Trabajar como lectora
en el Instituto Anglo-Árabe será todo lo interesante que uno puede desear, pero
no da para vivir. Así que no hay nada mejor para completar ingresos que
ofrecerse como una señorita de compañía de alta gama. Y eso posee una extraña
atracción porque, en la cama, se tiene mucho más dominio sobre los hombres y el
dinero que desde la oficina de un despacho en el que se cuecen más secretos de
lo que se pudiera pensar. Y Laureen, la lectora, va a ser fundamental en la
firma de un tratado de paz entre los árabes y los israelíes porque, de alguna
manera, va a influir en uno de los negociadores. La atmósfera de silencios se
llega a hacer irrespirable y los espías, seres tristes y oscuros, comienzan a
proliferar preguntándose hasta dónde puede llegar una doctora en filología
árabe que no tiene reparos en prostituirse. Va a ser necesario jugar a varias
bandas y la chica lo sabe.
Sin embargo, hay un
elemento que lo embarra todo y hace que no sea tan fácil jugar a los espías. El
maldito amor. La chica se ha enamorado del cliente y no quiere que salga
perjudicado. La vida suele jugar malas pasadas y la mentira del sexo ha dado
lugar a la verdad de la pasión. Laureen está dispuesta a todo para favorecer al
negociador y la trama se complica. El asunto, con una mezcla inexacta e
incómoda entre espionaje y melodrama, tiene un raro aire de credibilidad. El
prestigio mal pagado que tanto se ha instalado en la sociedad acosa a esta
mujer que sólo quiere ser libre y vivir con tranquilidad. Y lo que otorga
realismo a sus tribulaciones es precisamente su capacidad para amar. No es sólo
otra fría funcionaria que lleva una vida respetable por el día y otra más
oculta por la noche. Tiene sentimientos, llora, ríe, sufre y, sobre todo, ama.
Y no cabe duda de que el amor es el gran motor de muchas de nuestras acciones,
por no decir todas.
Sigourney Weaver
realiza un espléndido y esforzado trabajo en la piel de esta doctora lingüista
que se encuentra con el inesperado hombre de su vida, que no es otro que
Michael Caine. Entre medias, toda una amalgama de conspiraciones e intrigas
internacionales se presentan, casi, como un inconveniente inquietante al
desarrollo de ese amor que experimentan los dos personajes, que se adentran en
un drama psicológico y romántico que se retuerce hasta el thriller político y el asesinato. Quizá falta algo de tensión en
algunas escenas, algo sumergidas en un diálogo denso y prolijo, pero el
conjunto no es tan malo como se dio a entender en el momento de su estreno y
merece una mirada al abismo al que se asoma esta mujer que se convierte,
insospechadamente, en la pieza clave de un trato que no llega nunca.
Allí, en la calle de la media luna, hay una chica esperando.
2 comentarios:
Recuerdo esta película que vi en su día. Me pareció tal y como comentas, una película notable en planteamiento y atmósfera, muy bien interpretada, pero terriblemente falta de ritmo en bastantes ocasiones. Me suena como muy ochentera en las formas de los thriller psicologicos de entonces (muy pausada, muy hablada, muy de imágenes, muy de parones) y también en su estética.
Aunque no la recuerdo del todo bien, no me dejó más huella que un recuerdo borroso y un regusto por la interpretación de la Weaver y de Caine.
Tendría que revisarla, nunca es mal momento.
Abrazos a dos bandas
Estoy bastante de acuerdo con lo que apuntas. La película tiene muy buen planteamiento y, probablemente debido a una cierta inutilidad en la dirección, queda un poco lastrada por esos enormes vacíos de ritmo. Aún así, el argumento tenía tal interés que podía tapar sus defectos. Además, las interpretaciones de los dos son maravillosas y creo que, sinceramente, en buena parte salvan la película.
Abrazos desde la bicicleta.
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