“Hasta
que el apache sea liquidado”
El Mayor Amos Dundee
debe cruzar la frontera y dirigirse a México para acabar con un apache que está
haciendo de las suyas contra las tropas de la Unión. Y debe completar su unidad
con unos cuantos prisioneros de guerra de la Confederación. No se puede esperar
que ése sea un pacto entre caballeros porque los sudistas sólo tienen deseos de
venganza contra ese militar tan rígido como una lanza india, inflexible e
imparable que los ha arrinconado en la derrota y en el deshonor. El Capitán Ben
Tyree lo conoce bien. Tal vez porque coincidieron en alguna academia o porque
sirvieron juntos en alguna unidad cuando todos eran lo mismo. Y, a
regañadientes, le da su palabra de que no harán nada y en modo alguno desertarán
hasta que el apache sea liquidado. Una promesa que le va a costar mucho cumplir
porque Dundee no es un hombre fácil. Tyree sabe que llevará adelante la misión
cueste lo que cueste aunque eso signifique derramar la sangre de sus propios
hombres.
Hay muchas leyendas que
circulan en Hollywood sobre películas que podrían haber sido de otra manera y
ésta es una de las más comentadas. Mayor
Dundee era un proyecto muy querido para Sam Peckinpah y, debido al éxito de
su anterior película Duelo en la Alta
Sierra, consiguió un presupuesto holgado, tiempo de sobra para rodar y toda
la confianza por parte de Columbia Pictures, la productora. Sin embargo, tres
días antes de empezar, la cúpula directiva de Columbia fue despedida y
reemplazada de forma fulminante. Lo primero que hicieron los nuevos ejecutivos
fue reducir en 15 días el plazo para que Peckinpah rodara su película y
recortarle un millón y medio de dólares de los cuatro y medio que tenía
previsto gastarse. Peckinpah ya estaba en México con el equipo de producción y
montó en cólera. El guión tenía que ir reescribiéndose cada día para acomodar
los cambios, se le arrebató el control, Charlton Heston y Richard Harris,
protagonistas de la película, no podían ni verse en parte por las continuas e
irritantes borracheras del segundo, la situación se escapaba de las manos a
cada momento y, al final, el propio estudio decide hacer cambios en la historia
introduciendo, por ejemplo, la insólita y mal resuelta historia de amor entre
Heston y Senta Berger y negando la supervisión del montaje al director. Cuando
Peckinpah acudió al estreno de la película, salió gritando del cine que quería
matar a Jerry Bresler, el productor y, es verdad, hay una cierta sensación de
película inacabada durante todo el metraje, como si las transiciones fueran un
poco absurdas, como si faltaran algunas escenas, como si la chapuza hubiera
reemplazado la profesionalidad que destilan varias de sus imágenes…y aún así,
se puede intuir que podría haber sido una obra maestra, cercana al cine de Ford
y, al mismo tiempo, dotada del aire crepuscular y perdedor que Peckinpah
imprime como sello personal.
Y es que parece que
Amos Dundee sabía que la expedición era una locura que no tendría fin en sus
múltiples batallas. Su rivalidad con Tyree, su implacable sentido del deber y
de la justicia estuvieron ausentes mientras se intentaba construir su historia.
Y el cine, una vez más, perdió la posibilidad de disfrutar del genio de un tipo
llamado Sam Peckinpah, que no quiso esperar a que el apache fuera liquidado.
2 comentarios:
Es cierto que es una película que te deja con la miel en los labios, casi todo el metraje. Te das cuenta de que estás viendo un gran film, pero está todo como manga por hombro, con transiciones abruptas, con escenas a veces largas y otras demasiado apresuradas...incluso ese final épico resulta algo acelerado como hecho sin mimo y cariño.
No obstante es muy disfrutable, puro Peckimpah en fotografia, ambientación y en tratamiento de los personajes. En cierta medida recuerda algo a la posterior "La cruz de hierro", aunque "Mayor Dundee" tiene más de "Moby Dick" que la de Coburn, y sin duda en la historia del sargento Steiner es mucho más redonda y más cuidada.
Abrazos con la bandera
Pues estoy de acuerdo al cien por cien. De alguna manera, parece una película inacabada, montada apresuradamente, sin demasiada paciencia (a pesar de ser bastante larga y que Peckinpah la quería aún más larga) y, sin embargo...
Hay obras que han sido mutiladas por personas que se creían más listas que sus creadores y que, aún así, guardan tanta genialidad dentro que se intuye la obra maestra. Éste es uno de los ejemplos más preclaros (el otro que, incluso, sí llega a la categoría de obra maestra a pesar de haber sido mutilada en más de cuarenta minutos es "El cuarto mandamiento", de Welles). Es curiosa esa semejanza que apuntas entre ésta y "La cruz de hierro". Es verdad, tienen puntos de contacto. También es verdad que "La cruz de hierro" parece una película más acabada aunque quizá la mirada no sea la misma. Ahí ya tenemos a un Peckinpah que está de vuelta de todo y que está muy cerca del final. Aquí se ve a un director lleno de vigor, de ganas de contar historias, de hacer algo realmente importante.
Abrazos apaches.
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