martes, 18 de abril de 2023

RÍO BRAVO (1959), de Howard Hawks

 

John T. Chance es sheriff de una ciudad que está amenazada por el caciquismo y la injusticia. Es un hombre encerrado en su idea de justicia, que trata de repartirla por igual entre la comunidad que le eligió. Y cuando uno de los miembros del clan caciquil comete un error, él no tiene más remedio que hacer cumplir la ley. No valen sobornos, ni coacciones, ni cualquier otro truco barato de quien se cree dueño del lugar. Ese hombre va a ser entregado al comisario federal y sólo hay que esperar su llegada. Con una cárcel fortificada, un viejo cojo y parlanchín guardando la puerta y un tipo que un día fue grande y hoy no es más que un amasijo de alcohol y espasmos. Habrá alguna otra ayuda de un joven que conoce los manejos del revólver como si hubiera nacido con uno, pero eso será después.

Mientras tanto, una mujer de las que quita el sentido por su inteligencia, su atrevimiento y su mordacidad, sitia también al bueno de Chance. Los hechos se suceden y ese amigo empapado en whisky comienza a resurgir. Ya no va a recoger monedas tiradas con desprecio en escupideras inmundas. Ya no va a mendigar un trago en cualquier tasca de mala muerte con matarratas en los vasos. Chance ha conseguido que su viejo amigo de balas y camaradería vuelva a tener dignidad. A partir de ahí, ya sólo debe dominar los temblores que dejan huella de muchos grados y utilizar esa cabeza que perdió en el fondo de su desesperación.

Sí, no cabe duda de que Río Bravo es una obra maestra. Es el encierro de unos valientes que deciden llevar hasta el final sus decisiones. Es la certeza de que siempre habrá algunas manos amigas que quieran ayudar a los que están pasando apuros. Es la madera olida a los pasos de John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson y Walter Brennan mientras ahí fuera se prepara toda una guerra para rescatar de los barrotes a un tipo que merece que tiren la llave de su celda. Es el sonido del degüello a todas horas para debilitar la moral de los que resisten contra viento y marea. Es Howard Hawks llevando al máximo su obsesión por la camaradería, porque eso, en un mundo que parece olvidar los valores más elementales de la amistad, existe. Habrá un sitio para las pausas, para el coqueteo con Angie Dickinson, para reírse un poco de un ambiente que no da demasiadas facilidades, para recordar para qué están todos aquellos que forman la familia que se elige como son los amigos. Y sí, un trago rehusado puede hacer mucho. Dos, aún más. Cuando la maldad ya no tenga un lugar asegurado en ese pueblo que, prácticamente, sólo parece una calle, quizá haya un nuevo amanecer dispuesto a emborracharse un poco, celebrar que se está vivo y darse cuenta de que hay alguna gota de amor en medio del polvo.

Mientras tanto, atrancaremos la puerta con tres vueltas de cerrojo, dispondremos las contraventanas contra tentaciones de revólver, arrojaremos tiestos por la ventana para que las condiciones sean más o menos iguales y quizá, sólo quizá, una mujer tirará algo por la ventana para recordarnos que hay noches que merecen ser vividas. Una de ellas es viendo Río Bravo.

9 comentarios:

Antonio Brioso dijo...

Según tengo entendido esta película la hicieron Wayne y Hawks porque les molestó "Sólo ante el peligro", aún no entiendo por qué. Igual podrías aclararlo en alguna de tus maravillosas anécdotas. De igual forma tanto esta película como su remake "El Dorado" me divierten muchísimo y las revisiono de vez en cuando. Gracias por tus críticas y tus anécdotas, siempre instructivas y divertidas

Jorge Álvarez dijo...

Antonio, lo que les molestó de "Solo ante el peligro" fue que el personaje de Gary Cooper anduviera pidiendo ayuda a sus amigos y vecinos. Según Hawks, un sheriff tenía que resolver los problemas por sí mismo, haciendo honor a su cargo.

César Bardés dijo...

Llego tarde. Efectivamente, Jorge tiene toda la razón. Sentenciaban con "un sheriff jamás pediría ayuda". En cualquier caso, supongo que los dos convenís conmigo en que ambas películas son excepcionales y que merecen muchísimo la pena. Hawks, es cierto, era más leve que Zinnemann, pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que fuera peor. Estamos hablando de dos grandes monstruos del cine.
Gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Pues parece ser que Hawks y Wayne pillaron la madre de todos los cabreos cuando vieron “Solo ante el peligro”.
Su pensamiento fue “qué es eso de que un sheriff se pase media película mendigando la ayuda de sus conciudadanos y sólo piense en esconderse? Ese es su trabajo, le pagan por ello y tiene que hacerlo él”, y de ahí esta película.
Incluso a lo largo de la película algún vecino va a ofrecerse a Wayne para ayudarle (el dueño del hotel ñ, si no recuerdo mal) y Wayne le rechaza más o menos con esas palabras

César Bardés dijo...

Pues efectivamente, eso hemos comentado en las anteriores acotaciones. De todas formas, de alguna manera, parece como que hay algo en contra de esa forma de pensar y a mí me parece tan estupenda la visión de Zinnemann en "Solo ante el peligro", como la visión de Hawks en "Río Bravo". Creo que son válidas las dos.

Antonio Brioso dijo...

Muchas gracias, ahora recuerdo, que se lo había escuchado a Pérez-Reverte y a Gómez Jurado, la edad que no perdona, a mí también me parecen maravillosas las dos.

César Bardés dijo...

Me imagino que fue en el "Cinemascopazo" de Arturo González Campos y Juan Gómez Jurado cuando llevaron de invitado a Arturo Pérez Reverte y hablaron de "Río Bravo". No te preocupes, que eso nos pasa a todos. Un saludo y gracias por tus comentarios.

El jinete polaco dijo...

Es la representación del imperativo categórico en el personaje de Wayne (el imperativo categórico exige incondicionalmente que hagamos determinadas cosas, al margen de las circunstancias) que tiene que entregar al asesino de Claude Akins sin importar el poder de su familia, la inferioridad en la que se encuentra o las altas probabilidades de morir en el intento; se hace porque se tiene que hacer, porque juzgar es mejor que tomarse la justicia por su cuenta, porque es lo mejor para la sociedad y porque, al fin y al cabo, es su trabajo.
También es la historia de la redención del personaje que hace Dean Martin; no todo está perdido por muy abajo que se haya llegado (la secuencia inicial con la moneda arrojada a la escupidera es simplemente magistral); el ser humano tiene la posibilidad de asumir sus errores y de subsanarlos (sólo a veces, añado yo).
Mientras tanto, de fondo, suena el degüello para avisarles de que es mejor que lo dejen...
Una obra maestra.

César Bardés dijo...

Por supuesto que es una obra maestra.
Ahora bien, y espero no dejaros pasmados con esto. Cuando Gary Cooper ganó el Oscar a la mejor interpretación masculina del año 1952 por "Solo ante el peligro", el encargado de recogerlo fue...John Wayne...y ¿sabéis lo que dijo?
"Espero que mañana mi agente me explique por qué no me ofrecieron nunca este guión".
Luego, sí, es verdad, vinieron las críticas y, sin duda, hay que leer la película bajo el imperativo categórico al que haces mención, porque un sheriff debe desempeñar su trabajo y no ir lloriqueando puerta tras puerta pidiendo, por favor, ayuda para matar a unos desaprensivos.
Lo de Dean Martin es maravilloso aquí. Y esa primera secuencia, totalmente muda, es el particular homenaje de Hawks al cine mudo. No hay ni una sola palabra en los cinco primeros minutos de película.
Gracias por la aportación.