jueves, 19 de octubre de 2023

SOUND OF FREEDOM (2023), de Alejandro Monteverde

 

Mirar para otro lado no sólo es un signo de cobardía sino que también lo es de complicidad. La pederastía generalizada ha conseguido que, hoy en día, haya más esclavos que en la época en la que esa actividad estaba legalizada. Y no sólo por la inoperancia de gobiernos, por la dejadez en la cooperación y por la desidia en la investigación, sino porque hay un ingente mercado dispuesto a consumir esa repugnante vergüenza que nos denigra como seres humanos, destroza vidas inocentes y produce una serie de daños irreparables físicos y morales. Hay que luchar, denunciar, implicarse, ser y no sólo estar. En esta guerra, todos debemos ser combatientes activos.

En algún lugar de una lucha secreta que apenas goza de difusión en los informativos, un hombre decidió dejarlo todo porque se dio cuenta de que esa red de auténticos malnacidos podía llegar a los rincones más insospechados de la infancia. Con tesón y compromiso, el agente de seguridad Tim Ballard puso trampas, fingió identidades, implicó a muchos otros e, incluso, abandonó el respaldo que le proporcionaba su trabajo con tal de rescatar a niños que habían sido secuestrados para servir como esclavos sexuales. Tuvo que contener las lágrimas. Hubo de soportar humillaciones. No llegó a ganar una guerra que, hoy en día, se continúa librando, pero ganó algunas batallas allí donde no había ninguna posibilidad de victoria.

La película es necesaria y, ateniéndonos exclusivamente a sus valores cinematográficos, resulta inteligente en sus planteamientos, huyendo de la más baja sordidez que impregna tales actividades aunque se encarga de poner delante del espectador toda la terrible verdad. En algunos momentos, languidece la acción, porque parece encallarse de tal manera que no va a saber salir adelante, pero sí que lo hace, en alguna ocasión, con tropiezos, pero la película es más que aceptable. Más allá de la interpretación del algo inexpresivo Jim Caviezel, hay que destacar a ese personaje que acaba por ser el cerebro de la planificación de toda la acción que encarna Bill Camp en el papel de Vampiro, o la solidez que demuestra Javier Godino, una vez más, en un personaje sin mucha cancha, pero sin fisuras. Y, por supuesto, el gozo que supone reencontrarse con Mira Sorvino en su brevísima aparición. El resultado es una película punzante, incómoda, sincera y certera, sin llegar a la categoría de magistral, pero con elementos de indudable interés.

Y es que la repugnante vergüenza que debería causarnos todo lo que nos plantea debería movilizarnos y proteger a esos seres humanos que no quieren perder el brillo en su mirada, ni el ritmo de sus juegos. Son parte de nosotros, porque nosotros somos los que los hemos traído a este mundo. Y no hay excusas. Ni en la iglesia, ni en los recónditos parajes selváticos, ni en la vil apelación a la débil vanidad de sus incipientes personalidades, ni en el fácil parapeto de las relaciones diplomáticas o de las injerencias en la realidad social de otros países. Es algo que no debe permitirse. Es una línea roja sin ambages. Es por la vida. La de ellos. La nuestra.

Las lágrimas, en esta ocasión, deberían de hacernos ver con más claridad y ser conscientes de que, en una batalla tan ingrata, el desánimo también se ceba con aquellos que se emplean a fondo por erradicar esta degeneración que nos coloca a la altura de los animales. No son personas. Son pedazos de carne que deberían ser castigados con la máxima fuerza sin conmiseración alguna. No hay medias tintas. Y deben recibir una condena de auténtico compromiso. Quizá no estemos preparados. Quizá es más cómodo quedarse en el sofá, ladear la cabeza y dejar que la compasión sólo permanezca durante unos segundos en nuestro pensamiento. Sin saber que eso nos hace ruines, sin corazón, sin alma, sin destino, sin futuro. 

2 comentarios:

GIF TAS dijo...

Cazievel "es así". Del equipo de inexpresivos liderado por Clint Eastwood. En "La delgada línea roja", su aura angelical da en el clavo de un personaje que parece sobrevolar el drama de la guerra, por encima de lo terrenal, aunque supongo que el papel de su vide fues el de Jesucristo...

César Bardés dijo...

Vale, Eastwood es todo lo inexpresivo que tú quieras, pero es una presencia que Caviezel ni tiene, ni tendrá.
Sí,posiblemente su mejor papel sea el de "La Pasión", aunque a mí ni me llene la película, ni el protagonista. Igual que tampoco me llena mucho así. Aquí es Bill Camp el que sabe muy bien lo que se hace.