Cuenta
la leyenda que Ludwig van Beethoven dirigió su Novena Sinfonía ante un
auditorio abarrotado a pesar de su pertinaz sordera. Cuando terminó la
interpretación, el maestro se volvió para recoger los aplausos y unas lágrimas
se deslizaban por su rostro…porque no podía oír aquella ovación. En esta
ocasión, se trata de un música que toca la batería en un grupo heavy y su rabia es contra la certeza
ineludible de que no va a poder retomar su vida en ninguno de sus aspectos.
Y es que una de las
principales cosas que hay que afinar cuando sobreviene una incapacidad es la
asunción del problema. Este músico trata de encontrar soluciones e, incluso,
prueba la felicidad, pero, sencillamente, la rechaza. No es capaz de verla. Tal
vez porque, además de sordo, también es un poco ciego. Cree que lo que ha
construido hasta el momento es indestructible y, en realidad, es
demoledoramente frágil. Tanto es así que, quizá, prefiera sumergirse en el
infierno del silencio al que ha sido condenado. Desde ese instante, es posible
que comience a emerger el verdadero hombre que habita en él.
Por el camino, tendrá
que aprender a dominar el enfado que siente, a desarrollar nuevas habilidades,
a creer que aún sirve para algo…pero es incapaz de interiorizarlo y asumirlo.
Piensa que, si recupera el sonido, la vida saldrá a buscarle. Y no siempre es
así. La vida suele ser bastante cicatera, roñosa e ingrata. La recompensa no va
a estar donde él la busca. Va a pasar de largo y él, sumergido en una desgracia
que sólo procura superar creyendo que todo lo que le ha sido arrebatado, le va
a ser devuelto, tendrá que bucear en sí mismo para darse cuenta. Y aún así, no
sabremos nunca si ha encontrado las respuestas.
Apuesta arriesgada la
de Darius Marder al dirigir esta película que navega entre el silencio y el
ruido con algunas aristas en el camino. De narración árida, la historia llega a
ser tan absorbente, que Marder, con ojo de lince y oído de can, pasa por alto
un par de incongruencias que pueden, incluso, ser importantes. No cabe duda de
que el trabajo de Riz Ahmed es esforzado, con especial énfasis en sus miradas
de no creerse demasiado todo lo que le está ocurriendo, sin abandonar la
ingenuidad del rebelde ante lo imposible. Entre los aciertos también habría que
señalar la inteligente utilización de la banda sonora para que el espectador
sienta el agobio del problema, la injusticia del destino y la inmadurez del
protagonista.
Puede que sentarse en un banco y observar un campanario silencioso sea la respuesta a todo. La voluntad, a veces, no es suficiente para retomar caminos que, en realidad, ya estaban un poco agotados. El camino de la paz interior siempre está lleno de dificultades que, en un primer momento, parecen absolutamente insalvables y la precipitación también está presente en un instante clave en la película. El intento es loable, pero sin encajar del todo las piezas, como un ruido que pasa y no se descifra, como unas palabras que se oyen, pero no se quedan. El infierno del silencio, sin duda, es un camino muy tortuoso para llegar a ser consciente de los errores más vitales. Y puede que sea tarde para tomar las decisiones correctas. Sólo quedará la rabia de no volver a escuchar los aplausos, o de no volver a hacer lo que más gusta. Y no será por la sordera.
2 comentarios:
Se trata de una película estimable y un debut interesante. Yo diría que sus puntos fuertes son, efectivamente, el uso del sonido y del silencio que tiene un efecto dramático demoledor (casi terrorífico en algunos momentos) y la interpretación de Riz Ahmed. Yo diría que en un año corriente Ahmed sería la principal amenaza para Hopkins de cara al Oscar (cuenta además con la baza de pertenecer a minoría étnica que ya se sabe que últimamente en Hollywood es un plus), pero este no es un año normal y todos sabemos que el muñequito será para Bosseman por los motivos que ya conocemos.
Habrá que seguirle la pista pues a este Ahmed cuyo carisma y presencia llena la pantalla. Su personaje además desprende empatía y ternura y eso se nota en las escenas en el campamento, sin duda las más emotivas de la película.
Como pega, le pondría que al final resulta ser algo convencional a pesar de que se desarrolla de un modo en el que parece que no va a serlo.
Abrazos desde la caravana (este año están de moda parece).
Sí, es estimable, pero, como apreciación totalmente personal, me parece que es una de esas películas que quiere decirte todo el rato que es diferente, que es original y que esto no se ha hecho nunca. Tengo que decirlo. Esa primera escena del concierto "heavy" hizo que llegase a murmurar que "como toda la película sea así, no duro ni diez minutos". Riz Ahmed hace un trabajo muy esforzado, es cierto. Y llegas a empatizar algo con él a pesar de que ves que es un tío con la inteligencia emocional bastante justa. Llegar a decir que en un año normal sería la principal amenaza para Hopkins...hombre, no, no tanto. A mí me parece que Gary Oldman está realmente bien en "Mank", entre otras cosas porque está muy comedido y me parece un gran actor cuando se le sujeta. Sorprendente, lo sé, pero es así.
Ahora bien, sí, a Ahmed habrá que seguirle la pista, pero no tengas duda de que habrá trampa, porque el que hace la ley, ya se sabe. Es un actor limitado en razón a su raza y no le lloverán papeles que sean muy,muy fuera de serie.
No sé, me temo que este año no guardo tanto entusiasmo por las películas que están en la carrera.
Abrazos con sonotone.
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