martes, 8 de noviembre de 2022

THE PAPER (Detrás de la noticia) (1994), de Ron Howard

Henry es un adicto al trabajo y a la coca-cola que no puede dejar escapar su presa. Sí, él es un perro de caza nervioso y competente que va detrás de la noticia porque, al fin y al cabo, se considera un vendedor de la verdad. No le gusta que le pisoteen, que pasen por encima de él. Ni dentro, ni fuera del periódico. Ni siquiera en una entrevista para un trabajo más cómodo. Él cree que el periodismo es una profesión que exige dedicación absoluta y que no va a tener muchas más oportunidades de contar lo que el público merece saber porque, además de todo eso, también va a ser padre. Y es entonces cuando las horas se hacen minutos y los instantes ni siquiera pasan. Debe correr porque la edición está en marcha y lo está haciendo con una noticia que es falsa. Y eso ningún periodista de bien lo debe permitir. Por mucho que sea económicamente correcto. Por mucho que eso venda ejemplares que al día siguiente sirvan para envolver el pescado en cualquier mercado de mala muerte. El rigor debe ser la enseña. Y contarlo, la obligación.

Henry, además, está rodeado de gente que le quiere…o le odia. No hay término medio con él. Quizá su nerviosismo patológico ponga, a su vez, nerviosos a muchos o, tal vez, cause admiración por el nivel de actividad y entrega que demuestra. Bien es verdad que, en ocasiones, se olvida de lo que es realmente importante en su vida porque la noticia está ahí, debe ser cazada, confirmada, exhibida y relatada. No cabe ninguna discusión sobre ello. El periódico no puede quedarse en el titular antiguo y cómodo, en esparcir una noticia que, en el fondo, también va a hacer daño a la reputación de los aludidos. Necesita, necesita, necesita la noticia. Y ya. Ahora mismo. Sin tardanza. Sin dilación. ¡Vamos! Y si hay que parar la rotativa, se para. Da igual. Un niño viene en camino y hay que estar al lado de la auténtica noticia. Y esa es la de ser padre.

Michael Keaton realiza un trabajo excelente, inquieto, certero y muy preciso en la piel de ese jefe de redacción local que destaca por su capacidad de trabajo, por su empuje dentro de una película que, en sí misma, posee un ritmo endiablado. A su lado, todo un reparto de lujo en el que todos están realmente bien como Glenn Close, Robert Duvall, que, solamente con su presencia, niquela la escena más tierna de la historia, Marisa Tomei, Randy Quaid y la aparición cómplice de Jason Robards, inolvidable en Todos los hombres del presidente y aquí también pone dos o tres gestos de autoridad sin perder la afabilidad. Todo ello manejado con eficacia por Ron Howard en la que es una de sus mejores películas y rubricado por la excelente banda sonora, cómplice del tiempo, de Randy Newman. Vayan deprisa y corriendo. El tic-tac no se detiene y hay que estar a la última. Esta película habla de una profesión que ya no es así y que, incluso, ha conseguido que la gente se olvide de que, una vez, fueron así. Y es que la verdad debería estar por encima de todo cuando se trata de abrir cualquier página, física o digital, buscando la información correcta.

No hay comentarios: