viernes, 11 de octubre de 2019

EL CRACK CERO (2019), de José Luis Garci



Algo antes que la primera vez que nos encontramos con él, Germán Areta vuelve para contarnos qué había sido de su bigote en los días de incertidumbre que siguieron a la muerte de Franco. Tal vez porque España es uno de los pocos países del mundo donde sus conciudadanos se odian o porque es muy posible que, de higos a brevas, son capaces de ponerse de acuerdo y tirar hacia adelante. Eso no es fácil para el detective privado Germán Areta. La ciudad está cansada, con su blanco y negro de nostalgia para una época que nunca volverá, con su honestidad intacta y con pocas razones para ponerse de acuerdo consigo mismo.
En este áspero país donde todos queremos llevar la razón, husmear en las altas cloacas termina por ser tan duro como bajar a las propias alcantarillas. Un modisto que se suicida, un antiguo compañero, una pregunta continua, una asociación pintoresca. Areta vuelve y todos abrimos bien los ojos para que no se nos escape ningún detalle, ni tampoco ninguna línea de agudeza y sarcasmo en un contexto valleinclanesco en el que sólo se premia a los malos. Rocky sigue son sus relatos boxísticos, don Ricardo está ahí para deber favores porque siente que el pasado, en algún momento, saldrá al encuentro, la oficina no es la misma, y el “Moro” Cárdenas se halla, como hombre para todo, con la respuesta afilada y la dejadez encima. Hay que ir un poco más acá para contar algo nuevo bajo la pátina de ese Madrid brillante y en rápido cambio. Y si se hace con la compañía de un tipo que anda mucho, duerme poco y lo que ve no le gusta nada, mejor que mejor.
José Luis Garci vuelve con sus personajes más carismáticos, tal vez, para echar una última mirada a unos tiempos que han sido arrastrados por el olvido y la tontería. Y hay que reconocer que lo hace de forma inteligente, sutil, con diálogos bien amarrados y algún fleco suelto con esa historia paralela que parece que confluirá en algún momento y, sin embargo, desaparece. Bueno es el trabajo de Carlos Santos, aunque hacer olvidar a Alfredo Landa es poco menos que imposible. Mejor es el de Miguel Ángel Muñoz que compone un “Moro” en la misma estela que el de Miguel Rellán y con las mejores réplicas del guión. Creíble es el de Pedro Casablanc en la piel del “Abuelo”, tratando de remedar gestos y expresiones del inolvidable José Bódalo. El resultado es una película tranquila, notable, sin llegar al nivel de sus secuelas, pero erigiéndose como último testigo de aquel ambiente, de aquellos modos, de aquellas luces difuminadas de la villa nocturna, de aquellas piedras que, de alguna manera, parecían tener un color diferente, esperando el alba de las nuevas esperanzas.
Hoy ya es otra vida y, aún así, algo del espíritu de Germán Areta todavía anida en el interior de los hombres que ansían una sociedad en pacífica convivencia, con la honradez y la ética como valores principales, aguantando como héroes con ese trabajo que, a menudo, es un castigo y tratando de buscar la felicidad sin descanso, por mucho que lluevan los desperdicios de la corrupción. Y eso tiene mérito desde aquellos años de cambio e inquietud, siempre pendientes del disparo en la noche o de la puerta echada abajo. Quizá Areta sea una especie de guardián que, lo mismo que Philip Marlowe, trata de hacer que la vida de los que le rodean sea un poco más llevadera. Y para empezar, envido, envido y a pares tres. 

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

Siempre me he sentido interesado por el cine de Garci, esa visión suya tan nostálgica, esa vehemencia por las cosas que ama. No siempre salgo igual de ver una película suya (la anterior de Holmes y Watson en Madrid no había por dónde cogerla), pero cuando salgo satisfecho se puede decir que salgo bastante. Y esta pues me ha gustado. No es fácil repetir la fórmula de una película con la estructura de aquellas. Creo que es Oti el que dice que a fuerza de ser "viejuna" la de Garci es una de las propuestas más transgresoras del último cine español.

Y no es fácil la labor de casting. Emular a Landa, Rellán o Bódalo es imposible pero los sustitutos aprueban con nota. Además, cuentan con la ventaja de que al tratarse de una precuela se admite que los personajes estén más verdes. A mí sí me gustó mucho Santos, creo que esa mirada limpia y honesta (la subtrama de Langa y Ferrero solo se explica para resaltar esos valores de integridad del personaje) se acerca en intenciones a la de Landa. Me gusta también Muñoz que es mucho mejor actor de lo que dicen por ahí. Y Casablanc (a quien diferencio siempre de Antonio Dechent por el acento).

Abrazos oliendo a Channel

César Bardés dijo...

Se sale bastante satisfecho de la película. Garci acierta con el tono nostálgico y casi reivindicativo de ciertas cosas (no puedo estar más de acuerdo con la respuesta de Areta cuando la chica le pregunta qué pasara ahora). Aún así, creo que es inferior a las otras dos.
En cuanto al tema de Langa y Ferreño, no es que esté mal, es que creo que está mal resuelto. El Areta al que conocíamos, después de averiguar que Langa es lo que es, se metería en la casa, le descerrajaría un tiro en la nuca o se pondría en contacto con el chantajista para que esas pruebas comprometedoras las entregase al juez. Así, tal y como queda, sólo me lleva a dos conclusiones. Una, es una historia lateral, sin arte ni parte en la historia principal (al principio pensé que las dos historias iban a confluir). Dos, es un cabo deliberadamente suelto para hacer un posible "El crack cero y medio".
El trabajo de Carlos Santos es bueno, pero creo que falta esa frescura, algo menos de reconcentración que Landa sí sabía aportar. El de Miguel Ángel Muñoz sí que está algo más en la estela del Moro de Rellán. Al que no me creo ni de lejos, es a Luis Varela en el de Rocky el barbero.
Abrazos con loción.

Chus dijo...

Lamento mucho que no me haya gustado la película. Y es que voy en diminuendo ya que me encanta el crack, me gusta menos el crack2 y no he conectado con el crack cero.

Y es que he comentido el error de revisionar las dos anteriores antes de ver la "nueva". Y claro... pasas de un espectacular Landa, a un absolutamente inexpresivo e inerte Carlos Santos (lo siento, pero yo no estoy de acuerdo que de la talla en el papel). Landa era carisma, enganche, credibilidad. Te dejaba de hielo al tiempo que era capaz de derretirte de dulzura (sus escenas con la cría en la primera película son maravillosas), y Carlos Santos... es un intento de poner caras y punto. Aparte de que me faltan cosas en el guión para encontrar a Germán, un tipo no puede ser mas alegre (sin ser la fiesta) de mayor que cuando tiene sus 30 y largos..., y es que a la película le falta algo de humor y de alegría. Tambien pasa lo mismo con el Moro (aunque creo que Miguel Angel Muñoz está bastante mejor y se acerca algo al maravilloso trabajo del estratosférico Rellán. Y ya de Bódalo no hablemos, ya que es misión imposible, aunque creo que Pedro Casablanc lo hace muy bien (en otro rol).

La historia para mi está algo floja y lo de ir visitando de uno a uno a los sospechosos me parece algo falto de chispa, con algunos integrantes del casting horrorosos (Macarena Gómez está de folletín tremendamente sobreactuada y pareciendo que hiciese un aquí no hay quien viva).

Mira que yo veo con buenos ojos a Garci, un tipo que ha levantado películas "menores" logrando resultados fantásticos (you are de one por ejemplo sacando lo mejor de Lidia Bosch) pero he salido tremendamente decepcionado con este remate innecesario a un personaje fantastico.

Creo que Areta se merecía un Antonio De la Torre. Alguien con carisma y garra.

Abrazos en blanco y negro.

César Bardés dijo...

A mí me parece una película que está bien. Desde luego, no llega al nivel de las dos originales. En lo que no estoy nada de acuerdo es que "El crack 2" sea peor que la primera, a mí, incluso, me parece superior.
Por supuesto, comparar a Santos con Landa es un ejercicio improbable. Sale perdiendo el primero y, además de largo. Yo creo que Santos hace lo que puede y lo hace bien si prescindimos de Landa (quizá el estado de ánimo con el que hay que ver la película es que anterior a ésta, no hay ninguna aventura de Areta. Lo demás, viene después). Te digo algo que me decepcionó. Tanto en la primera y la segunda, la presentación de Areta se realiza con un par de narices bien puestas. Aquí, el tema de bajar al baño, llamar la atención y subirse de nuevo, no llegó a convencerme ni de lejos. Sigo diciendo que al que no me creo ni harto de vino es a Varela haciendo de Rocky. Ni está bien dibujado, ni es lo mismo que el trabajo que hizo, en plan dicharachero y entrañable, Manuel Lorenzo en las otras dos partes. En cuanto a la historia, lo decepcionante es esa desviación, bastante inútil, del tema de Langa y Ferreño. Tal y como conocemos a Areta, es imposible que deje el asunto así. Y lo que es peor, que no tenga ninguna incidencia en la trama principal.
Yo creo, de alguna manera, que esto también es una despedida de Garci. Y una despedida a unos tiempos que no fueron mejores pero que sí estaban habitados por personas que eran mucho, mucho mejores.
Lo que sí me anoto como muy interesante es la idea de Antonio de la Torre haciendo de Areta. No lo había pensado y, ahora que estoy ante ella, me doy cuenta de que también tiene las piernas torcidas como Landa. Hubiera sido estupendo, cierto.
Abrazos con las luces difuminadas.