miércoles, 24 de enero de 2024

EL CASO COLLINI (2019), de Markus Kreuzpaintner

 

No es muy frecuente hallarse con un recién licenciado en Derecho que, de alguna manera, siente que tiene que devolver todo lo que ha conseguido en un país que no era el suyo. Hijo de madre turca y padre alemán, fue adoptado por un industrial teutón que no dudó en educarle como un hijo más, dándole estudios, formación e incluso una relación sentimental con su propia hija. Sin embargo, el chico está lejos de imaginarse que su primer caso de defensa en una corte iba a ser el asesinato del hombre que le adoptó en manos de un misterioso italiano que se niega a decir ni una palabra. El chico es abogado, quiere demostrar que lo es y tendrá que vérselas con gigantes del Derecho en la acusación popular y, sobre todo, en la particular. Es todo un reto que haría que cualquiera  se echase atrás. Y, como no podía ser menos, hay más, mucho más en este caso de lo que a primera vista pueda parecer.

Ese hombre que tan bien se portó con él, ese industrial millonario que todo lo podía y que tan tierno se mostraba, sirvió en la Segunda Guerra Mundial como Oficial de las SS en la Italia ocupada. E hizo cosas que harían volver el rostro a cualquiera que quisiera mirarlas. Y nunca fue procesado por crímenes de guerra porque una oportuna ley estableció que las acciones de represalia no podían ser consideradas como tales. Una forma como cualquier otra de barrer todo lo que estorba debajo de la alfombra. Al mismo tiempo en el que ese abogado trata de hallar la verdad y otorgar justicia como forma de homenaje a Alemania, se destruye su mundo y todo en lo que había creído. Aquella chica de la que se enamoró en su día, ya no le mira igual. Aquellos sueños en los que había sido educado, ya no tienen el mismo sentido. Y todo en una corte que tendrá que decidir qué paso con ese italiano silencioso que, al final, hablará con sus lágrimas.

Excelente película alemana que trata de ajustar cuentas con un pasado que quiso ser casi ideal en la posguerra, haciendo creer que todos los que habían abrazado la causa nazi fueron juzgados por los tribunales de justicia para que la nueva Alemania creciera sin elementos tóxicos en sus principales estamentos. Nada más lejos de la realidad. Más gente de la que se creyó llevó con orgullo la esvástica. Lo único que se necesitó es que guardaran silencio sobre lo que había ocurrido y sobre lo que habían creído. Si alguien indiscreto preguntaba, nunca se sabía nada. Y otro tanto con un buen puñado de hijos de aquella generación que claudicó en la diferencia entre legitimidad y justicia, justificándose de manera cobarde y tremendamente cínica para poder seguir encarando el día siguiente.

El director Markus Kreuzpaintner agarra la historia por las solapas y tarda algo en centrarse, como si tratara de dar algunas cosas por sabidas o se hubiera dejado un par de fotogramas importantes en la sala de montaje, pero consigue una película muy notable, muy sincera y muy necesaria para decir a las claras que no todo fue un intento honesto de ofrecer una cara limpia al resto del mundo. A menudo, se consiguió cambiando los mecanismos más internos de la justicia que, rara vez, es ciega.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Muy de acuerdo con tu análisis, tiene un comienzo algo titubeante y que no termina de enfocar como va hacia donde va, pero cuando se clarifica nos encontramos con una estupenda película, con un gran sentido del ritmo, con dilemas morales, que tira de emociones sin ser para nada sensiblera, bastante bien interpretada y muy creíble.

Quizá tira de algún cliché en algún momento, quizá también a veces suena un poco "yanqui" en cuanto a films judiciales, pero, seamos sinceros, ¿Qué película sobre juicios no tiene esos "defectos"?

Se puede volver al debate de por qué en España no hay ninguna película que revise, incluso moralmente, un pasado histórico que tuvo en ocasiones mucho de negro. El sesgo ideológico y político (de todos) bloquea tratar determinados momentos de nuestra historia desde un punto de vista puramente ético. Y si se condena, por personaje interpuesto, a una parte de la sociedad de hace un tiempo se corre el riesgo de revanchismo o, incluso si no cae en ello, que se califique como tal.

No se si lo comentamos ya a propósito de "Argentina 1975". En España ni se produjo tal juicio, ni creo que se admitiera globalmente un simulacro ficticio.

Pero repito lo dicho al principio, a mi "el caso Collini" me pareció una película muy notable.

Saludos en el estrado

César Bardés dijo...

Muy de acuerdo con tu interpretación de la película, también. Por supuesto también esa injerencia del estilo americano en las películas de juicio (yo, a veces, he creído que sería perfectamente capaz de ejercer el derecho penal en los Estados Unidos por la cantidad de películas de juicios que he visto).
Quizá, eso que planteas de España, se puede contestar con un "por la misma razón por la que no se pueden cantar las loas de héroes españoles que existieron, que defendieron España incluso con la vida, o que huela a patria sin que haya, también, un revanchismo por parte de todos". ¿Por qué no hay una película hablando sobre Cascorro? Los americanos ya habrían hecho tres. ¿O de Blas de Lezo? ¿O de la estancia de Lillian Hellman en España para cubrir periodísticamente la Guerra Civil?.
En cualquier caso, creo que no cabría un simulacro ficticio de algo que quedó enterrado en el 77. Como tampoco tendría que haberlo de las checas (aunque hay una excelente película titulada "Rojo y negro", con Ismael Merlo de protagonista que sí lo hace), o de los juicios sumarísimos de la sacrosanta República con condenas a muerte incluidas.
Sinceramente, creo que unos cuantos descerebrados han querido desenterrar cualquier atisbo de reconciliación nacional por el mero hecho de hacerse un sitio en la cima. Creo que el espíritu de la transición (con todos sus defectos, que los tuvo), fue conciliador, el afán de entendernos de una vez, de dejar atrás todo lo que nos separaba para empezar a construir (con todas nuestras diferencias) lo que nos une. Lo que se hizo, fue muy difícil, muy complicado. Los militares no se andaban con tonterías. Y había que contenerlos porque la apertura incluía a todos (y hay que reconocer el esfuerzo de todos por aceptar las reglas del juego). Yo puedo atestiguar de primera mano cómo en países extranjeros se estudiaba la Transición en la asignatura de Historia como un modelo de cambio político sin derramamiento de sangre. ¿No podemos hacer una película de eso? Quizá contando esa historia, también se pueden contar las cosas innombrables que todos hicieron de uno y otro lado.
En fin, que me enrollo con el discurso buenista.
Abrazos conciliadores

CARPET_WALLY dijo...

A ver, aclaro. No cuestiono de ningún modo el espíritu de la transición y no solo acepto, sino que me parece encomiable lo que se hizo en esa época y cómo se hizo. Tampoco propongo un revisionismo culpabilizador de esos tiempos o esas decisiones. Al contrario.

Lo que quería indicar es que, precisamente, somos un pueblo incapaz de mirar a nuestra historia sin poner etiquetas de bueno o malo en función de nuestra propia ideología. Y los que ya llevamos algunas primaveras en este mundo sabemos que siempre hay grises, decisiones correctas o incorrectas que se tomaron en función de lo que pasaba en ese momento por la cabeza, por el bolsillo, por las narices o por lo que sea de los protagonistas (o de los ciudadanos de a pie, incluso). En la transición o después de ella, en el franquismo, en la Republica, en las guerras carlistas o en la Reconquista.

No debería pasar nada por acercarnos, por ensalzar o incluso por repudiar, si fuera repudiable, a Cascorro, a Blas de Lezo, a Queipo de Llano, a Durruti, a Felipe Gonzalez, a Aznar o al Gran Capitán. Ni por visitar de cerca la Conquista de América y denunciar lo que hubo, que lo hubo, de poco honorable o incluso vergonzoso, tanto como admirar, que también existió mucho, lo admirable de ese momento histórico.

Y sin embargo pasa. En España somos del Madrid o antimadridista, del Barsa o anticulés. Yo desde mi posición, que izquierdea bastante, no me sentiría ofendido si hay una película sobre, por ejemplo, Santiago Carrillo si es un intento de acercamiento lo más informado posible a la realidad de un personaje fundamental en la transición pero con un pasado bastante más que turbio. No me interesaría tanto si hacen una película con intención política sobre su participación en Paracuellos, ni si la hacen sobre el periodo constituyente elevándole a los altares de héroe de la transición. Pero si se trata su figura y el periodo que se escoja, no digamos ya toda la vida, con vocación de verdad, de denuncia de lo denunciable o de valorar lo encomiable me parecería que estaríamos en el camino de aprender y comprender muchas cosas.

Y finalmente, estoy contigo, en que una buena película sobre la transición (hay muchos testigos y testimonios para hacerla con mucha objetividad o al menos aceptando las miradas desde todo el espectro del pensamiento) sería bastante imprescindible y si se hace bien, incluso muy interesante. Así, tal vez, muchos jóvenes y algunos no tanto entenderían y aprenderían algo de historia y de nuestro país. Y habría mucho más aceptación de ideas distintas y afectaría positivamente a la convivencia.

La crítica y el análisis es fundamental. Y hay que hacerlo con todo, con lo que quieres y con lo que odias. En nuestra propia vida privada, ¿no juzgamos y "condenamos" a algún ser querido cuando su comportamiento no ha sido correcto según nuestra propia ética? ¿No alabamos, aunque nos pese, algún comportamiento admirable de gente a la que no soportamos?
El ser querido seguirá siendo acogido, el ser odiado seguirá siendo mal recibido, seguramente eso no cambiará, pero habremos sido capaces de discernir el bien y el mal sin subjetivarlo de más.

Por eso es triste que España no sea capaz de mirar hacia atrás, por supuesto, sin ira, pero también sin censura o auto censura. Quizá eso sea también una consecuencia de aquella transición notable pero, como todo, imperfecta. Y quizá necesitemos también una nueva transición en la que se pueda hacer descender de los altares a "dioses" y "milagros" de uno y otro bando sin tener que llamar blasfemo al que lo haga.

Yo también me he enrollado y también soy buenista e incluso iluso, por que pienso que algún día tal vez eso llegue.

Abrazos esperanzados pero pesimistas (mi propia contradicción)

César Bardés dijo...

Posiblemente, estoy muy de acuerdo con todo lo que apuntas (perdona de nuevo el retraso, pero sigo de cabeza, está todo muy desmandado) y no cabe añadir más. Todo esa falta de autocrítica en la traslación de la Historia de España al cine viene dado por la polarización que apuntas. Y también, por qué no decirlo, de la falta de mirada imparcial por parte de nuestros cineastas. Un buen ejemplo de una mirada bastante objetivo lo podemos tener en el Amenábar de "Mientras dure la guerra" en la que se consigue retratar la figura de Unamuno con sus sombras y sus luces, sin rencor, sin afán de revanchismo, sin decir "mirad éste lo facha que era y luego lo que dijo" (diría lo mismo si fuera al revés). Sin embargo,no ha tenido continuidad. Coño, si hasta algún lumbreras ha tachado a Pérez-Reverte de facha (más allá de sus declaraciones) porque ha retratado a la España monárquica y rancia de los Austria en sus aventuras de Alatriste. Con estos antecedentes, ¿cómo vamos a esperar que nadie haga una película sobre las andanzas de don Francisco de Quevedo como espía en la corte de Venecia para el duque de Osuna? ¿O cómo vamos a esperar una biografía de una vida tan apasionante como la de Miguel de Cervantes? Pobre España. Es incapaz de ir hacia adelante, como es incapaz de mirar hacia atrás.
Ojalá tengas razón y tal vez algún día eso llegue y nos demos cuenta de lo mucho que hicimos, bueno y malo. Y no solamente malo.
Abrazos de ley.