Una ciudad grita
desesperada por su libertad. Su gente está harta de ver los desfiles grises y
ruidosos del invasor y quiere levantar la cabeza y mirar hacia el cielo sin
necesidad de ver la cruz gamada por el camino. La Resistencia se organiza. Es
necesario dar un par de golpes de fuerza que distraigan a los alemanes mientras
los Aliados llegan. Entre medias, miles de historias personales se entrecruzan
y las lágrimas caen, las balas se disparan y el sufrimiento se agota. Es vencer
o morir. Mientras tanto, hay un nuevo Comandante del Gran París, el General Von
Choltitz. Y viene con órdenes tajantes de destruir la ciudad en caso de que
corra serio peligro ante los Aliados. En el fondo, Von Choltitz sabe, tiene la
certeza absoluta, de que eso es un asesinato en masa. Y no sólo de personas,
sino también de humanidad, de Historia, de sangre y cemento, de locura que no
debe traspasar ciertos límites. Hará todo lo posible por alargar la defensa,
pero no permitirá que una hermosa ciudad perezca bajo los gritos de un loco que
sólo pretende demostrar su poder.
Así, en una situación
de tensión extrema, podemos asistir a la toma de Prefectura Central de Policía,
que permanece francesa tras una heroica resistencia. También permaneceremos
atentos a esa mujer que quiere rescatar a su marido de los trenes de la muerte,
abarrotados de judíos y disidentes bajo la atenta mirada de la Gestapo. Un poco
más hacia el otro lado del Sena veremos cómo se reúnen los máximos mandatarios
de todas las posiciones ideológicas de la Resistencia y se tiran los trastos a
la cabeza pensando en los beneficios políticos de una hipotética liberación.
Incluso acompañaremos, no sin cierta perplejidad, a la toma del Palacio del
Elíseo por parte de una fuerza incomparable…de dos personas. París, París…por
tus adoquines corre la sangre de valientes, de traidores, de soldados, de
resistentes que se negaron a rendirse y a aceptar la evidencia de un enemigo
superior en número y más cruel en intenciones. En ti, se dan todas las
contradicciones. La belleza y la muerte. La astucia y la temeridad. La
paciencia y la perseverancia. La necesidad y el olvido. Sólo dependes de que
unos corran y otros huyan. París…tú no arderás jamás. El cariño por quien te
salva, te puede.
Francis Ford Coppola y
Gore Vidal adaptaron el libro de Dominique Lapierre sobre la liberación de
París y consiguieron un fresco en estilo casi documental con la firma tras la
cámara de René Clément. Entretenido, bien urdido en el complicado tejido de
historias que se cruzan y siguen su camino y con un elenco impresionante que
incluía nombres como Orson Welles, Leslie Caron, Anthony Perkins, Glenn Ford,
Kirk Douglas, Charles Boyer, Yves Montand, Simone Signoret, Jean Paul Belmondo,
Alain Delon, Jean Pierre Cassel, Gert Frobe (enorme y casi el protagonista de
todo como el General Von Choltitz, un héroe al que nadie rinde homenaje), Jean
Louis Trintignant, Michel Piccoli, Robert Stack y George Chakiris. Todos ellos
para demostrarnos que la eternidad jamás podrá arder. ¿Arde París? El silencio
será la respuesta.
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