Tal vez fue el hecho de
que mamá se fuera antes de tiempo. O, quizás, papá iba demasiado a la iglesia.
No lo sé. El caso es que cuando llegó aquella noche en la que nos despertó para
decirnos que teníamos que matar a siete demonios, no pude evitar que el
escalofrío recorriese mi espinazo. No creía que fuera a hacerlo. Y, de repente,
se presentó con aquella chica que parecía tan indefensa. La tocaba y papá
comenzó a temblar y no sabía más que decir: “¿Lo
habéis visto? ¿Lo habéis visto?”. Y yo no veía más que a una chica
desesperada, llorosa, que sabía que le quedaban muy pocas horas de vida y no
entendía muy bien por qué. Papá la mató. Y luego la enterró en la rosaleda. Y
así uno tras otro. El caso es que papá parecía el mismo de siempre. Era cariñoso,
se preocupaba por nosotros, pero cada cierto tiempo decía que había que traer
un nuevo demonio a casa para matarlo. No podía soportarlo. ¿Es que mi padre
había enloquecido? Aquellos que traía no eran demonios. Eran personas.
Sangraban, lloraban y gritaban como si fueran personas. Se comportaban como
personas. ¿Por qué papá veía demonios? Y además decía que Dios hablaba con él.
¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Le apuntaba con una espada y le decía que tenía que
ser su justiciero en la Tierra? Mi mente de niño no lo comprendía. Y eso me
sublevaba. Papá estaba ejecutando a gente. Y yo tenía que seguirle la corriente
porque, sencillamente, era mi padre. Me estaba enfrentando a un dilema moral al
que no podía hacer frente. Me obsesionaba tanta sangre, tanta crueldad, tanto
despropósito. Mi padre era un asesino en serie y había que acabar con ello.
Sin embargo, mi hermano
parecía encantado con todo ello. Era como si papá siguiera siendo el mismo de
siempre. Sólo que, de vez en cuando, como postre de la cena, nos traía una
nueva víctima. Y decía que eran demonios. Y me suplicaba que lo creyera, que ya
los vería, que era cuestión de tiempo. ¿Qué tiempo se necesita para darse uno
cuenta de que su padre es un asesino? Eso no viene en ningún libro de la
escuela. Todo para que, al final, me dé cuenta de que nada es lo que parece y
de que cometí un tremendo error. Ahora el que debe morir soy yo. Y debo dejar
las cosas bien atadas para que nadie tenga ni la más mínima sospecha.
Nuestra historia, la de
mi familia y la mía, la dirigió con bastante acierto Bill Paxton, aunque
introducir alguna elipsis tampoco hubiera venido mal. A lo mejor, tanta vileza
seguida llega a cansar, pero no cabe duda de que supo sorprender con un buen
juego esta vez. La única vez. Yo ya no era yo a esas alturas y resulta que la
película es un poso de verdad en un marasmo de mentiras. Y eso no se lo espera
nadie. El propio Paxton hizo el papel de papá y McConaughey se lo cuenta a
Powers Boothe. Y, desde luego, a pesar de todo, un escalofrío recorre mi espinazo
desde donde estoy. Es muy duro ver cómo tu historia comienza a saberla todo el
mundo. Especialmente, una historia como la mía. Puede que haya más demonios de
lo que imaginamos y yo tenga que salir de aquí para que empiece a verlos. O el
demonio soy yo.
2 comentarios:
Que película mas inquietante, mas angustiosa y mas dura. Se me hizo de verdad muy difícil de ver y eso que está tan bien contada que te atrapa y te impide escapar (es cierto que ahorrarnos algún mal trago de mas no hubiese estado nada mal).
La cuestión es que mas que el desenlace (bien ocultado durante el film), es la angustia infantil frente al terror de un padre psicópata y asesino en serie la que te hace que participes en una infancia que corre el riesgo de convertir toda tu vida en un infierno.
Es una película que no me gusta, creo que es una buena película, pero no me gustó verla...sufrí tanto como el protagonista así que Bill Paxton acertó, lo hizo muy bien...maldito psicópata.
Abrazos en el granero.
Pues estoy de acuerdo en todo lo que dices. Es angustiosa, es dura, se hace muy difícil de tragar porque, desde el primer momento, crees que el padre ha enloquecido (una locura rara, que sólo le da de vez en cuando) y también es cierto que algo más de sugerencia y algo menos de evidencia hubiese beneficiado a la inquietud.
También comparto tu sensación. Es una buena película, pero es tan angustiosa que no te quedan muchas ganas de volver a verla. Yo lo he hecho dos veces y tardaré mucho en volver a verla. Me imagino, como bien apuntas, que ésa era la intención de Paxton al hacerse cargo de la película. Transmitir tal sensación de angustia que quisieras apartar la vista de lo que está ocurriendo y que, sin embargo, el argumento fuera tan potente que estuvieras deseando ver qué es lo que ocurre a continuación.
Abrazos sin visiones.
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