La misión requiere a
unos cuantos profesionales que no pestañeen a la hora de poner una bomba o de
apretar el gatillo a fondo hasta que el cargador esté vacío. Es allí arriba, en
el castillo de las águilas, donde hay un general prisionero y, aprovechando que
los paracaídas caen en Alemania, desenmascarar a un traidor que está haciendo
la vida imposible en el Alto Mando británico. Incluso se deben permitir el lujo
de traer a un comando americano para acompañar a los ingleses. Sin embargo,
según avanza la incursión, nada es lo que parece y el doble y triple juego de
los espías, juego sucio en una guerra aún más sucia, se hace presente con total
naturalidad. La tabernera inteligente y atractiva, el polizón que también
salta, la misteriosa muerte de un miembro de la patrulla, la atractiva
tranquilidad del Mayor Smith que suelta, sin moverse un músculo de la cara, que
es el hermano de Himmler, los traidores que muestran sus cartas, el Mayor
Smith, implacable, que también decide apostar…Y comienza la aventura en un
risco imposible, al que sólo se puede acceder a través de un delator funicular
en el que, por supuesto, no falta el consabido forcejeo que termina con algún
cuerpo precipitado al vacío. Y, la verdad, ya no se hacen películas así.
Lo trepidante es la
consigna y no hay un minuto de respiro, tampoco una verdad dicha completamente,
y aún menos la seguridad de que todo vaya a salir bien porque hay enemigos por
todas partes. Un salto en el corazón de Alemania para rescatar a un general que
coordina las fuerzas que, en breve, desembarcarán en Normandía. De suicidas. O,
en todo caso, de locos. No, más bien de águilas que deciden poner en jaque a
toda una guarnición usando armas como la frialdad y la osadía. Y no cabe duda
de que no se debe bajar la guardia en ningún momento, ni siquiera al final,
cuando todo parece ya haber terminado. Algún rasguño que otro y la certeza de
que se ha dado un paso más hacia la victoria en la guerra. Aunque sea
abriéndose paso con un autobús quitanieves.
Basada en una novela de
Alistair MacLean, uno de los novelistas más leídos en los años sesenta y autor
de otros relatos también adaptados al cine como Los cañones de Navarone, Estación
Polar Cebra u Operación: Isla del Oso,
Brian G. Hutton dirigió esta operación relámpago de rescate con Richard Burton
al mando y hábilmente secundado por Clint Eastwood. El resultado final es una
película de aventuras brillante, absorbente, que no deja ni un solo respiro en
su mitad final y que nos devuelve la tensión con un ligero sentido del
espectáculo que, en muchas ocasiones, se echa en falta. Al fin y al cabo, no
todos los días se tiene la oportunidad de ver volar a unas águilas por encima
de las más altas cumbres, cazar su presa y emprender de nuevo el vuelo con la
respiración liberada tras dos horas y cuarto de persecuciones, explosiones,
trampas, traiciones, disparos, dobleces y bravuras. Su desafío hay que
aceptarlo obligatoriamente.
4 comentarios:
Fíjate que todavía no he visto la película. Pero leí el libro de Alistair Mc Lean, de quien confieso ser un fanático, y esa lectura no me dejó dormir hasta terminar
Fíjate que a mí me pasó lo mismo. Yo llegué, hace muchos años, a "El desafío de las águilas" a través de la novela de Alistair MacLean y me quedé totalmente enganchado (especialmente a través de ese asesino en toda regla que era el Teniente Schaefer) y, dos o tres años después, cuando existía aquí en España la saludable costumbre de las reposiciones, me lancé a verla. Pura adrenalina. Y un cine de lo más moderno, además, bien interpretado y bien dirigido.
¿Y leíste Nevada Expree, del mismo Mc Lean?
No, no la leí, pero, desde luego, sí he visto la película que se hizo en los setenta, con Charles Bronson, Jill Ireland, Richard Crenna y Ed Lauter. Hice el artículo aquí
https://losojosdellobo.blogspot.com/2010/11/nevada-express-1975-de-tom-gries-con.html
Por si te apetece.
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