viernes, 28 de abril de 2023

ACERO AZUL (1989), de Kathryn Bigelow

Debido a las festividades de lunes y martes, retomaremos la actividad habitual el miércoles día 3. Mientras tanto, id al cine. Es acero. Es azul. Y es aprendizaje.

La vida de una policía está llena de sorpresas cuando un tipo, aparentemente normal, con una profesión que le permite una holgada independencia, esconde el arma de ella en pleno atraco a un supermercado. A la policía se le cae y, luego, misteriosamente, desaparece. El fulano siente una cierta fascinación por el arma. Y también por la agente Megan Turner. Tal vez, después de pelearse por cientos de valores que cotizan en Bolsa en el parquet, experimenta una sensación de descarga utilizando la pistola y culpando a la chica de los crímenes. Es la tensión acumulada después de tantos gritos durante horas en plena sesión del mercado de valores mobiliarios. Ella, en realidad, es una novata. No comprende que pueda haber gente así. No sabe qué ocurrió con su pistola. No tiene ni idea de que, por las calles, deambula un individuo que quiere probar el sabor del cañón en su boca. Y, lo que es peor, le encantaría apretar el gatillo.

En la comisaría, la agente Turner no es tomada demasiada en serio. En la primera ocasión que ha tenido, ha extraviado su arma y eso no describe, precisamente, a una policía muy profesional. Sólo Nick Mann, un compañero inspector, intenta ver en ella algún resto de querer hacer las cosas bien y comienza a creer que, efectivamente, de alguna manera insospechada, está sufriendo un acoso. Velado. Imperceptible. Presente. Actual. Continuo. Es la forma de proceder por parte de un pirado que cierra tratos de mucho dinero y que ha olvidado el lugar donde dejó sus escrúpulos. La ciudad será un campo de caza. Ahora sólo falta dilucidar quién es el cazador y quién la presa.

Kathryn Bigelow dirigió una de sus mejores películas con Acero azul. Dejando de lado algunos de sus habituales nerviosismos, la historia es sobria, acertada, creíble y obsesiva y cuenta con una excelente interpretación de Jamie Lee Curtis encarnando a la agente e inspectora Megan Turner. En frente, seguramente al otro lado de la calle, Ron Silver asume un papel no demasiado habitual en su filmografía, como el trastornado Eugene Hunt que está en todas partes, no está en ninguna y, sin embargo, deja siempre un dedo acusador en dirección de Megan. Con agresividad en algunos instantes y, en otros, con una calculada ambigüedad, Silver compone un personaje al que se comprende en su locura, aunque no se experimente ninguna piedad por él. El resultado es una película tensa, estupenda, con un ritmo muy apropiado porque no dejan de pasar cosas en todo momento. Es el miedo, agente. La placa no asegura que no se meta hasta el último rincón de tu interior.

Así que mucho cuidado con disparar. En una bala están inscritas todas las palabras y se puede tomar por el lado que se quiera si la que dispara es una advenediza que, para rematarlo todo, también ha perdido su instrumento fundamental de trabajo y coacción. La chica no sabe por dónde se anda. Y un respetable bróker no va a perder el tiempo con ella en ningún sentido. ¿O sí?

 

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