Todo empieza casi como
un juego, o como un mero afán de impresionar. Una alumna de Derecho quiere
impresionar a su amante y profesor y elabora una intrincada teoría en la que
expone los motivos y los posibles culpables del asesinato de dos jueces del
Tribunal Supremo. La historia puede ser verdad. La historia puede ser mentira.
Y, sin embargo, la chica da en la diana. Acierta con todo. La teoría, vista en
frío, puede incluso ser bastante ridícula, pero es cierta. Y están implicadas
unas cuantas personas importantes. Entre otras, el mismo Presidente de los
Estados Unidos. Ya se sabe. Intereses creados, deudas impagadas, financiaciones
de rostro legal e intención ilícita, corrupción, poder…Todo cambia porque un
asesino profesional entra en juego. Ella intenta confiar en alguien, pero, uno
a uno, todos los que merecen su confianza van cayendo eliminados. Hasta que
encuentra a un periodista llamado Gray Grantham, uno de esos tipos a los que
sólo les interesa la verdad, y contarla.
El peligro acecha
detrás de cada rincón. Grantham admira el tesón de la chica, su capacidad
investigadora, su inteligencia evidente. Sin duda, está indefensa porque la
inteligencia rara vez puede parar las balas, pero sí puede evitarlas. La sangre
corre con facilidad y los perseguidores son insistentes. El informe Pelícano es
un problema de los grandes. Si la Casa Blanca niega lo que en él se dice,
tendrá que dar explicaciones que no puede dar. Si lo acepta, será culpable de
un buen puñado de ilegalidades bastante graves. La política es el arte de
guardar el equilibrio entre lo malo y lo peor y este Presidente está al borde
del fascismo. No se puede jugar con la justicia. Y mucho menos utilizarla como
diana.
Lo que más impresiona
de esta película, aparte de la luminosa sonrisa de Julia Roberts, es la
meticulosa dirección de Alan J. Pakula. A poco que se pueda prestar atención,
se cae en la cuenta de que no hay ni un solo plano de más, de que todas las
situaciones están milimétricamente rodadas, de que el suspense se administra
con un gran sentido del ritmo y de que, más allá de diálogos y de hechos, el
espectador sabe dónde se encuentra en cada momento, por qué molesta tanto un
informe hecho de cualquier manera y hasta qué punto las esferas del poder son
capaces de remover el cieno para conservarlo.
Por supuesto, Pakula, un hombre que siempre destacó por su inteligencia, también se rodea de un espléndido reparto de secundarios que incluye nombres como Sam Shepard, James Sikking, Robert Culp, John Lithgow, Stanley Tucci, John Heard, Tony Goldwyn o el ya anciano Hume Cronyn. Nombres que quizá no son de primerísima línea si los comparamos con la propia Julia Roberts y con Denzel Washington que, en esta ocasión, se limita a ser eficiente y a actuar en un tono menor dejando la parte del león a su compañera. El resultado es una película que llega a ser apasionante y absorbente, con algunos momentos de enorme altura cinematográfica que, curiosamente, pasan muy desapercibidos para la gran mayoría. Quizá de la misma manera en la que un informe redactado por una estudiante debería haber permanecido en el fondo de un cajón para no provocar a los lobos.
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