jueves, 15 de abril de 2021

OTRA RONDA (2020), de Thomas Vinterberg

 

A veces,  la vida parece atascarse sin solución. Ya lo que uno habla empieza a no interesar a nadie. Tu mujer ya no reconoce al hombre, en teoría, maravilloso con el que se casó. Nada tiene gracia, ni demasiado sentido. Sin embargo, una noche, con la excusa de probar una absurda teoría psicológica, parece que es una buena idea tomarse cuatro copitas para encender la mecha de lo ingenioso. De repente, las clases de estos profesores que han llegado al acuerdo de beber a la manera de Hemingway, son más divertidas, más originales y consiguen la imposible atención de sus alumnos.

El acuerdo incluye el achisparse, no emborracharse y hay que hacerlo en horas de trabajo. Ya se sabe, disfrazando el vodka de botella de agua o de termo de café. Un reconstituyente poderoso para que, de improviso, sea interesante hablar sobre Churchill, o sobre Kierkegaard, o para que los chavales tengan un lazo efectivo y afectivo en los entrenamientos de fútbol. Sin embargo, no hace falta ser muy inteligente para saber que eso es jugar con fuego porque, como dice la canción, “las cuatro copitas que hace un rato bebí, me van a marear”.

Y ningún experimento se queda en el objetivo marcado. Siempre se intenta ir un poco más allá para saber cuáles son las consecuencias de sobrepasar los límites de la máxima que establece la teoría. Y la devastación comienza a entrar en las vidas de estos cuatro maestros aburridos, atorados en su propia existencia, cansados de no llegar a ser ni la mitad de hombres que soñaron ser de jóvenes. Como bien dice el propio Kierkegaard: ¿Qué es la juventud? Un sueño. ¿Qué es el amor? Es el contenido del sueño”.

Así que Otra ronda se convierte, a través de la tragedia y del viaje tenebroso hacia los infiernos etílicos, en una celebración del momento, en la seguridad de que nunca hay que pensar en las metas, sino en el trayecto, en la absoluta certeza de que el provecho surge del instante y no del sueño. Thomas Vinterberg dirige con precisión, pero la película, en algún trecho, se resiente de ser demasiado reiterativa. Y, por supuesto, todo descansa sobre los hombros de Mads Mikkelsen, que presta un fascinante rostro a esa etapa de la vida en la que ya se deja atrás la juventud y comienza a abrirse la siempre deprimente madurez en forma de ese tiempo en el que ya no haces locuras, no te atreves a bailar, no te dejas arrastrar por la pasión, sólo el conformismo y la rutina se asientan con autoridad en tu vida. Tal vez, no pase nada por beber un poco de vez en cuando, pero hay que dejar que la tristeza se vaya de otra manera.

Demasiadas frustraciones subyacen dentro de esa vida tan exquisitamente cómoda y ordenada que parecen tener las sociedades nórdicas. Debajo de esa apariencia confortable, se hallan sueños no realizados, puntos de fuga continuos, perplejidad ante una existencia aburrida y desechable. El silencio se adueña de esos rostros que luchan con denuedo para esconder todos sus sentimientos y, en este caso, Dinamarca es casi una cuba escondida que conserva todos sus defectos en alcohol para evitar su deterioro. Por eso, es preferible echarse cuatro copitas al coleto y dejar que la estupidez de un momento que se escapa ahogue el gozo del instante que hay que agarrar. Para algunos, será demasiado tarde para echarse atrás. El ridículo también acecha. Y también lo patético reclama unos cubitos de hielo en el vaso. Más vale sentirse satisfecho por lo que se ha conseguido que fracasado por lo que fue una decepción.

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

De siempre me ha interesado mucho el cine de Vintenberg. Me gusta que sea un director siempre dispuesto a arriesgar de una manera menos calculada y menos exhibicionista que su (¿ex amigo?) Lars. Me interesa aún con sus salidas de pata de banco, que las tiene. Pero también tiene cosas como "Festen" o "La caza", y ahí poca broma.

De "Otra ronda" me gusta que como pasa en otras películas de Thomas no sabes si es una comedia disfrazada de drama o al revés. El tío tiene la habilidad de pasar de un registro a otro sin que te des cuenta, y nunca sabes si te está hablando en broma o en serio. Parece gallego. En esta película se habla de la soledad, de la amistad, de la crisis de la mediana edad, de las frustraciones. Y todo de una forma escandinavamente amena y divertida. No se me hace pesada ni reiterativa. Y el final es emocionante y delirante a la vez. Yo quiero bailar como Mads Mikkelsen, que demuestra porqué es uno de los mejores actores del mundo en activo, pero me fastidia un poco que se diga que los protagonistas de la peli son Mads y otros tres, cuando la verdad todos están sublimes.


Abr, hip, razos.

César Bardés dijo...

Sinceramente, aunque coincidimos en la apreciación general de la película...yo no veo la comedia por ningún lado.Para mí es un drama como un castillo. Unos tíos que están en la crisis de la mediana edad, que están aburridos, que no saben muy bien ni cómo dar clase porque todo ha caído en la repetición, en la rutina, en el diluir de todo lo que han anhelado de jóvenes y deciden emborracharse para añadir chispa a su vida, es decir, deciden jugar con fuego y, en algunos casos, convertirse en borrachos...ufff...es que no le veo la gracia. La película llega, incluso, a dar algo de rabia (algo, por otro lado,bastante habitual en el cine de Lars Von Trier) porque ves cómo se van acercando al precipicio y no son capaces de verlo. Eso sí, Mads Mikkelsen está enorme, tengo que reconocerlo. Todos están bien, es cierto, pero Mads está mejor, es más profundo, más verdadero, más cercano y, quizá, el personaje al que comprendes más en este paseo por el borde del abismo.
Abrazos llegando al 0,05.

dexterzgz dijo...

Bueno, ya dijo Woody Allen eso de que la comedia es igual a tragedia más tiempo. Quizá el elemento cómico procede de que en el fondo los fulanos no dejan de poner en marcha un experimento bastante friki, y eso te obliga a mirarlo todo con bastante perspectiva. Yo al menos lo vi así. No es una comedia desternillante, pero tampoco es un dramón existencialista al uso a la manera escandinava, y la habilidad de Vintenberg está en combinar ambos registros. Además con ese final es imposible salir del cine deprimido.

Abrazos con resaca

César Bardés dijo...

Tampoco veo un dramón, pero sí suficientes elementos dramáticos (y hay una parte que ves que sí, que es dramón). De todas formas, yo creo que el final, más que optimista, es un "carpe diem" como una casa, un "adelante y que sea lo que Dios quiera" en el que hay que aprovechar el momento. La apología del alcoholismo es que, sinceramente, me parece muy peligrosa.Ya sé que la vocación de Vinterberg es provocar y hacernos pensar. También habría que decir que esto está lejos, muy lejos, de "La caza" que me parece mejor película a bastante cuerpos de distancia. Hay poco de escandinavo, sí. Pero de existencialista, algún rasgo sí que aparece por algún lado. E, incluso, alguna secuencia que me parece lo más de lo más como es el examen del chaval agobiado.
Abrazos con la boca estropajosa.