jueves, 6 de junio de 2024

BACK TO BLACK (2024), de Sam Taylor-Johnson

 

Hubo una vez una chica con un talento enorme que se perdió entre las brumas del alcohol porque pensó que el amor era un juego de perdedores. En el camino, probó el éxito y esa fama que ella repetía que le daba exactamente igual porque lo único que deseaba era que la gente se olvidase de los problemas en los pocos minutos que durase su canción. Algo que no deja de ser curioso cuando en sus melodías parece hallarse una antología de sus propias desgracias. Sin embargo, ahí han quedado sus notas, sus quiebros y su terca negativa que repetía el no en un brillante juego de palabras

Así que, de alguna manera, sus canciones eran un canto de rebeldía contra una vida que le parecía fea, ingrata y cruel. Sus seres queridos se iban porque la muerte forma indisoluble de la propia existencia. Y no había compensación. Las cosas, en cualquier caso, sólo iban a peor. El alcohol y las drogas emponzoñaban toda la situación. Ella estaba enamorada de un tipo que, analizado con cierta frialdad, no era más que un tonto algo veleta que tampoco encontraba la felicidad mirándose en los ojos de ella. La vida golpeaba y Amy Winehouse no tenía la oportunidad de devolver el golpe. Por eso, de un modo casi imperceptible, se puede apreciar que en su inmensa capacidad para componer, había algo de rabia contra esa enemiga que no dejó de castigarle los sentimientos.

El peor defecto de esta película es que es una más dentro de la última moda de las películas biográficas sobre estrellas del rock con vidas difíciles. Aunque Sam Taylor-Johnson, la directora, demuestra su torpeza en alguna que otra secuencia, lo que se ve es lo habitual. Canciones, ascensión rápida, caída mortal, sufrimiento, pena, redención…Mientras tanto, se acude a la impresión fácil de quedarse con las melodías del homenajeado y que, casi siempre, resulta un trabajo esforzado por parte del actor o de la actriz encargados de darle vida. En este caso, Marisa Abela hace un espléndido trabajo, no sólo por el aire parecido a Amy Winehouse, sino también por el esfuerzo de cantar sus canciones e imitarla en gestos con acierto. Sin embargo, Jack O´Connell, en el papel del marido de la cantante, no acaba de encontrarle el punto, acudiendo a la caracterización simple y llana, sin demasiados matices, de un hombre sin alma que, además, se come la de la persona que tiene al lado. Por supuesto, Eddie Marsan y Lesley Manville son intérpretes solventes, que otorgan cimientos y razonamientos a la película. Eso sí, falta emoción, falta ese punto de escalofrío en la piel que hace que podamos hablar de una película notable para quedarse en una más, sólo una más.

De esta manera, no olviden contestar que no cuando les ofrezcan alguna alternativa imposible, o, si hay algo que nos diferencia del resto de especies, es nuestra capacidad de superación. Hay personas que, sencillamente, no merecen la pena, porque tratan de no salir lesionados de cualquier relación y eso hace que el amor se convierta en ese juego de perdedores de suma cero. Sin esperanza, sin ganas, sin verdad ni ilusión, pero que se pone de nuevo en marcha en cuanto la otra persona hace un gesto, un guiño, tiene un detalle o dice la palabra correcta. Perder siempre es perder, aunque se gane en otras parcelas que, al fin y al cabo, no tienen ningún valor si la más importante de todas no es más que un solar frío e inhóspito que impide que el cielo sea azul, que el verde sea relajante, que el amarillo de los fotógrafos sensacionalistas se diluya o que el negro nunca sea un color al que volver. Pase lo que pase.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Aunque me gustaba la Amy, este biopic no me atrae nada. De los últimos ejemplos de este género ahora tan de moda me quedo con "Rocketman" y con el "Elvis" de Lurhman, aunque sólo sea por diferente. Me dio mucha flojera "Bohemian rapsody" y no apruebo para nada el Oscar a Maleck quien más bien pareciera un concursante de " Tu cara me suena". Por cierto, que entre los biopics patrios sí que me emocionó mucho ver el de mi paisano Mauricio Aznar en "La estrella azul"

Abrazos con un huevo de avestruz en la cabeza.

César Bardés dijo...

Es uno más. Todos más o menos siguen la misma estructura. Ascensión, drogas, alcohol, situación sentimental complicada, caída y muerte. Quizá "Rocketman" es la que más se aleja de esos esquemas.
En cuanto a lo de Malek, yo sí le otorgo mérito porque la voz es suya aunque mezclada con otro y dieciocho meses de clases de canto para parecerse a Freddy Mercury creo que tienen su mérito, igual que aquí Marisa Abela también le presta la voz a Amy, aunque su voz es ligerísimamente más aguda. En todos estos biopics de vidas cruelmente atormentadas es un poco lo de "Tu cara me suena".
No he visto "La estrella azul", tendré que verla.
Abrazos diciendo que no.