viernes, 14 de octubre de 2022

ESO DEL MATRIMONIO (1971), de Arthur Hiller

 

La suite 719 del Hotel Plaza de Nueva York tiene algunas historias que contar. Una de ellas es sobre el matrimonio Nash. Da la casualidad de que están pintando su casa así que han decidido pasar una noche en el hotel más lujoso de la ciudad. Para él es sólo una noche más. Sin embargo, para ella, no lo es. En aquel hotel, en aquella habitación pasaron su inolvidable luna de miel. Y además es su “veintialgo” aniversario de boda. Sam está demasiado preocupado con sus negocios porque no marchan muy bien. Karen quiere que se olvide de todo, que se dé cuenta de que ella está allí, dispuesta a vivir una noche romántica y maravillosa, a la luz de una velas, con una cena opípara, unas bebidas bien preparadas. Quizá nada salga bien. Quizá Karen no se dé cuenta de que la mejor celebración para su “veintialgo” aniversario es que el año que viene, si todo va bien, estarán descorchando una botella de champagne para su “veintialgo más uno”.

Otra historia es sobre un productor de Hollywood que tiene un par de horas libres en la suite. Y claro, piensa en lo que piensan todos los hombres. Un rapidillo y ya está. La cara del individuo resulta ser un poema en rima endecasílaba cuando la chica que se presenta en la puerta de su habitación resulta ser un viejo amor de hace quince años. El equívoco está sobre la bandeja porque, al fin y al cabo, ella quiere cumplir con el servicio, pero a él le entra algún que otro reparo. Y debe darse prisa porque se le acaba el tiempo. Las sábanas se encargarán de recordarle la hora.

La tercera historia tiene que ver con el banquete de boda que se está celebrando en uno de los salones del hotel. No todo es color blanco o rosa. La novia, de forma incomprensible, se ha encerrado en el baño del hotel y sin dar la más mínima explicación. Sus padres, organizadores del evento, intentan por todos los medios que la chica explique lo que le pasa, pero no hay manera. Ella tiene los pies fríos y no quiere saber nada de la noche de bodas. Quizá sea el momento más adecuado para que sus padres reflexionen acerca de cómo creció ella y si ellos acertaron con su relación mientras la niña asistía como espectadora a todas sus aventuras.

De alguna manera, Eso del matrimonio se erige como una especie de continuación a las historias cortas y maravillosas que Neil Simon ya nos narró en California Suite sólo que cambiando el escenario a Nueva York. Para ello no deja de ser divertido en ningún momento y nos brinda algo extraordinario como es una de las interpretaciones más divertidas de toda la carrera de Walter Matthau. Tres historias para preguntarse si eso del matrimonio está tan bien como dicen o posee unos cuantos defectillos sin importancia. Apariencias, realidades, frustraciones, enredos, vaivenes, desencuentros…todo sin perder en ningún momento la sonrisa. Sí, esa tan elegante que siempre destiló Neil Simon en todos sus libretos teatrales y que, en esta ocasión, tuvo a Arthur Hiller como traductor detrás de la cámara. El resultado es otra comedia deliciosa, de diálogos vertiginosos y brillantes, con gusto, sin pretensiones. Aunque, la verdad, intentar arrancar unas cuantas carcajadas ya es buscar alguna pretensión que otra. Yo me quedo en la Suite del Plaza. Van a pasar cosas inauditas y divertidas.

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