Aquel día prometía ser
sólo otra sucesión de horas con el sol entre las persianas, el pensamiento
vacío y la botella como esporádica compañera. Sin embargo, alguien entró en el
despacho y todo se volvió del revés. De repente, una cliente que quería que
encontrase a su hermana. El típico cuento de la muchacha descarriada rescatada
por la chica responsable. Lo de siempre. En estas cosas, no hay que creerse
demasiado lo que te cuenten. No habrá más remedio que hacer un par de averiguaciones
y a ver hacia dónde deriva el asunto. Y luego aparece la bailarina compañera de
la chica buscada. La tentación en persona. Ser detective privado llega a ser
muy duro. Especialmente si luego tienes a un chino dispuesto a romperte las
lámparas de una patada. Más vale que le dé un buen trago a la botella porque
hay que aguantar mucho y mi paciencia cada vez es más débil.
Además, por si fuera
poco, hay un gángster metido en el meollo. Como si fuera fácil tratar con esos
tipos. La policía anda detrás de lo que hago y les puedo oler a distancia. Esto
no es un sueño eterno, ni la despedida de una muñeca. Es encontrar a la hermana
pequeña. Y me voy a encontrar con una serie de personajes que harían las
delicias de cualquier psicólogo. Eso requiere tiempo y energía y, tal vez, no
me sobren ninguna de las dos cosas. Al fin y al cabo, estoy muy ocupado en mi
despacho viendo pasar a las musarañas, pero, qué diablos, la chica lo merece.
Si la desaparecida es la mitad de la mitad, habrá valido la pena. Ya saben, el
cinismo y la nobleza no siempre casan y, a menudo, tengo que hurgar un poco más
de la cuenta. Es el sino de todos los detectives privados del mundo.
Lo cierto es que uno se queda bastante asombrado de que me interprete James Garner, un actor que, en principio, está muy alejado de mí. Y la ambientación sesentera tiene su aquél porque no deja de ser irremediablemente kitsch y estúpidamente atractiva. Ya no llevo sombrero y, en lugar de gabardina, me han puesto una americana de tweed. Aún así, el caso funciona y se refleja con cierta gracia en mis idas y venidas, en los retorcidos giros de trama y en esa sensación inexplicable de que algo totalmente inesperado está a punto de pasar. Garner lo hace bien, muy relajado. En realidad, es como si se hubiese tomado un par de copas antes de empezar a rodar y eso me gusta. No te fíes de los hombres que no beben, son traicioneros. Y éste Marlowe tiene un no sé qué de la década que combina muy bien con el viejo concepto de ética y distancia. También hay alguna escena, como la del chino, que no viene demasiado a cuento, pero tampoco nos vamos a poner puntillosos con detalles nimios. Lo importante es que las balas salen con ligereza del cañón engrasado y que la mentira y la traición están a la orden del día. Por cierto, un día que prometía desfilar con sus largas horas y sus lujosos minutos y se ha convertido en un infierno de conspiraciones y de asesinatos. No está mal. Como sustitutivo de la botella y de la soledad, incluso me parece bien. Siempre que no me toque a mí.
2 comentarios:
La película SOUL es excelente, de verdad
Sin duda. Quizá algo más de música hubiese estado muy bien, pero, para mí, es una gran película.
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