dramáticos (y que, la verdad, de repente los que poseen la Fuerza atesoran unos poderes insospechados más cercanos a los super-héroes que a otra cosa y eso traiciona un poco las reglas), se recordará con mayor aprecio por una sencilla razón. Habrá, dentro de unos años, episodios X, XI y XII y será la siguiente generación la que disfrute de ello y les parecerá que las otras tres trilogías habrán sido míticas. Si nos ponemos serios, es evidente que la mejor de esta última trilogía ha sido "Los últimos jedi" y además es la única que no dirige J. J. Abrams, un tipo que fue muy encumbrado por los nuevos cinéfilos y sigo diciendo que es bastante mediocre. En cualquier caso, sí, estás entretenido, se te saltan las lágrimas cuando ves volar de nuevo al Halcón, todos hemos muerto un poco cuando se fue Han, y que somos prisioneros de todo esto por una sencilla razón. No es que nos guste o no. Es que queremos que nos guste. Y a eso no nos puede ganar nadie.
Abrazos llenos de Fuerza.

carpet_wally@gmail.com dijo...

Pues la vi ayer tarde, que a pesar de ser un fan de la saga me daba muy mala espina y en su momento no me animé. de hecho ya lleva varios meses en cartelera de alquiler de Imagenio y ni toda la cuarentena ha servido para que me apeteciese demasiado. podríamos llamarlo prejuicio pero a la vista del resultado, yo lo llamaría premonición.

Infame es el epíteto mas suave que se me ocurre.

Y no lo digo como un seguidor entregado de la saga que lo soy. Ninguna de las de la última trilogía me parecen buenas (creo que hasta los tres primeros episodios son más notables), pero el episodio VIII me pareció bastante aceptable y el VII una revisión del IV con algunos fallos, pero también tenía aciertos. Pero esta es que me parece una película infumable incluso si no la pongo en comparación con cualquiera otra.

Unos diálogos que no se le ocurrirían ni al peor guionista de una telenovela venezolana. Atención especial a las arengas motivadoras de Pou y Finn previas al despliegue final para ir al planeta oscuro donde está Palpatine, ni a Paulo Coelho se le hubieran ocurrido tantas chorradas juntas, además adornadas con unos planos absurdos e inaceptables (con mucho ese es el peor momento de toda una pesadilla de película).

Ya no hablo de la inconsistencia de la historia dentro del universo Jedi y Sith. No hablo de una interpretaciones terribles de todos los participantes, ni siquiera Oscar Isaac o Adam Driver tienen aquí la solvencia de creerse sus papeles o sus inaceptables lineas de dialogo. Pero es que todo el guion es una rueda absurda, con momentos cercanos a "La busqueda" pero sin Nicholas Cage, con fantasmales apariciones para homenajear a todos que daban vergüenza ajena (pobre final para un personajazo como Han Solo), con una batalla final digna de un juego infantil en horas de solitario aburrimiento. Y la muerte, la resurrección , el beso...Y la fuerza...esa cosa indefinida que daba una capacidad superior a los iniciados que eran entrenados en su dominio, que luego se convirtió en un poder genético y finalmente aquí se transforma en una capacidad divina para todo: Trasladar objetos de una punta a otra del universo, dar clases y charlas desde el más allá, curar heridas o incluso resucitar a los muertos...

No hay por donde cogerla. No es una mala película de la saga, es una malísima película de entre todas las películas de todo el universo.

tristes abrazos pero llenos de fuerza

César Bardés dijo...

Pues tienes bastante razón. Sigo pensando que el Episodio VIII es bastante pasable y que los otros dos desmerecen mucho y que hacen bueno los Episodios I, II y III. Hay muchos agujeros y, simplemente, se aprovechan de que la gente quiere seguir viendo a los mismos héroes, a las mismas situaciones y al mismo universo. Eso, viéndola ya más reposadamente, se acentúa porque ya caes en la cuenta de que, por muy a favor que estés, Disney se ha cargado toda la evolución y que, a los que nos gusta de verdad el cine, sólo nos quedan los Episodios IV y V. Lo de la Fuerza y su poder divino canta mucho, no han sabido utilizarlo y los más viejos no picamos en la vaina porque no es eso lo que nos habían explicado.
Abrazos desde una galaxia de hace mucho, mucho tiempo.