miércoles, 28 de septiembre de 2022

EL FESTÍN DE BABETTE (1987), de Gabriel Axel

En la rígida moral protestante, no cabe el disfrute de nada terrenal. Ni siquiera cuando hay unos cuantos manjares dispuestos encima de la mesa. Esta europea continental que se ha instalado entre estas buenas gentes cree que provocando unos cuantos gemidos de placer culinario va a pagar todo cuanto se ha hecho por ella. Y lo que va a hacer es poner el pecado al mismo borde los labios y en el mismo centro del estómago. No, no puede ser. Ha ganado un premio en la lotería y lo quiere gastar poniendo encima de la mesa unos cuantos platos para que todos caigan en la gula, en la despiadada e infame ansia de comer. Nadie en su sano juicio podrá hacer ningún comentario elogioso hacia lo que ha cocinado. Lo contrario sería atentar contra las buenas costumbres y contra el mismo Dios. Templanza, recogimiento, represión. Esas son las soluciones. Nadie le hará un feo, pero nadie se va a deshacer de gusto.

Claro que siempre hay algún elemento ajeno que rompe toda disciplina. Y no deja de ser paradójico que el susodicho sea un militar. Es un hombre que ha viajado por toda Europa y es posible que haya estado en algunos lugares ignotos donde la tripa ha pedido siempre más. Puede que incluso reconozca alguno de esos elaborados platos que la francesa pretende servir con primor, pero ese señor es casi tan extranjero como ella y se atreve, con una inusitada osadía, a comentar lo bueno que está esto, o lo arrebatadoramente exquisito que está esto otro. Habráse visto. Un hombre tan acostumbrado a la disciplina, cuyo modo de vida debería ser cuasi espartano, es incapaz de mantener la boca cerrada. Malditas costumbres continentales. Fuera hace mucho frío y el horno no está para bollos. ¿O sí?

Con un estilo casi ligero, rodeado de una falsa y ridícula trascendencia, Gabriel Axel dirigió esta película que se degusta como un género exquisito de alta comedia crítico-costumbrista, poniendo en solfa los pretendidos valores morales de aquellos que callan lo que piensan en aras de una estúpida creencia que no les va a llevar más cerca de ninguna parte. Los platos de Babette se suceden con maestría y los comensales experimentan un placer casi sexual al degustarlos, pero con la espartana obligación de callar en una demostración de grotesca austeridad inasequible a la alegría de vivir. Stephane Audran, con movimientos medidos y manteniendo una seriedad que siempre hace equilibrios con la perplejidad, realiza una interpretación muy contenida y acertada. Y es que es lógico pensar, cuando pones toda tu sabiduría en el sabor, que los invitados están descontentos cuando nadie dice ni esta boca es mía. ¿O sí?

Así que en una noche de invierno inolvidable, no habrá hambre ante el arte y el olor a guiso parece elevarse por encima de las imágenes, con el calor del fogón poniendo de su parte ante tanta aparente indiferencia. Al final, parecerá que el licor digestivo también ha trabajado duro y los convidados vuelven a sus casas con calefacción incorporada. Es lo menos cuando han practicado aquello de que la oveja que bala, bocado que pierde. ¿O no?

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

Me parece una estupenda película, bastante olvidada e injustamente valorada, tal vez por el hecho de haberle birlado el Oscar a Louis Malle y a su magistral "Adiós muchachos" en una edición en la que si la memoria no me falla también competía Ettore Scola y "La familia". De todas formas, ya digo, magnífica adaptación de Karen Blixen (otro dato que también siempre se olvida). Y una final de esos que escuecen los ojos.

Tuvo a bien inaugurar cierta moda de las películas de "comidas" entre las que destacaron "Como agua para chocolate", "Comer, beber, amar" o ya en un nivel más puramente escatológico "El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante" de Greenaway. Hay que reconocer que es un cine que entra por los ojos, y el género ha dado buenas películas (me salen así de primeras "Vatel" o la reciente "Delicioso"), que desde luego conviene ir a ver ya merendado de casa.

Abrazos al corro de la patata

César Bardés dijo...

Fue uno de esos Oscars que, en aquel momento, me llevé las manos a la cabeza porque había visto la de Malle y no la de Axel y me quedé anonadado, también porque Malle llevaba una carrera que merecería algún premio. La de Scola la vi muchos años después y no me hubiese molestado nada que se lo hubiera llevado. Sin embargo, la de Axel me pareció una pequeña maravilla y, cuando la vi, que fue también un par de años después en un pase de la Filmoteca, entendí el premio. Más que nada por la crítica que hace a la represión de los sentimientos, que me parece fantástica.
Y es verdad. salías con un hambre que no era normal. Ahora bien, lo de las perdices en vol-au-vent no lo veo, porque no me va. Una vez comí perdiz y, sinceramente, no comí. No porque me diera rechazo ni nada de eso, sino porque es todo hueso y comer, lo que se dice comer, comes bien poco.
Buena selección la que haces con esas películas de comida. Destacar "La gran comilona" en los setenta (por cierto, la volví a ver hace poco y se me hace aún más repulsiva) o esa comedieta con cierta gracia que es "Pero..¿quién mata a los grandes chefs?", con George Segal y Jacqueline Bisset poniéndose las botas literalmente antes que ir a lo de siempre. Luego, en esta moda que tú citas, se puede recordar "El chef", o aquella de los restaurantes que son competencia y que no me acuerdo cómo se llamaba, con Fanny Ardant. Casi podríamos decir que se ha quedado como un género genuinamente francés. Aunque ahora tengamos la película con Karra que también va de cocinas y locuras.
Abrazos con vino de lujo.

CARPET_WALLY dijo...

Le robó el Oscar a Malle , a Scola y ¡¡¡a Garci!!! . Aun no entiendo como la Academia pudo si quiera nominar una película como "Asignatura aprobada" que me parece una de las peores del pobre Jose Luis (al menos en mi gusto no cabe que pudiera ser la mejor película de habla no inglesa de cualquier año).

Y si hablamos de películas de comidas, sin entrar en las calificadas X, mencionaría, por supuesto "Ratatouille" y anteriormente "La grande Bouffe" y si abrimos la mente hasta "Delicatessen" o "Chocolat".

Y por ampliar mundos..."Viven" le parecería perfecta a Hannibal Lecter.

Abrazos sabrosos

César Bardés dijo...

Es cierto que "Asignatura aprobada" es una de las películas que menos se recuerdan de Garci y que resulta algo desangelada. Aún recuerdo cómo el gran Fernando Fernán Gómez salió al estrado de los Goya de aquel año a entregar el premio a la mejor dirección ("Asignatura aprobada" ya se había anunciado como nominada a los Goya) y antes de abrir el sobre dijo:
"La mejor de las suertes para la película ganadora". O sea, que lo tenía muy claro.
Bien visto lo de "Ratatouille", deliciosa, al igual que "Delicatessen" y "Chocolat". También tenemos a Louis de Funes metido en una conspiración internacional en "El gran restaurante" y como crítico de la guía Michelin que acude en secreto a los restaurantes a los que tiene que calificar en "Muslo o pechuga", una película que no estaba mal y que recuerdo que hasta el ABC publicó un anuncio avisando que, a pesar del título, no tenía nada de erótico.
Diablos, incluso parte de "La vida es bella" podría entrar dentro del género culinario....
Abrazos con el gorrito blanco.