Una
pintora entabla una extraña relación con el hombre que robó unos cuadros de su
autoría en una galería de arte. Ella es una mujer que parece que lo dice todo
sonriendo. Sin embargo, su pasado la ha marcado y coquetea de vez en cuando con
el lado más oscuro del sufrimiento. En sus cuadros, hay una extraña belleza que
también sugiere una visita a las tinieblas. Decide pintar al ladrón en una
improbable serie de lienzos que, tal vez, tendrán más de ella de lo que en
principio aparentan.
El hombre ha sido
alguien que ha cogido sendas demasiado torcidas. Puede que, en algún momento,
tuviera algo que ofrecer, pero, sencillamente, ha amontonado demasiado pánico a
vivir. Siempre busca una ruta de fuga, un atajo hacia la cobardía que siente,
un terrible noviazgo con el fracaso más absoluto. Él es la idea. Ella es la
impresión.
Quizá haya algo más que
una profunda amistad entre ellos, aunque nunca se haya pasado de lo moralmente
aceptable. Las lágrimas de él ante la visión del primer cuadro son
comprensibles, emocionantes, definitivas. Ella ha captado el alma desde una
visión completamente naturalista, reflejando, a la vez, todo lo maravilloso que él guarda, pero
también el terrible paseo al borde del abismo que hace que, de cuando en
cuando, llegue a perder pie. La vida sigue su curso y los acontecimientos se
desbordan. El arte es demasiado exigente y ella se plantea lo que todos los
artistas sueñan y es dedicarse completamente
a lo que siente. Su pincel dice el resto de palabras que ella no puede
expresar. La oscuridad planea en todo momento sobre su paleta. La pintura
habla. Su corazón espera. Él necesita espacio para pensar en todo lo que
pierde, en todo lo que le abandona, en todo lo que debe apartar de su vida para
ser algo útil y ofrecer un poco de serenidad a lo que le rodea. Puede que la
relación entre ellos sea un apoyo fundamental en sus existencias.
El interesante
documental de Benjamin Ree sobre estos dos seres que se hallan igualmente
perdidos aunque la posición de cada uno sea completamente distinta tiene su
interés en que, a pesar de todo, puede ser vista como una historia de ficción.
Ahí están los personajes, la sucesión de hechos, la estructura que, en algún
momento, también se fragmenta porque hay que ofrecer los dos puntos de vista.
Los dos protagonistas son ellos mismos, pero entablan una relación que, en
algún momento, es tremendamente inquietante y peligrosa. Pertenecen a mundos
distintos en los que la piel acaba por ser una trampa y la mirada debe recobrar
su objetividad dejando que el tiempo haga su labor. Al fin y al cabo, las
sensaciones de dos seres que buscan la belleza en el sufrimiento también es una
película que puede acabar siendo un cuadro en una pared.
A ratos, apasionante y, en otros, algo morosa, hay que dejarse llevar por una cultura de frialdad que entiende las cosas de forma muy diferente. Noruega es un país en el que una cárcel parece un hotel de dos estrellas y, de acuerdo con el modo de vida escandinavo, esconde sus fracasos bajo el orden más aparente. Por un lado, tenemos a un hombre que nunca pudo tener una oportunidad y que, hasta que no confía en sí mismo, no es capaz de hallar las pequeñas porciones de felicidad que le corresponden. Por otro, observaremos a una mujer que, bajo un aspecto relajado, tiene que luchar contra las tormentas que la asedian y que sólo buscan ahogar el impresionante talento que posee. Puede que la unión de ambos sea el más perfecto ejemplo de lo que son las personalidades complementarias con los colores adecuados.
2 comentarios:
Vi este documental hace unos meses en un festival on- line de una plataforma de streaming Hay que decir que estoy bastante desconcertado con la política de estrenos que se ha establecido desde el año pasado y el inicio de la pandemia, ahora resulta que hay películas que se han estrenado que ni me he enterado de que han pasado por salas y me interesaban bastante ¿va a ser todo así de caótico a partir de ahora?
El caso es que como dices me pareció un documental bastante interesante pero al mismo tiempo irregular e incluso aburrido en algunas fases. Pero el tema es ciertamente fascinante. Me quedó la duda de si no hubiera funcionado mejor como una ficción pura.
Abrazos robados
Al perder el cine la exclusividad de los estrenos, sí, va a ser así de caótico. Os dije que era un error confiar en las plataformas.
La película es interesante y, al verla, me entró la sensación de que estaba viendo una película de no ficción, es decir, todo en ella apunta a que es una historia como otra cualquiera, que podría exhibirse como una película de ficción, sólo que está rodada en un formato un poco más realista y los actores son los mismos interesados.
El fallo...te diré cuál es mi sensación, siempre un poco volátil. El fallo está en que uno, desde nuestra mentalidad, no comprende muy bien las motivaciones de la pintora. Se puede comprender que quiera conocer al hombre que ha robado sus pinturas (teniendo en cuenta que una pintura como las que ella hace llevan muchas horas de trabajo y estaban listas para ser expuestas en una galería, es decir, en un escaparate, el quebranto es mayúsculo), pero no acabo de entender esa relación que se genera como de dependencia, de coquetear por el lado oscuro hasta tal punto de que llega a confesar al novio que está medio enamorada del tipo. Luego, sí, el fulano tiene la suficiente fuerza de voluntad como para ser un buen tío y salir del tremendo hoyo en el que está. La recuperación de la pintura en ese trastero también me parece algo surrealista (oye, conozco a la portera, que me abra el trastero y me llevo lo que sea...de un gángster!!!). Son composiciones de cabeza nórdicas que, no lo niego, por allí serán muy normales, pero, por aquí, me parecen bastante impensables y eso es lo que más lastra todo lo que te cuenta la película.
Abrazos pintados.
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