miércoles, 27 de septiembre de 2023

EL HUEVO DE LA SERPIENTE (1977), de Ingmar Bergman

 

“Los motivos de queja que tenemos contra él no justifican ninguna hostilidad. Démosles esta forma, diciendo que, si se aumenta lo que es, surgirán estas y aquellas desgracias y, por lo tanto, debe considerársele como el huevo de la serpiente que, incubado, llegaría a ser dañino, como todos los de su especie, por lo que es fuerza matarlo en el cascarón”                                    William Shakespeare. Julio César.

 

Abel Rosenberg trata de encontrar un sentido a su existencia. Durante años, ha formado parte de un trío de trapecistas con el que ha recorrido media Europa. Finalmente, su hermano tuvo un accidente y no hubo más remedio que establecerse en Berlín. Sin embargo, su hermano se ha suicidado y el Inspector Bauer, de la policía berlinesa, cree que hay relación entre esta muerte y los asesinatos que, últimamente, están teniendo lugar en diversos barrios de la ciudad. Abel, a pesar de ser judío en la Alemania de los años veinte, no quiere irse. Él no ha hecho nada malo y lleva la inocencia por bandera. Pero es judío. Es judío. Y eso hace que, por naturaleza, se convierta en el sospechoso número uno para la policía. Sólo porque es judío. Y los judíos, por naturaleza, están inclinados a cometer asesinatos. No hay ninguna ley que lo diga. Y en el horizonte ya empieza a asomar la cabeza un individuo ridículo con un gracioso bigotito que ha intentado perpetrar un golpe de estado en una cervecería alemana. Sin embargo, es posible que los ánimos para que ese hombrecillo con pinta de estúpido se establezca en una posición de tanto privilegio como para promulgar delitos de raza, estén ya ahí. A la gente no le han dicho todavía lo que tienen que creer, pero quieren creerlo. Y Berlín se convierte en una ciudad de sombras y conspiraciones, de asesinatos oscuros y de violencias claras. Abel debe realizar una última pirueta para sobrevivir, pero tiene pocas posibilidades, casi ninguna.

Ingmar Bergman realizó esta película en Alemania para evadir la deuda que había contraído con el fisco sueco. Se aventuró por los terrenos del cine negro con la historia de este trapecista que deambula por las calles de Berlín intentando encontrar razones para no sentirse perseguido cuando, en realidad, se está incubando el huevo de la serpiente que llevaría a toda una nación a la locura. En el papel protagonista, David Carradine, que trata de llevar todo el peso de una época que su personaje no acaba de comprender. A su lado, la siempre eficaz y contenida Liv Ullman en la piel de su cuñada, esposa de su malogrado hermano. Detrás de ellos, el Inspector Bauer interpretado con su habitual eficacia por Gert Fröbe. La película, a pesar de ser un intento de salirse del ambiente acostumbrado de Bergman, no deja de poner sobre el tapete todas sus obsesiones sobre la ausencia de Dios, sobre la culpabilidad, sobre la responsabilidad, mientras se desarrolla una trama más o menos detectivesca por las calles de un Berlín algo degenerado y aún más vetusto. El resultado es pesado, algo inerte, sin llegar a sus objetivos porque el propio Bergman llegó a confesar que “mientras rodaba El huevo de la serpiente estaba plenamente convencido de que estaba haciendo una obra maestra. No fue así”. Quizá porque no es fácil adentrarse en los terrenos de una sociedad corrompida moralmente a través de un género que habla sobre eso mismo. Bergman en las calles. Los chicos de la cruz gamada esperan en la siguiente esquina.

No hay comentarios: