Mavis Turner estuvo una
vez ahí arriba. Realizó una audición para Bob Fosse y participó en los coros de
tres o cuatro musicales de Broadway. No pasó nunca de ahí, pero se tuvo que
bajar porque tomó unas cuantas decisiones erróneas. Quiso empezar de cero y,
tal vez, lo mejor era poner un estudio en un barrio cualquiera, con una vieja
amiga al piano, y dar clase de claqué a unas chicas que ya no cumplen los
cincuenta. Sorpresivamente, también hay un hombre, un tipo algo perdido y
despistado que le pone mucha voluntad. Ahí, sobre esas tablas y ante ese
espejo, Mavis se da cuenta de la humanidad que se desprende de los mediocres,
de los que no llegan a ninguna parte, de los que utilizan el baile como terapia
mientras que para ella llegó a ser una forma de vida. A lo mejor pueden hacer
una actuación como cuerpo de baile en algún teatrillo. Quizá no estén en la
mejor forma física posible, pero trabajan mucho y quieren sudar el maillot.
Todos quieren dar un paso adelante. Y Mavis no está segura de darlo.
Un, dos, un, dos, un,
dos, tres…vamos, paso adelante, paso atrás, vuelta, punta, tacón, punta, tacón,
sombrero y vuelta…Una y otra vez. Mavis puede creer que no hay ya más salida
que ese estudio en medio de ninguna parte, en la ciudad de Nueva York, donde un
día creyó que podía alcanzar las estrellas en forma de luces de neón, con su
nombre en los carteles y la música en sus piernas. Todo fue un sueño que apenas
la acarició y ahora cree que todo se queda ahí, en esa madera vieja, en ese
piano que toca una amiga que la quiere de verdad, pero que también está con el
ticket de vuelta, en ese espejo que sólo devuelve cuerpos que ya están muy
castigados por la vida y los desengaños. Eso no es lo que quiso y, sin embargo,
es todo lo que tiene. Ella descubrirá que hasta los más pequeños principios,
tienen grandes beneficios.
El último papel protagonista de Liza Minnelli en una película fue aquí, en un título que pasó totalmente desapercibido en su día y que está basado en una obra de teatro que obtuvo un gran éxito y que en España interpretaron Ana Marzoa, Gemma Cuervo y una insuperable Mari Carmen Prendes. El cambio en la cabecera de la producción de la Paramount Pictures en el año 1991 perjudicó la promoción de la película y fue un sonoro fracaso en Estados Unidos aunque consiguió un éxito moderado en el Reino Unido, atraído por la presencia en el reparto de Minnelli, Shelley Winters y Julie Walters. El resultado es una película estupenda, entretenida, con unos cuantos números musicales de cierta categoría asumiendo que es un musical eminentemente de cámara, de producción pequeña y largos sentimientos. Algo que, quizá, no está hoy mismo muy de moda, pero se pasa un gran rato y se aprecia el increíble sentido del espectáculo de una actriz que maravilló durante unos cuantos años a pesar de todas sus dificultades personales. Ella sólo dio pasos atrás cuando lo tenía todo para ser una dama de leyenda.
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