Ciento
cincuenta años y, quizá, las cosas no han cambiado tanto como creemos. El ser
humano aún sigue disfrutando haciendo daño, ejerciendo una dominación
despótica, tratando de parecer que el pasado sea también el futuro. Es un
animal reacio a los cambios, a la evolución y, sobre todo, a la justicia.
Irrumpe con brutalidad en lo normal para convertirlo en pura suciedad moral, en
violencia de la peor clase, en odio, ese sentimiento que es el que mejor sabe
expresar.
El ser humano no
soporta que haya otros mejores, más preparados, más felices y más rebeldes. Y
no es una cuestión de ideología, sino de derecho natural. Nadie, por ser de
diferente raza, es mejor, ni peor. Y, sin embargo, una y otra vez, se trata de
sojuzgarlo, de machacarlo, y, si es necesario, de exterminarlo. El ser humano
caerá, recalcitrante, en los mismos errores, en los mismos pensamientos que le
otorgan la condición de fiera salvaje, en la terrible indiferencia que le causa
el sufrimiento ajeno. Aunque, sin duda, también habrá quien se oponga a ello y
trate de hacer que, en sí mismo, sea un poco mejor, más justo, menos
prejuicioso, más verdadero.
No cabe contar nada de
esta película. Sólo es posible hallar puntos de contacto con Déjame salir y permitir que te coja de
la mano y te queme. Cuando alguien se siente herido, puede ser tan peligroso
como una criatura feroz, porque la ira llega a ser un cabalgar desbocado.
Difícil de controlar. Vicioso de desarrollar. Y, en algunas ocasiones, hasta
necesaria. Como lo es el instinto de amistad, el deseo de ser apreciado más
allá de otras consideraciones físicas y, como dijo alguien una vez, juzgado por
lo que guarda en su interior y no por el color de su piel. Aún no ha terminado
esa guerra porque sigue habiendo fanáticos irracionales, que creen que el orden
debe existir con el derramamiento de sangre y son meros ignorantes de la
libertad de las almas.
Aunque, en algún
momento, parece que la película se escapa de las manos y los directores Gerald
Bush y Christopher Ganz se recrean ligeramente en determinados pasajes, Antebellum es una fábula inteligente que
no llega a la brillantez, pero que está llevada con brío y sentido, que no
horroriza, pero sí tensa y que no necesita hacer pensar porque ya está hablando
de algo evidente. Aún quedan libertades sin dueño, que buscan épocas de
igualdad y décadas de reparación. La humillación debería ser desterrada del
alma del hombre y, aunque suene a pasado de moda, hay que buscar en el corazón
todo aquello que convierte en grande a las personas y reconocer que todos
merecen admiración, respeto, silencio cuando procede, palabras y preocupación.
Todos. Sin excepción.
Puede que todo esto no
sea más que una verdad evidente que cualquiera ha pensado alguna vez, pero
seguimos empeñados en olvidarlo, en negarlo, en obviarlo y en pisotearlo. Más
aún en estos tiempos tan llenos de enfermedad y de desprecio, donde todo se
opina, todo se cuestiona, todo se retuerce y todo cae presa de la relatividad
más ignominiosa. Y lo que es injusto y terrible, lo es. Y lo que ha sido, sigue
siéndolo. Tal vez por eso el pasado nunca muere. O, tal vez, ni siquiera
existe. El pasado es hoy. El futuro es hoy. Y el presente es lo que, de verdad,
no debería existir. Es tiempo de buscar el momento y el modo. Y, a partir de
ahí, sólo queda avanzar y defender los derechos de todos.
2 comentarios:
He de decir que es la primera crítica de la que leo algo parecido a positivo sobre esta película que casi todos denominan como muy inferior a "Déjame salir" o incluso "Nosotros", que son los títulos que la acompañan en la promoción.
Aunque he de decir que si la primera me sorprendió gratamente aunque sin alardes (ni mucho menos para darle el bombo que le dieron), la segunda una vez que pasa el primer punto de interés la irrupción de los iguales en la casa "normal" me pareció bastante poco estimulante y su final predecible como pocos.
Ahora bien, es seguro que este "Antebellum", independientemente de las opiniones, podría competir en los Oscar de 2024 (Autopromoción de mi gus de mañana).
Abrazos raciales.
he de decir que
Habría que decir que, tanto "Déjame salir" como "Nosotros" son de Jordan Peele. Ahora bien. Separemos.
"Déjame salir" me parece una buena película (no más allá), tiene algunas cosas muy, muy interesantes y, desde luego, me parece como funciona en su mensaje antirracista porque no cae en el panfleto.
Por otro lado, "Nosotros"...no acabó de gustarme. Una vez que, efectivamente, se sale de la casa "normal" la película se cae, se derrumba y estrepitosamente, además. No funciona. No tiene interés y ni siquiera vale como película de terror.
En cuanto a "Antebellum", te diré. Pasé por varias sensaciones al verla. Estuve a un tris de salir despotricando porque, en determinado momento, parece que se le va de las manos. Pero la estructura es estupenda, la idea es muy buena. NO es de terror (quizá por ahí vayan las críticas negativas. Esperan que sea una película de terror cuando no lo es para nada). Tiene su aquél, con sus defectos (como alguna que otra muestra de autocomplacencia recreándose más de la cuenta), pero salí con la sensación de que había visto una película inteligente, que también funciona en su mensaje antirracista y que, sin llegar a ser panfleto, resulta hasta muy interesante. Y no, al final, no se le va de las manos.
Evidentemente, "1917", no podrá competir. Y olvídate de "Lawrence de Arabia", que tampoco lo podría hacer. Van a convertir a los Oscars en un festival más, como si fuera Cannes, Venecia, Berlín o San Sebastián y ya vamos a despedirnos, de manera definitiva, de ver las mejores películas del año como nominadas (no siempre es así, de acuerdo, pero en muchas ocasiones, sí lo es).
Abrazos de mariposa.
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