Un vaquero cabezota que
cree que los amplios cielos de Montana son el paraíso. Una corista de tercera
que cree que el éxito la espera en California. La vida, a veces, es
especialmente bromista. Junta a dos seres que no pegan ni con nieve. Y de eso
van a tener hasta el sombrero porque al chico no se le ocurre otra cosa que
secuestrar a la muchacha y hay que pasar por carreteras bloqueadas. Ella no
sabe cantar, no sabe moverse, no sabe actuar, pero quiere intentarlo y
estrellarse. En el fondo, el vaquero tiene razón. Montana es lo mejor a lo que
puede aspirar esa chica que tiene más futuro en un bar de carretera que en
cualquier playa soleada de Malibú. Una parada de autobús va a hacer que ella se
replantee el curso de su vida. Tal vez, sólo tal vez, no sea tan malo vivir
rodeada de vacas y de prados, de olor a campo y de hijos. Al fin y al cabo, las
luces de neón están tan lejos como siempre y suelen encenderse por los demás.
No va a haber ninguna vieja magia negra que las acerque y el vaquero paleto, al
menos, la trata con respeto. Y está dispuesto a cuidar de ella. Caramba, no
todas las mujeres pueden decir eso.
Es cierto que es una
película muy poco conocida y que nunca estará en ninguna lista, pero aquí está
la mejor interpretación de Marilyn Monroe en el cine. Está divertida y
patética, minúscula y encantadora. Su trabajo es lo mejor de este viejo enredo
de joven con menos luces que una bicicleta que se topa con una chica que vale
menos que el whisky que se está bebiendo y que, sin embargo, queda prendado de
ella por no se sabe qué reacción química. Ella, mientras tanto, aguanta los
acosos, mantiene los sueños, recoge continuamente las migajas en las que se
está deshaciendo y se da cuenta de que más vale refugiarse en los brazos de
alguien que derrocha amor que arrojarse al vacío de un sueño que nunca va a ser
realidad. Por el camino, se muestra alternativamente rota, perdida,
desesperada, sola, confusa y radiante y eso no está al alcance de cualquier
actriz. Tal vez porque su personaje estaba demasiado cerca de la verdad.
Así que ahí tenemos a unos vaqueros ingenuos que quieren ganar algún dinero fácil con el arte del rodeo y uno de ellos, a la vuelta, quiere traerse a una chica a Montana para casarse con ella. Como si fuese uno de esos terneros que él ha apresado con nudos de mil clases en la arena. Sin embargo, ella nos destroza el corazón, hace que salga la ternura que lleva dentro y, de alguna manera, sabemos que ese chico va a tener que cambiar bastante si quiere ganarse a esa mujer varada en el camino a Los Ángeles. Las mujeres no necesitan que nadie las cuide…pero adoran que alguien lo haga, muchacho. Y ésta es la oportunidad de que el amor también sea un premio para los dos.
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