Existen algunos
individuos especializados en psicología criminal que se dedican a negociar con
los delincuentes cuando hay rehenes de por medio. Y llega el caso en el que un
negociador tiene que negociar para limpiar su nombre y salvar su vida. Quizá
sea algo bastante contradictorio porque, al ser parte implicada, es posible que
cometa algún fallo en su análisis de la situación. Danny Roman tiene por
delante una papeleta complicada. Un amigo muerto, la sospecha de corrupción, un
despacho tomado con un teniente de policía dentro…Va a ser difícil que la
negociación llegue a buen puerto.
Claro que la primera
condición que pone Danny Roman es que venga otro negociador desde la parte
opuesta de la ciudad. Es tan bueno como él, o eso dicen. Se llama Chris Sabian
y le pillan negociando con su hija. El caso es que Danny Roman sabe lo que se
hace porque ha oído por ahí que Sabian es un tipo perspicaz, que puede darse
perfecta cuenta de lo que intenta Danny, que puede despojarse del peso de estar
rodeado de policías que pueden tener algo que ver con lo que persigue Roman. Y
lo que es más importante, Sabian puede ser una ayuda.
Así que ahí está, en
ese despacho, intentando averiguar por qué ha muerto un amigo y quién es el que
intenta implicarle en la sospecha de corrupción. Por el camino, su habilidad
psicológica hará que algunos de los rehenes le tomen simpatía. Al fin y al
cabo, una de las cosas que quiere Roman es acabar con algunos de los policías
más impresentables de toda la ciudad. Nada es lo que parece y todo es como se
presenta. Sabian intenta seguir el manual del buen negociador, pero nada vale
con Roman. Y lo que se presenta como una apasionante partida de ajedrez entre
dos negociadores de alto nivel, comienza a ser paulatinamente una búsqueda de
la verdad compartida, con dos negociadores que juntan sus esfuerzos por
destapar la corrupción policial. No está mal. Todo en una noche. Roman tiene
muchos enemigos dentro de su distrito y eso es algo que no es normal teniendo
en cuenta que es uno de los mejores negociadores del país. Algo extraño está
pasando y habrá que estar alerta en cuanto al movimiento de ojos de la gente a
la que se pregunta, a sus expresiones, a sus posturas, a sus cambios de
opinión, al reflejo en el espejo y al engaño perpetuo. Son dos expertos en eso
y va a ser muy difícil que todos sepan dónde han colado su mentira.
Excelente película de
acción y diálogo, donde Samuel L. Jackson y Kevin Spacey demuestran lo que son
capaces de hacer cuando detrás de ellos hay una dirección sobria y un guión
sólido. Desde el otro lado de la valla del perímetro de seguridad, habrá que
tomar toda afirmación como una media verdad, toda actuación como una media
mentira, toda cesión como una media comprensión y todo convencimiento como una
trampa que puede volverse contra nosotros. Atrás, señores.
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