Vivir entre sueños
puede ser un estado ideal para la mente. Y creerse los sueños de los demás
también puede ser un remanso de paz para un psiquiatra que debe tratar con las
paranoias y las esquizofrenias agudas de un buen puñado de pacientes. Ese individuo,
que se hace llamar Prot, dice que es un extraterrestre que vino montado en un
rayo de luz a la Tierra. Evidentemente, es un loco que ha olvidado todo lo que
fue antes, pero contesta con tal seguridad, hay una falta absoluta de
vacilación en todas sus respuestas, está tan seguro de lo que dice, que llega a
sembrar la duda en aquel que se atreve a acercarse. Ha operado un cambio en
todos sus compañeros de sala. De alguna manera, les ha otorgado una ilusión, un
anhelo del que carecían. Su mirada siempre es inquisitiva debajo de esas gafas
de sol que esconden mucho más de lo que ven. Y suelta, de vez en cuando, alguna
frase que no hace más que despertar el pensamiento. No viene de ninguna parte y
anuncia que volverá a su casa montado en otro rayo de luz. Como si fuera un
tren a través del espacio. Incluso el individuo tiene unos conocimientos
científicos que no son normales. Sabe cosas que muy pocos saben. Tal vez, sólo
tal vez, K-Pax, su planeta de origen, exista.
Sin embargo, el
psiquiatra no se rinde. Debe buscar de dónde viene esta ocultación psicopática
de la personalidad hasta los límites de creerse, de verdad, un ser de otro
mundo. A lo mejor, la vida no ha sido demasiado amable con ese hombre que dice
llamarse Prot. Puede que, en algún momento, lo perdiera todo y no encontrara
más refugio que irse a las estrellas. Puede que el dolor fuera tan intenso, tan
insoportable que aún no ha bajado de ellas. Puede que Prot, en el fondo, sea
más humano que los seres humanos. Y que tenga muy poco de loco y mucho de
sabio. En un mundo como este, es lógico que le tomen por loco.
Interesante película
sobre las cosas que realmente importan en la vida con interpretaciones
magistrales de Jeff Bridges y, sobre todo, de Kevin Spacey, ese actor que
siempre se mueve al filo de la ambigüedad y que resulta creíble y transparente.
Incomprensiblemente, cuando se estrenó, fue un fracaso sin paliativos. Tal vez
porque es una historia amable dentro de la tragedia, porque otorga esperanza en
un mundo que carece completamente de ella, porque da en muchos lugares del
corazón y reconocerlo es de gente demasiado blanda que se niega a tomar un rayo
de luz para volver a casa.
Así que, tal y como está planteada, el dilema no es si Prot es verdaderamente un extraterrestre o no, sino si hay que creer en lo que dice porque, en el fondo, es un compendio de humanidad y de comprensión que sólo mostrará sus grietas en el estado de la inconsciencia. Puede que, a través de la mayor de las crueldades, Prot se sumergiera en las aguas frías y oscuras de un río para resurgir y aportar algo a la vida que, cada día, se vuelve más malvada, más vil y más inhóspita.
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