Todo empieza porque la
depresión entra en el pensamiento. El mismo trabajo, la misma soledad, la misma
rutina hastiante de todos los días…La vida no merece la pena ser vivida. Más
vale quitarse de en medio, porque respirar no tiene ningún sentido. La ciudad
no notará el vacío, nadie lo notará. No se importa a nadie. Nadie echará en
falta a ese individuo gris que no tiene nada que ofrecer y al cual no es
ofrecido nada. El suicidio es el camino más corto…sólo que no es tan fácil. El
individuo en cuestión lo intenta y fracasa. Y decide ahogar las penas en una
taberna de un barrio gris. Allí se encuentra con alguien que puede solucionar
su problema. Es un asesino a sueldo. Se le paga y hará el trabajo por ti. El
encargo es un poco pintoresco, hay que reconocerlo, pero el contrato está
perfectamente legalizado. Se paga. Se espera. Y, cuando menos se aguarda, ya
está hecho. Todo acabado y entregado con lacito. Una bonita muerte para un tipo
de vida fea.
¿Quién puede acabar con
esta serie de acontecimientos? La respuesta es obvia. Una mujer. Sólo ella
puede descubrir al contratante que su vida, de algún modo, aún tiene sentido.
Ella le descubre que puede ser amado, que tiene cosas hermosas en su interior,
que guarda algún atractivo para alguien. Bien, vale, estupendo. Sólo hay que
volver al bar donde se firmó el contrato. Se rescinde y a otra cosa. Hay un
ligero problema. El bar ya no existe. Ha sido derruido. Así que la existencia,
desde ese momento, va a ser extraordinariamente difícil porque una bala puede
tener el nombre del contratante a la primera de cambio.
El humor de los
hermanos Kaurismaki fue evidente durante esa filmografía que tanto éxito tuvo
en Europa durante los años ochenta. En esta ocasión, Aki firma una película
notable, con su sentido del humor fino y finés, con negrura por todas partes y
una sensación de exponer a su protagonista al ridículo en todo momento, algo
para lo que Jean Pierre Leaud se presta puesto que ha sido un actor que siempre
ha tenido una cierta limitación interpretativa, sobre todo en su edad adulta.
Si uno está atento, incluso se puede apreciar la última aparición en cine de
Peter Graves. Y Aki Kaurismaki, que de cine sabía un rato polar, no duda en
tener cerca referentes de categoría como Alfred Hitchcock o Jean Pierre
Melville. La película, con estas credenciales, no puede ser mala.
Así que piénsenselo bien antes de firmar un contrato. Asegúrense de poder contactar con la otra parte para plantear cualquier modificación que pueda surgir. En una de estas, a la vuelta de la esquina, su vida puede plantear un vuelco radical y nada de lo que ha firmado hasta ese momento puede tener ningún valor. La cuestión es peliaguda y puede que le vaya la felicidad en ello. Y más aún si la otra parte es un profesional acreditado. Esos llevan hasta el final cualquier encargo. Por difícil que sea. Y entonces ni amores, ni trabajos, ni motivaciones, ni nada de nada. Piensen en ello.
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