No es muy conveniente
humillar a la persona equivocada, por muy pequeña que nos parezca. Es muy
posible que ignoremos su pasado, lo que ha hecho, lo que ha vivido y sus
destrezas. Y más aún cuando es un hombre de principios que sabe que la peor
violencia es la moral. Así que cuando Valdez carga con su cruz a través de los
campos áridos de Nuevo Méjico, Frank Tanner ha comenzado a socavar su propia
autoridad. Y lo hace con el individuo al que considera menos de todo su
territorio. Prepárese, Tanner. Que viene Valdez.
Y es que Valdez se
conformaba con pasar una vejez tranquila, como un comisario honorario de una
reserva india. Lejos estaban las revoluciones, los combates y aquellos días de
la guerra contra Santa Ana. Olvidado estaba ese fusil que ya debía tener hasta
telarañas en la boca del cañón. Sus ropas, ya pasadas y casi ridículas, yacían
en el fondo de un baúl que el propio Valdez esperaba no tener que abrir nunca
más. Y, sin embargo, siempre hay alguien que, por el mero hecho de tener dinero,
se cree más poderoso que los demás, más capaz que cualquier otro, con mayor
autoridad que todas las almas que pueblan su territorio. Y no es así y Valdez
lo sabe. Sólo tiene más dinero, nada más. E incluso ese dinero está ganado con
engaños, con aprovechamientos moralmente ilícitos, con explotación, con rabia,
sin dar oportunidades a nadie. Y por ahí, es por donde atacará Valdez. Sabe que
cualquier hombre honrado no puede ser tan honrado. Se dedicará a destruir su
imagen, a demostrar a ciencia cierta que Frank Tanner, el poderoso
terrateniente, es un ser humano despreciable que tendrá que pagar su arrogancia
y su despotismo con la mayor soledad. ¿Hay alguna bala que pueda conseguir eso?
Por supuesto, por el
camino habrá víctimas. Valdez lo sabe y jamás podrá estar orgulloso de eso. Con
su vista de águila, su rifle y su puntería, once hombres de Tanner acabarán
arrollados por la fuerza de las armas manejadas por ese mestizo que cabalga en
solitario por las encrespadas rocas de la sierra. La vida, al fin y al cabo,
también es un bien preciado y es necesario inspirar temor para que alguien te
haga caso. Ya sea un sicario, un pistolero, un trabajador o…sí, una mujer.
Cuando llegue la hora de la verdad, todos se negarán a matar a Valdez porque,
sencillamente, Tanner no se ha ganado el derecho de matarlo. Si quiere hacerlo,
que lo haga él. Y ese desafío quedará ahí, grabado en la inmensidad, con las
montañas como testigos y la perplejidad ridícula como arma principal. Valdez
vencerá. Él viene. Y si lo hace, lo hace para ganar.
Con un guión escrito
por Elmore Leonard y una interpretación comedida y cansada de Burt Lancaster, ¡Que viene Valdez! es una pequeña gran
película que se aleja de las espectacularidades y establece una guerra
psicológica sin cuartel para restituir la honestidad a una tierra que, poco a
poco, se está corrompiendo. Rodada en la Sierra de Gredos, su paisaje es un
protagonista más para este soldado que nunca quiso volver a combatir y que, sin
embargo, no duda en dar una lección a todos los que quieren apretar el gatillo
contra alguien tan…ínfimo. Cuidado, Valdez puede venir de nuevo.
2 comentarios:
La sola lectura de esta entrada es hinóptica ¿Cómo será la película?...¡Tengo que verla!
Bueno, gracias por un comentario tan, tan elogioso en apenas una línea. Si el artículo es lo suficientemente atractivo como para hacer que te entren ganas de verla, entonces ha cumplido su objetivo y nada me puede poner más contento. Gracias.
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