miércoles, 15 de junio de 2022

EL MUNDO SEGÚN GARP (1982), de George Roy Hill

 

Garp sólo recuerda que nació en el aire y que, de forma casi inexplicable, también murió en el aire. Tal vez eso sea una metáfora de que, en realidad, la vida siempre está en el aire, con sus dudas, sus desequilibrios, sus momentos de felicidad y de desgracia. En ambas ocasiones, Garp recuerda su sensación de gozo, de que, al fin y al cabo, estar en el aire también implica una buena dosis de libertad dentro de una existencia que no ha sido demasiado amable con él, con una madre radicalmente feminista y una esposa que, desgraciadamente, es infiel. Sin embargo, Garp guarda una virtud que le hace diferente y es que se toma la vida como una comedia. Todo tiene un lado irremediablemente cómico, como ese jugador de fútbol americano que saca tres cabezas a cualquiera y que quiere cambiar de sexo. Y no es una cuestión de reírse de él. Es una cuestión de reírse con él. Garp quiere escribir porque ve que esa vida volátil e inasible es un misterio maravilloso que merece la pena desentrañar. Es sólo la óptica con la que Garp mira las cosas.

Es como vivir en una continua batalla de bolas de nieve. Sacar el máximo provecho a todo lo que pasa es algo que sólo está al alcance de unos pocos y Garp es un experto en ello. Tanto es así que ni siquiera tiene un nombre de pila y jamás supo quién era realmente su padre. Fue una cabezonería de su madre, que quiso tener un hijo y, siendo enfermera, decidió moverse entre las sombras y ponerse a la tarea con un soldado que estaba en coma. No deja de ser gracioso. Inusual. Un mimbre perfecto para alguien que quiere escribir sobre el absurdo de todo y la risa de más. Una auténtica simiente para quien quiera crear un par de universos paralelos que no tienen por qué ser mejores, pero sí más divertidos.

Excelente película de George Roy Hill, con fantásticos trabajos de Robin Williams, Glenn Close y John Lithgow, con un perfecto equilibrio entre drama y comedia con un ligero predominio de la segunda, dejándose ver en todo momento con agrado, sin olvidar que la tragedia está ahí mismo, al otro lado de lo inesperado, al otro lado de lo que realmente merece la pena.

Así que es el momento de recordar cuándo fue la última vez que estuvimos en el aire y si realmente queremos volver a ese estado. La sensación de ingravidez puede ser muy agradable si nos damos cuenta de que estar ahí arriba es un juego y no un peligro. Eso suele estar por aquí abajo, en otros que no comprenden y no se molestan en comprender. T.S. Garp (y no pregunten qué significa T.S. porque ni él, ni su madre lo saben) es un observador sonriente del mundo y hay que seguirle en su peripecia vital, con sus instantes de gloria, con sus ratos de miseria y, sobre todo, con el permanente deseo de hacer que cada minuto que pasamos en este infierno sea algo que se pueda recordar. En el aire o no.

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