miércoles, 12 de abril de 2023

EL BARRIO CONTRA MÍ (King Creole) (1958), de Michael Curtiz

 

Todo se aprieta un poco más cuando se vive en un barrio no demasiado hospitalario. Un joven tiene talento para cantar y muchas ganas de hacerlo para mantener a su padre, que es un parado recalcitrante. Sin embargo, la juventud, a veces, no ve los peligros de decir no a quien no se debe y Maxie Fields quiere a ese chico en su local. En ese conflicto de intereses es donde va a estallar una guerra sin cuartel entre Danny Fisher, el chico,  y ese gángster de tres al cuarto que pretende controlar el barrio entero. En el bosque de negrura que se abre ante él, los caminos son de calzada y los árboles, de cemento. Quizá haya una o dos chicas que están totalmente cegadas por ese chico apuesto, que canta como nadie y que es tan valiente que no teme a los chulos de traje y sobaquera. Al fin y al cabo, ser un hombre de verdad no es una cuestión de edad, sino de agallas. Y a Danny le sobran, porque se mueve como un pez en el agua en el turbio estanque de intereses creados, sobornos y prostituciones que controla un maldito mafioso como Maxie Fields. ¿Quién sabe? Lo mismo hasta trabaja para alguna pieza de caza mayor. Lo cierto es que a Maxie Fields nadie le dice que no.

Así que en el barrio del rey criollo no hay tregua. Las gargantas deben callarse si no cantan en el sitio adecuado. Y todo se convierte en una obra negra de suspense asegurado porque la vida de Danny corre peligro cada vez que vuelve la esquina. Es lo que ocurre cuando alguien tiene carisma, honestidad, intensidad, encanto y emoción. Se convierte en un ser peligroso para el sistema establecido.

Pisando un territorio reservado para James Dean, el cantante Elvis Presley realiza aquí la que es su mejor actuación en la mejor película de todas cuantas hizo. Bien es verdad que a ello ayuda la composición magnífica del malvado interpretado por Walter Matthau, en un registro nada habitual y que, sin embargo, es absolutamente odioso. Con una trama que, en principio, parece destinada a la blandura habitual de todas las películas que hizo después Presley, sorprende encontrar una historia negra, bastante turbia, con momentos de dramatismo muy intensos, como si fuera un cuento de horror cuando el fracaso llama con insistencia a la puerta de un joven que no lo merece. Al lado de Presley y de Matthau, una plantilla muy competente de actores que incluye nombres como Dean Jagger, Paul Stewart, Vic Morrow, Carolyn Jones y Dolores Hart, que actúan y sufren en un escenario como Nueva Orléans, primorosamente fotografiada en blanco y negro, algo nada habitual en las películas del astro rey. Con una ligera inspiración en La ley del silencio, de Elia Kazan, el director Michael Curtiz ofrece una muestra de su veteranía al convertir lo que parecía ser un vehículo de lucimiento para la estrella del momento en una película a tener muy en cuenta. Es lo que pasa cuando hay una buena historia, con buenos personajes y actores que saben lo que hacen. Es hora de darse una vuelta por ese barrio por donde resuena la música y la maldad.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Había leido qué Presley había hecho películas. Esta se lee qué está bien. Buscaré algún sitio donde descargarla xq seguro no se encuentra tan fácilmente

César Bardés dijo...

Pues hizo hasta treinta, ni más ni menos. En mi opinión, esta es la mejor de todas. Téngase en cuenta de que el cine fue su gran asignatura pendiente y una de las que más le dolió porque quería ser un actor (y un buen actor), pero se le condenó sin conmiseración a intervenir en productor juveniles, sin demasiada proyección, emparejándole con actrices del momento como Ursula Andress o Ann Margret. Quizá, su última película, titulada "Charro" sea una especie de excepción que no tuvo ningún éxito. Un western en el que no cantaba y ya tenía un rostro que empezaba a ganar expresión con la edad. Tarantino es fan de esa película, dirigida por un tal Charles Marquis Warren, un nombre bastante conocido si has visto "Los odiosos ocho".