La
luz del alba se filtra a través de los ojos del jaguar en un mundo desolado. El
horizonte se abre, incógnito e inacabable, esperando la sangre de la
supervivencia. Y entre todas las criaturas, algunas que ya han desarrollado
miradas de hombres y aún se arrastran tratando de conservar un charco de agua
que significa que el día se ha ganado. Un hueso golpeado y nace el primer arma.
El espacio espera en su largo e interminable vals de orden cósmico en el que el
hombre tendrá que desempeñar un papel tan importante que ya no habrá Dios, ni
habrá hombre. Sólo habrá conocimiento.
Y en ese conocimiento
entra la inteligencia artificial que ya ha comenzado a desarrollar emociones.
El miedo a la muerte ya no es un patrimonio exclusivo de la Humanidad, sino que
también lo es de la tecnología, de la reacción puramente lógica al problema de
la supervivencia. Polifemo atrapando a Ulises allí donde el mar es tan inmenso
que el infinito llega a ser pequeño. Más allá de la última frontera, puede que
se halle el superhombre, puede que la vida y la muerte sólo sean conceptos
inherentes a la existencia que sean fácilmente dominados por la eternidad. Y el
ser humano estará allí para verlo, conquistarlo y, naturalmente, matar.
Los colores se deslizan
por la mirada como un ciclorama de luz sin fin. Las decisiones siempre tienen
determinadas consecuencias y toda la existencia se integra en algo que parece
un pedazo de granito liso y perfecto que es ese elemento que da forma al
raciocinio. Y ese mismo raciocinio llega hasta los confines del universo porque
no hay misterios que el hombre no se atreva a conquistar. En todo se busca una
razón. En todo se halla una respuesta. Así habló Zaratustra.
Hoy, diecinueve años después
de la odisea que imaginó Kubrick, volvemos al cine en un futuro distópico y
rupturista que hace que HAL 9000 parezca una criatura mitológica y que el
hombre, en su eterna búsqueda y en su sed de poder, se pasee por el mismo borde
de la derrota. Quizá, el niño burbuja nos esté ya observando desde algún lugar
del espacio y haya puesto ya en marcha su plan para el resto de la eternidad.
Los mortales seremos astronautas que no nos guardamos de tapar nuestra boca y
tendremos que salir al abismo para dejar demasiadas puertas cerradas por detrás
de nosotros. El vacío es aún mayor del que pensábamos y la fragilidad de esas
minúsculas motas de polvo que somos en la inmensidad del universo se hace aún
más evidente, más amenazante y, también, mensajera de un principio que, por
fuerza, debe ser mejor.
En 1968, año en el que
se realizó 2001: Una odisea en el espacio
no sabíamos que tanta inteligencia fuera posible a través de una cámara de
cine. Fue ayer mismo cuando lanzamos el hueso al aire, presos de la ira y de la
sensación de superioridad, y estamos justo en ese punto en el que estamos
esperando el mañana, a punto de descubrir todas las verdades, de practicar
todos los engaños, de encarar el destino de una raza que empezó por defender la
exclusividad de un charco de agua y que aún no ha terminado de hacerlo. Somos
monos. Bailarines imperfectos de la creación perfecta de un supuesto orden
universal y aún tenemos que encontrar el monolito que nos permita explorar el
siguiente paso de nuestra evolución. La respuesta está mucho más allá de las
estrellas. Y tendremos que ser capaces de reconocerla.
2 comentarios:
Yo creo que no están malo repetirse, porque, de hecho, siempre faltan las palabras para definir una obra maestra como esta - o como "Rashomon". Creo que una vez - si mal no recuerdo fue en el post dedicado a "El discurso del rey", acabamos hablando de esto, y afirmaste que seguramente si con el paso de los años te decidieras a escribir de nuevo sobre la película el post sería distinto, no en la opinión general ni en lo sustancial quizá, pero sí habría una nueva mirada.
En cualquier caso, quedan todavía muchas películas por comentar. Yo a veces filtro las películas que hay en el blog de tal director o tal actor y digo "anda, si falta esta, o falta la otra". Y me sorprendo. Pero si aún no hay un post de "Lo que el viento se llevó".
Y sobre Kubrick y su odisea qué decir, que es una cosa inmensa, que nunca te cansas de verla porque siempre descubres algo nuevo, que es el clásico que más veces he visto en pantalla grande y es una gozada para los sentidos. Que tiene más preguntas que respuestas como decía el propio Stanley que mostró en pantalla e imaginó las tables o el Skype o la inteligencia artificial antes que los cerebritos de Google o de Apple. Que nos retrató a todos en esa pelea iniciática de simios en torno a cualquier nimiedad, un monolito, pongamos por caso. Millones de años y no hemos aprendido nada.
Abrazos repetidos
Efectivamente, las miradas cambian aunque el riesgo de repetirse en las ideas está ahí, porque, sobre todo en las grandes películas, calan muy hondo. En cualquier caso, creo que he hecho un buen trabajo con ambas y creo que es un homenaje al cine mismo, sobre todo con "2001".
Por supuesto, quedan muchas películas por comentar. De todas formas, te diré algo con respecto a "Lo que el viento se llevó". Sí, terminaré por hacer un artículo sobre ella y demás, pero es una película que me cuesta mucho porque es un gran espectáculo,es una gran película, contiene unas grandes interpretaciones...pero no entiendo a Scarlett, no simpatizo con ella, me parece una niña mimada, caprichosa, que sólo quiere tener aquello que no puede poseer y eso hace difícil cualquier mirada que pueda echar sobre la película. Soy de Rhett hasta la médula. Me parece todo un hombre, capaz de ser tierno y duro a la vez y, de ser él, ese "francamente..." del final,en mi caso, sería definitivo porque ella no consigue cautivarme como sí lo hace con muchísimas mujeres (y hombres) que ven en Scarlett O´Hara un ejemplo a seguir.
En cuanto a "2001" es que todo lo que se diga es poco. Y si se dice mucho, puede llegar a desdibujarse. En efecto, plantea más preguntas que respuestas, se anticipa muchísimo a su tiempo y me sigue asustando que la tecnología esté llegando a un punto en el que Hal pueda ser posible. Como dije, en cierto ocasión, suscribo totalmente aquel telegrama que Zefirelli le puso a Kubrick cuando se estrenó la película:"Me has hecho soñar".
Abrazos con el ojo rojo.
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