martes, 25 de mayo de 2021

MOBY DICK (1956), de John Huston

 

El Capitán Achab llama a todos para unirse a la navegación de muerte y perdición a lomos de la ballena blanca. Su búsqueda es un insulto a Dios, que se encarna en las terribles aletas que mueven la espuma del mar como si fueran nubes del cielo. El hombre tatuado sabe que va al encuentro de la muerte e Ismael nos cuenta la historia porque sabe que es mucho más que una simple aventura. Y el hombre partido por la mitad por la ira de ese ser superior no cejará en su empeño, arrastrará a toda su tripulación y, además, después de muerto, llamará a los vivos para que la singladura deje de ser una obsesión, para que la ruta sea siempre hacia las profundidades y para que el temor de Dios sea algo más que un simple sermón en una iglesia con quilla.

“Llamadme Ismael”, ordena el marinero. Y bajo ese nombre asiste a las olas furiosas que va dejando la bestia, a las órdenes obcecadas que va dejando el capitán, al destino desbocado que va dejando el que gobierna el timón de todos y las velas se inflan con el soplo de ninguna parte. “¡Por allí resopla!”, grita el vigía. Y todos empuñan los arpones aunque sea, en esta ocasión, un arma más indicada para la defensa. El enconamiento se dirime en una persecución mortal, con la ballena abriendo su boca y poniendo proa hacia el casco. E Ismael tendrá algo que quedará grabado en sus ojos como un mensaje en una botella, a la deriva en las aguas de un libro, surcado por sus costuras, ondeado por sus páginas, herido por sus letras, eterno por sus semánticas.

Es cierto que no es redonda la adaptación que John Huston realizó de la obra de Herman Melville con guión de Ray Bradbury. Las maquetas del enorme cetáceo son risibles, la interpretación de Gregory Peck como el Capitán Achab se queda meridianamente corta y hay escenas que no terminan de convencer debido, probablemente, a los enormes problemas de producción y rodaje. Sin embargo, ahí queda la maravillosa secuencia de Orson Welles como el Padre Mapple, rodada por él mismo, también hay algunas imágenes hipnóticas como la magnética aparición de Frederich Ledebur en el papel del misterioso Queequeg y algunas escenas que se quedan clavadas en la imaginación. Todo ello hace de Moby Dick una película grande, parcialmente fallida, estrepitosamente fuerte y decepcionantemente increíble. Contradicciones que parecen emerger del alma quebrada del Capitán Achab, incólume en el puente, con su pata de palo marcando el ritmo de sus pasos y llamando a los tambores de caza. El hombre busca a Dios, pero sólo para asesinarlo de una vez por todas.

Las aguas del océano parecen aún más oscuras porque por allí resopla la ballena blanca. Es la misma existencia que palidece ante el brillo de lo más inalcanzable, de lo más divino y de lo más terrorífico. Y no habrá suficiente ira como para llegar al corazón de la ballena y preguntarle el eterno por qué.

7 comentarios:

Alí Reyes dijo...

"Tiburón" es, de alguna manera, una reaparición de esta leyenda.

Alí Reyes dijo...

Ah ...y hay una escena parecida en FORRES GOME

César Bardés dijo...

Por supuesto que "Tiburón" rinde homenaje a "Moby Dick", especialmente a través del personaje de Robert Shaw. Hay muchas que beben de esta fuente primigenia. Ahí está, por ejemplo, una que seguro que no conoces demasiado como es "Estado de alarma (Incidente en el Bedford)", de James Harris, el colaborador más cercano de Stanley Kubrick, con Richard Widmark y Sidney Poitier y con el telón de la guerra fría de fondo.

Anónimo dijo...

En algún lugar leí que Gregory Peck compró los derechos de la película. Cuando Friedkin hizo Contacto en Francia, le pidió usar algunos cuadros, ya que para él la obsesión de Hackman, estaba inspirada en Moby Dick, Gregory Peck se negó porque estaba muy enojado con su actuación en la película.

César Bardés dijo...

Hay múltiples títulos que se inspiran, con las consabidas modificaciones, en "Moby Dick". Obviamente, se pueden ver rastros de ella en cualquier persecución hacia cualquier cosa o persona. Incluso "El silencio de los corderos" se puede ver como algo así. Y, efectivamente, Gregory Peck siempre renegó de su interpretación en esta película. Posiblemente sea uno de los mayores errores de "casting" que se hayan hecho nunca.

Unknown dijo...

A mi siempre me gustó la interpretación de Peck, aunque no soy objetivo con él y es cierto que había actores más indicados para el papel. Siempre he pensado en Raymond Massey como el ideal para el papel de Ahab.

César Bardés dijo...

Probablemente Raymond Massey hubiese sido mucho más indicado aunque, también hay que reconocerlo, hubiera tenido mucho menos tirón que una estrella como Gregory Peck.