Si queréis escuchar lo que hablamos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla acerca de "El padrino 2ª parte", de Francis Ford Coppola, podéis hacerlo pinchando aquí.
Regresar al origen
cuando se está en la encrucijada del amor y de la vida puede ser una terapia de
choque, pero también muy aconsejable. Puede que allí te encuentres con tus
amigos del instituto y recuerdes viejos tiempos, como si no hubieran pasado los
años, entre risas y confidencias. Quizá eso es algo que sólo tienen los
verdaderos amigos. Pueden pasar eternidades enteras sin verse y, cuando vuelven
a encontrarse, parece que fue ayer cuando se despidieron. Y eso es lo que
siente Willie Conway. Está en casa, quizá en ningún lugar del mundo podría
haber estado mejor, pero no es su casa, es la casa del pasado. Y entre la nieve
y la copa de rigor, entre la música y el recuerdo, comprueba cómo les ha ido a
ellos, cómo han cambiado, cómo siguen siendo iguales, cómo la vida es una
prueba absurda que te coloca en la soledad a pesar de estar rodeado de gente.
Willie lo sabe y espera encontrar respuestas.
Hay que permitirse un
cierto tiempo para volver a ver esta película. Quizá porque te hace reflexionar
sobre tu trayectoria vital desde los tiempos del colegio y las respuestas no
siempre son satisfactorias. También porque hace muchos años que no ves a los
que compartieron contigo risas juveniles, ilusiones y primeros amores y no
sabes cómo reaccionarías al volverlos a ver. Puede que incluso uno caiga
rendidamente enamorado de una niña y la vea como un sueño inalcanzable, algo
que debió de ocurrir hace muchos años y, sin embargo, nunca pasó. La
imaginación cae presa del corazón y todo se hace encantadoramente doloroso. Es
un descenso para conseguir algo de claridad y, también, para seguir aquello que
te hace sentir más hombre. El amor espera allí, al otro lado del camino, la
vida está a su lado y hay que agarrar con fuerza los sueños porque dentro de muy
poco tiempo pasarán de largo y ya no habrá segundas oportunidades. Quizá, por
una vez, el cine ha traído la vida hasta delante de nuestros ojos.
Sin importar demasiado
la trama, Ted Demme nos regaló una película de situaciones y circunstancias que
se detienen en los rostros de Timothy Hutton, de Matt Dillon, de Natalie
Portman, de Mira Sorvino, de Uma Thurman, de Michael Rapaport, de Pruitt Taylor
Vince, de Noah Emmerich…y en todos ellos nos reconocemos, o reconocemos a
alguien, o creemos que reconocemos a alguien…incluso ahora cuando el tiempo ha
pasado y ya somos los adultos que han tomado sus propias decisiones dejando
atrás a aquellos verdaderos amigos que, en buena medida, hicieron de nosotros
lo que somos actualmente. Tal vez, lo único que necesitamos es volver la vista
atrás y darnos cuenta de lo importantes que fueron en nuestras vidas.
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