Garp sólo recuerda que
nació en el aire y que, de forma casi inexplicable, también murió en el aire.
Tal vez eso sea una metáfora de que, en realidad, la vida siempre está en el
aire, con sus dudas, sus desequilibrios, sus momentos de felicidad y de
desgracia. En ambas ocasiones, Garp recuerda su sensación de gozo, de que, al
fin y al cabo, estar en el aire también implica una buena dosis de libertad
dentro de una existencia que no ha sido demasiado amable con él, con una madre
radicalmente feminista y una esposa que, desgraciadamente, es infiel. Sin
embargo, Garp guarda una virtud que le hace diferente y es que se toma la vida
como una comedia. Todo tiene un lado irremediablemente cómico, como ese jugador
de fútbol americano que saca tres cabezas a cualquiera y que quiere cambiar de
sexo. Y no es una cuestión de reírse de él. Es una cuestión de reírse con él.
Garp quiere escribir porque ve que esa vida volátil e inasible es un misterio
maravilloso que merece la pena desentrañar. Es sólo la óptica con la que Garp
mira las cosas.
Es como vivir en una
continua batalla de bolas de nieve. Sacar el máximo provecho a todo lo que pasa
es algo que sólo está al alcance de unos pocos y Garp es un experto en ello.
Tanto es así que ni siquiera tiene un nombre de pila y jamás supo quién era
realmente su padre. Fue una cabezonería de su madre, que quiso tener un hijo y,
siendo enfermera, decidió moverse entre las sombras y ponerse a la tarea con un
soldado que estaba en coma. No deja de ser gracioso. Inusual. Un mimbre
perfecto para alguien que quiere escribir sobre el absurdo de todo y la risa de
más. Una auténtica simiente para quien quiera crear un par de universos
paralelos que no tienen por qué ser mejores, pero sí más divertidos.
Excelente película de
George Roy Hill, con fantásticos trabajos de Robin Williams, Glenn Close y John
Lithgow, con un perfecto equilibrio entre drama y comedia con un ligero
predominio de la segunda, dejándose ver en todo momento con agrado, sin olvidar
que la tragedia está ahí mismo, al otro lado de lo inesperado, al otro lado de
lo que realmente merece la pena.
Así que es el momento de recordar cuándo fue la última vez que estuvimos en el aire y si realmente queremos volver a ese estado. La sensación de ingravidez puede ser muy agradable si nos damos cuenta de que estar ahí arriba es un juego y no un peligro. Eso suele estar por aquí abajo, en otros que no comprenden y no se molestan en comprender. T.S. Garp (y no pregunten qué significa T.S. porque ni él, ni su madre lo saben) es un observador sonriente del mundo y hay que seguirle en su peripecia vital, con sus instantes de gloria, con sus ratos de miseria y, sobre todo, con el permanente deseo de hacer que cada minuto que pasamos en este infierno sea algo que se pueda recordar. En el aire o no.
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