Jan Baalsrud va a poder
comprobar por sí mismo hasta dónde puede aguantar un hombre. En plena guerra,
en las costas de Noruega, un comando de saboteadores nativos entrenados en
Inglaterra va a desembarcar. Sin embargo, todo sale mal. Y lo que iba a ser una
misión llena de gloria y de golpes clave contra los alemanes, se convierte en
una fuga de desgaste. Baalsrud estará dispuesto a todo con tal de seguir
viviendo y siempre con la conciencia bien clara de que no debe arriesgar más de
lo necesario a las personas que le van a ayudar. El invierno en Noruega es
inclemente y el comando tendrá que esconderse en los lugares más inhóspitos,
empezando por el agua insoportable de los Fiordos. Como perro de caza, el Mayor
Kurt Stage, que, en cualquier caso, demuestra que no es demasiado competente,
pero es perseverante detrás de esa máscara de crueldad que no deja de exhibir
para atemorizar a cualquiera que no le dé la razón. La nieve es un desierto, y
Baalsrud tendrá que atravesarlo, hundirse en él, resucitar, soportar tormentas,
hielo, avalanchas e, incluso, alojarse en el Savoy, una pequeña cabaña a la que
bautiza así, simplemente, porque es un lugar que le proporciona algo de
refugio.
Lo que no puede suponer
Baalsrud es que su huida, su empecinada resistencia a la muerte, su increíble
frentismo al final, pueda convertirse en un símbolo para todos los que ansían
la libertad. Su nombre corre de aldea en aldea, y todos quieren ayudar a ese
fugitivo que quiere volver a Londres y empezar de nuevo. Él ya ha conocido el
mundo, pero, tal vez, nunca tuvo la oportunidad de calibrar hasta qué punto
puede llegar a ser cruel y devastador. En las frías latitudes cercanas al
Círculo Polar Ártico lo podrá comprobar, convirtiéndose, al final, en un
carámbano con vida que es incapaz de dejar de respirar. Toda Noruega sintió que
ellos eran Baalsrud.
Excelente película
danesa, con un mensaje de supervivencia estremecedor, con una notable
interpretación de Thomas Gullestad como Jan Baalsrud y la presencia, por una
vez bastante acertada, de Jonathan Rhys-Meyers en el papel del Mayor Stege,
encarnizado enemigo que no tiene recursos más que cuando la oportunidad se le
brinda en bandeja. La película es trepidante y angustiosa, con el filo de la
aniquilación pendiendo de un hilo mientras todos huimos al lado de ese Baalsrud
que no sabe morir y que conoce tanto el miedo que no tiene ningún problema en
presentárselo a los que van a enfrentarse con él.
Y es que Jan Baalsrud no dejó que el frío helador paralizase su sangre, ni que la gangrena se adueñara de su pie, ni que las gotas del deshielo se extendieran por la manta que le abrigaba, ni que el desánimo se hiciera un hueco en los valles y montañas infranqueables de su lenta huida. Siempre siguió hacia adelante, con coraje y responsabilidad y sufriendo más allá de lo que se puede imaginar. Él era el duodécimo hombre de un grupo que iba a asaltar instalaciones militares nazis y se convirtió en el primer hombre que reunió el sentimiento de toda una nación.
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