Dimitri vive al día. No
tiene ningún problema en endeudarse y afrontar con el gesto relajado las
denuncias de cualquier tabernero que exige el pago de sus veleidades. Es
militar y tiene la seguridad de que tiene derecho a una herencia que, en contra
de su voluntad, retiene su padre. Y el problema es que ambos son bastante
iguales. El padre es taimado, terco como una mula y no quiere ceder los
derechos de la madre de Dimitri. Eso le dejaría en la ruina porque su hijo le
desprecia. Dimitri es más hombre que él y lo sabe.
Iván es periodista y es
la voz de la razón cuando, de vez en cuando, regresa de Moscú para ver a sus
hermanos y a su padre. Trata de que no haya demasiadas peleas aunque sabe que
lo de Dimitri y su padre tiene mal arreglo. Quiere a su hermano y le admira
porque, a pesar de la vida ordenada que tiene Iván, Dimitri ostenta una ética
que jamás podrá alcanzar. Dimitri es más hombre que él y lo sabe.
Alexei es novicio. Cree
que todo se puede arreglar bajo los designios del amor y trata de mediar lo
mejor posible entre Dimitri y su padre. Tiene una fe ciega en Dios y en sus
hermanos porque sabe que son buenas personas y que en el fondo del corazón de
su padre lo que habita, ante todo, es el miedo y no el resentimiento. También admira
a Dimitri porque, a pesar de sus juergas y de sus excesos, siempre se ha
comportado de una forma que delata el inmenso corazón que tiene dentro. Dimitri
es más hombre que él y lo sabe.
Smerdjakov es sólo
medio hermano de los anteriores. Sirve al padre como si fuese un criado porque
es de inteligencia corta y ambición larga. Se deja humillar por él. Y siente
envidia, ante todo, de Dimitri y de Iván porque sabe que son mejores que él.
Smerdjakov sólo tiene que sentarse y esperar su momento. Tendrá que sobrepasar
a todos si quiere tener el aprecio de alguno de ellos porque, hasta ahora, sólo
ha sido un cero a la izquierda. Dimitri es más hombre que él…y no lo sabe.
Fyodor Karamazov es el
padre. Es iracundo, bebedor, difuso y miedoso. Teme que le arrebaten lo que
tiene y, en el fondo, también teme morir sin cariño. Cree que Dimitri desea su
posición. Cree que Alexei es un santurrón ingenuo que no tiene arreglo. Cree
que Iván es el más inteligente, pero carente de iniciativa. A Smerdjakov no le
tiene en cuenta. Es un inútil que sólo sirve para poner la mesa, preparar la
cena y hacer las camas. Fyodor está muy equivocado y, de alguna manera, sabe
que es muy tarde para cambiar su actitud. Dimitri es más hombre que él…y tiene
plena certeza de ello.
Katya es una mujer que
sabe lo que quiere y que se sorprendió ante la nobleza de Dimitri en cierta
ocasión. Sólo por eso, está enamorada de él. Sabe que no hay muchos hombres
así, que no se aprovechen de una situación que estaba muy clara. Dimitri tiene
honor aunque sea un hombre con sus debilidades. Sabe que, si puede, será el
hombre de su vida. Él lo merece. Ella también.
Grushenka es esa mujer
que sólo se cruza una vez en la vida de alguien como Dimitri. Él pierde la
cabeza por ella porque su sonrisa es la luz. Ella tiene dinero y cree que se
merece empezar una vida con un hombre de verdad como Dimitri. Sin embargo, algo
viene a enturbiar ese proyecto de felicidad y no sólo es Katya que también
supura su nobleza de mujer. Un asesinato, una confusión, una precipitada sucesión
de acontecimientos. Grushenka no dejará de confiar.
Richard Brooks adaptó
con fuerza y muchísimo sentido esta difícil novela de Fiodor Dostoievsky. A
pesar de ser un fracaso, con el tiempo ha cobrado prestigio y hoy se puede ver
como una película que pasa por ser la mejor adaptación nunca realizada de las
obras del insigne autor ruso. Como curiosidad cabría añadir que ésta fue la
película que motivó la ruptura de Marilyn Monroe con la Fox porque la actriz,
deseosa de mostrar sus cualidades dramáticas, luchó por conseguir el papel de
Grushenka, pero la productora se negó en redondo a pesar de que Brooks la
consideró muy válida para el trabajo. Monroe terminó de rodar para ellos Bus Stop, quizá su mejor interpretación
dramática, y se fue a Inglaterra para trabajar al lado de Laurence Olivier en El príncipe y la corista con producción
Warner, para seguir, posteriormente con Con
faldas y a lo loco, de la Mirisch Corporation y distribución de United
Artists.
Así que llega a ser
fascinante este universo fabricado en los tiras y aflojas de una familia que se
ama y se detesta a partes iguales, que llega al derramamiento de sangre como
solución equivocada y que también pone un mensaje de esperanza para todos
aquellos que guardan algo de pureza en el fondo de su corazón.
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