El espacio vacío es
insaciable. En cuanto se da cuenta de la menor rendija, trata de aspirar todo
lo que pilla, haciendo de la presión el abrazo más mortal de todo el universo.
En una luna de Júpiter todo parece más lejos, más irreal y allí es donde va a haber que demostrar todo el valor. El
contrabando de drogas era algo que no se había detectado y algunos mineros han
perdido la cabeza. Y perder la cabeza en medio del desierto de estrellas es muy
peligroso. Todo va a ser destapado. Y aún se jugará una última carta para
acabar con el agente federal destinado en esa luna perdida en la cara oculta
del gigante. Tres hombres tendrán que llegar en un transporte para acabar con
él. Nadie le va a echar una mano. El reloj va a marcar los segundos uno a uno,
para que el tipo sepa lo que es la sensación de una soga alrededor del cuello.
Y el desafío será definitivo. William O´Niel tratará de poner en juego todo lo
que sabe para salir vivo de ese agujero de minas y suciedad humana. Tendrá que
hacerlo muy bien, porque el vacío querrá cobrar su recompensa. Su espalda se ha
convertido en diana. La oscuridad espera.
Por supuesto, nadie
querrá echarle una mano. Más vale tener trabajo en un agujero del universo que
perderlo en un combate que está perdido. Sólo una médico comprenderá la
situación de O´Niel y, muy modestamente, tratará de correr por él y cerrar unas
cuantas puertas. Algo, por otra parte, fundamental si se quiere andar por unos
pasillos que cuelgan suspendidos por el espacio. En cualquier caso, el duelo
está servido. Y así, sin tomarlo más allá de lo anecdótico, nos acordamos de
que O´Niel es otro hombre que está solo ante el peligro, igual que un tal Kane
en un pueblo perdido escondido por el polvo.
Peter Hyams rodó con su habitual sabiduría fotográfica este remake espacial de la historia de Fred Zinneman con Sean Connery metiéndose en la piel desesperadamente experimentada del oficial O´Niel, tragando cada segundo como si fuera una bombona de oxígeno que se va agotando a la espera de la llegada del transporte que traerá la misma muerte. Realizada con extraordinaria habilidad, se acepta sin problemas esta actualización del mito del Sheriff Kane enfrentado a tres hombres malvados que no vacilarán a la hora de asesinarlo por motivos puramente comerciales. Hadleyville se ha convertido en una colonia minera muy cerca de las estrellas y los peligros se multiplican porque ya no hay sol de justicia al mediodía, sólo oscuridad de defensa en la noche eterna. El resultado es una película bien llevada, que no se acerca, y muy posiblemente, tampoco quiere, al original, armando un escenario diferente, con un entorno hostil que se añade al inhóspito espíritu humano que experimentan estos representantes de la ley que sólo quieren hacer lo correcto. Algo que, aún hoy en día, se antoja como verdaderamente difícil. El silencio del cosmos, en su permanente orden matemático, será testigo de lo que ocurra allí, en la luna de Júpiter, a muchos millones de kilómetros de la Tierra. En un futuro. Hoy mismo.
2 comentarios:
¡Buena reseña! Posiblemente mi película preferida de Hyams. Rodada con mucho oficio y siempre entretenida, con ese gran tercer acto lleno de tensión.
Saludos.
Es que es una película que está muy bien.Sin superar el original de "Solo ante el peligro", hay que reconocer que Hyams lo hace muy bien. Por cierto, tengo que reconocer que, sin ser un primer espada,Hyams ha salpicado toda su filmografía de películas muy interesantes. Un cineasta que, creo, merece mayor reconocimiento.
Saludos y gracias por tu comentario.
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