El próximo domingo, día 9, estaré en la caseta de Ediciones Notorious para firmar principalmente el libro del sesenta aniversario de "Matar un ruiseñor" y el del noventa aniversario de "Sopa de ganso". El horario es de 12 a 14 horas y la caseta es la 260. Os espero a todos. Sí, a ti también.
La justicia tiene un
precio. Y en la subasta algunos hombres buenos deben jugarse la piel para que
el daño quede, al menos, parcialmente reparado. Es el caso de Jan Schlichtmann,
un brillante abogado que acepta un caso que, en condiciones normales, no le va
a dar beneficios. Algún duende en su interior clama por una batalla de
conciencia y Schlichtmann se apresta a dar la batalla tras los libros y el
estrado de un juzgado. La doblez del caso es muy fácil. Una empresa parece ser
la responsable de un inusual apunte de casos de leucemia en una zona debido a
ciertos vertidos en el agua. Hasta ahí todo bien. La ética del asunto comienza
a disfrazarse de muchas guisas porque la misma empresa es la principal
proveedora de empleo de la zona. Si Schlichtmann esquilma a la firma con una
demanda, los habitantes de los pueblos cercanos vivirán…pero no tendrán con qué
vivir. Y eso tiene muy difícil solución.
Además, por si fuera
poco, Schlichtmann va a tener que arriesgarse por sí mismo porque comenzarán a
ahogarle económicamente, los socios se olvidarán de la amistad y pasarán por el
abandono. El abogado tendrá que mudarse a un despacho que causa sonrojo sólo
porque cree que hace lo correcto. Y todo parece desmoronarse, a pesar de que
muchas familias ya han visto cómo su existencia hace tiempo que es una ruina
porque cuentan con una víctima de los vertidos entre sus miembros. Schlichtmann
se preguntará, una y otra vez, si toda la lucha y toda la renuncia merecen
realmente la pena. Nunca lo hará en público. Sólo en la soledad de la penumbra,
rodeado de papeles, requerimientos, autos y diligencias. Schlichtmann deberá
luchar contra el juez, contra algunas familias, contra la empresa…y también
contra sí mismo.
Excelente película
dirigida por Steven Zaillian, uno de los mejores guionistas de Hollywood que ya
dio muestras de lo que sabía hacer tras las cámaras con la excelente En busca de Bobby Fischer y que aquí
extrae una interpretación sentida y trabajada a John Travolta, al tiempo que
ofrece un nuevo recital de ese actor llamado Robert Duvall, siempre atento,
siempre experto, otorgando altura a una película que, en manos de alguien con
las ideas menos claras, hubiera sido notablemente menos interesante. Aquí,
Zaillian nos lleva de la mano por todo el proceso legal y, sobre todo, moral de
ese abogado que, de alguna manera, ya está cansado de doblegarse en el sistema
y recoger cuantiosos cheques por el pago de unos servicios que le envilecen más
cada día. Hay una última oportunidad para todos, aunque el camino sea largo y,
sin duda, muy penoso. Y, una vez que se decide actuar en aras de la conciencia,
ya no importa si los bolsillos están vacíos, si las amistades se han esfumado o
si el prestigio que un día se tuvo se va a hacer medidas cautelares. En esos
bretes es donde se demuestra la medida de un hombre o de una mujer. Alguien, al
otro lado del dolor, también impondrá algunas marcas en la cinta métrica. Es la
longitud de la honestidad.
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