miércoles, 13 de octubre de 2021

EL DUODÉCIMO HOMBRE (2017), de Harald Zwirt

 

Jan Baalsrud va a poder comprobar por sí mismo hasta dónde puede aguantar un hombre. En plena guerra, en las costas de Noruega, un comando de saboteadores nativos entrenados en Inglaterra va a desembarcar. Sin embargo, todo sale mal. Y lo que iba a ser una misión llena de gloria y de golpes clave contra los alemanes, se convierte en una fuga de desgaste. Baalsrud estará dispuesto a todo con tal de seguir viviendo y siempre con la conciencia bien clara de que no debe arriesgar más de lo necesario a las personas que le van a ayudar. El invierno en Noruega es inclemente y el comando tendrá que esconderse en los lugares más inhóspitos, empezando por el agua insoportable de los Fiordos. Como perro de caza, el Mayor Kurt Stage, que, en cualquier caso, demuestra que no es demasiado competente, pero es perseverante detrás de esa máscara de crueldad que no deja de exhibir para atemorizar a cualquiera que no le dé la razón. La nieve es un desierto, y Baalsrud tendrá que atravesarlo, hundirse en él, resucitar, soportar tormentas, hielo, avalanchas e, incluso, alojarse en el Savoy, una pequeña cabaña a la que bautiza así, simplemente, porque es un lugar que le proporciona algo de refugio.

Lo que no puede suponer Baalsrud es que su huida, su empecinada resistencia a la muerte, su increíble frentismo al final, pueda convertirse en un símbolo para todos los que ansían la libertad. Su nombre corre de aldea en aldea, y todos quieren ayudar a ese fugitivo que quiere volver a Londres y empezar de nuevo. Él ya ha conocido el mundo, pero, tal vez, nunca tuvo la oportunidad de calibrar hasta qué punto puede llegar a ser cruel y devastador. En las frías latitudes cercanas al Círculo Polar Ártico lo podrá comprobar, convirtiéndose, al final, en un carámbano con vida que es incapaz de dejar de respirar. Toda Noruega sintió que ellos eran Baalsrud.

Excelente película danesa, con un mensaje de supervivencia estremecedor, con una notable interpretación de Thomas Gullestad como Jan Baalsrud y la presencia, por una vez bastante acertada, de Jonathan Rhys-Meyers en el papel del Mayor Stege, encarnizado enemigo que no tiene recursos más que cuando la oportunidad se le brinda en bandeja. La película es trepidante y angustiosa, con el filo de la aniquilación pendiendo de un hilo mientras todos huimos al lado de ese Baalsrud que no sabe morir y que conoce tanto el miedo que no tiene ningún problema en presentárselo a los que van a enfrentarse con él.

Y es que Jan Baalsrud no dejó que el frío helador paralizase su sangre, ni que la gangrena se adueñara de su pie, ni que las gotas del deshielo se extendieran por la manta que le abrigaba, ni que el desánimo se hiciera un hueco en los valles y montañas infranqueables de su lenta huida. Siempre siguió hacia adelante, con coraje y responsabilidad y sufriendo más allá de lo que se puede imaginar. Él era el duodécimo hombre de un grupo que iba a asaltar instalaciones militares nazis y se convirtió en el primer hombre que reunió el sentimiento de toda una nación.

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