El futuro ya está aquí
y ha llegado a las prisiones. Y ha traído un invento para ahorrar costes y
guardias. Es un simple collar. Es como un anillo de boda, une misteriosamente a
un prisionero con otro y, si se separan más de cierta distancia, el collar
lleva una carga explosiva que hace que la cabeza salte por los aires. Bueno ¿y
qué? Pues que nadie sabe quién es su compañero. De esta forma, ya se puede dar
luz verde a las prisiones unisex, a los trabajos forzados al aire libre y a un buen
puñado de ventajas adicionales. Los prisioneros no pueden escapar aunque no
haya rejas limitando los movimientos. O se quedan dentro de un determinado
perímetro o ya tomaste tu última comida, compañero. Dos prisioneros menos.
Sin embargo, toda la
seguridad del invento se pone un poco en entredicho cuando llega por ahí un
tipo que es más listo que cualquiera que se le ponga por delante. Es un ladrón
de joyas al que, por otra parte, no conviene volarle la cabeza por mucho que se
empeñe en escapar porque tiene un botín escondido en alguna parte. Y ahí
empieza el juego del gato y el ratón. Que si llevo el collar, que si tengo a
una prisionera como pareja, que me cojo un autobús y ella tiene que correr como
el viento si no quiere que la corbata apriete demasiado…todo un muestrario de
inconvenientes. Lo que importa realmente es que el tipo cante y diga dónde está
todo ese alijo de diamantes que no se ha podido recuperar ni siquiera para el
juicio que le condenó. Hay algunas cosas que no cambian para el futuro.
No cabe duda de que Peligrosamente unidos es una película
con vocación de serie B, pero es entretenida, llena de acción, con algunos
giros realmente inteligentes y con una interpretación más que solvente de los
dos protagonistas, Rutger Hauer y Mimi Rogers, pero que cojea ostensiblemente
en la sobreactuación de los secundarios que les acompañan, como Joan Chen,
James Remar o Stephen Tobolowsky, que no hacen más que convertir una
prometedora película de acción trepidante en un guiñol algo pasado de rosca.
En cualquier caso, se pasa un gran rato, con mención especial a la primera mitad de la historia, en la que los protagonistas hacen lo imposible con tal de permanecer a la distancia adecuada, cosa que no es fácil cuando ella es atractiva y él no está nada mal. Alrededor de ellos, como un alambre de púas invisible con tendencia a estrecharse, unos cuantos traidores intentarán saber lo imposible, ajustar el collar hasta que la situación sea bastante explosiva y, de paso, tratar de dar el último golpe con la colaboración de algún cerebro privilegiado. Y se produce algo muy extraño. De alguna manera misteriosa, el espectador también se coloca un collar con respecto a esta película. No es posible desengancharse. Sólo hay que quedarse en el sofá mientras se rescata y esperar que no haya ningún signo de alarma. La historia te lleva en volandas para pasar un rato realmente entretenido.
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