jueves, 28 de octubre de 2021

LA CRÓNICA FRANCESA (2021), de Wes Anderson

 

No hay ninguna duda de que es mucho mejor publicar una revista en Francia que en medio de Kansas porque todo el mundo sabe que allí, en la vieja Europa, es donde se da cita el deseo del turismo, el poder del arte, la auténtica progresía y la más alta de las cocinas. La muerte, sin embargo, es igual en todas partes. Así que es la hora de publicar un último número de esa revista absurda, ilógica y perpleja para honrar a su fundador. El pobre se ha ido de repente y la herencia es explícitamente de cerrojazo y buenos días.

Así que, de alguna manera, se nos van a contar visualmente los últimos artículos de tan espléndida edición. Las mejores plumas refugiadas van a escribir líneas maravillosas sobre sus temas preferidos. El problema es que la estructura de la película es brillante, pero lo que se cuenta no lo es tanto. Wes Anderson, con su habitual estilo plano y perplejo, nos irá desgranando el absurdo de esas eminentes teclas con unas historias que no llegan, que resultan plomizas y, ni siquiera, son demasiado graciosas. En algún momento, incluso, se puede adivinar algún que otro signo de arrogancia porque cree que, entre homenajes a Tati, a Hitchcock y a Hergé, es agudo e ingenioso y si el público no lo cree así, es que no entiende nada.

Sin embargo, Wes Anderson coloca algunas trampas, como es colocar toda una retahíla de rostros conocidos en las cuatro historias que narra, con sus correspondientes prólogo y epílogo, para rendir una especie de parodia ridícula hacia el llamado “creador” frente al testimonio de amor al cuerpo resultante del esfuerzo colectivo a la hora de la edición de cualquier publicación. El resultado es largo, bastante aburrido y un poco vacío de contenido. No todo puede ser envoltorio que, eso sí, en esta ocasión es maravilloso con su manejo de los colores, sus composiciones de plano casi pictóricas y sus idas y venidas entre los más variados recursos.

Ya se sabe que, en muchas ocasiones, el columnista de prestigio está algo falto de ideas y trata de hacer interesante y grandilocuente lo que es meramente anecdótico. Muchas líneas se rellenan con alguna que otra digresión, con detalles ilógicos y demás trucos del folio. Puede que, incluso, lo mejor se quede en la papelera. Son gajes del oficio. Es mejor no molestar demasiado a las plumas prestigiosas del exilio y dejar que sus cerebros funcionen con libertad. Lo malo es que no siempre la genialidad está dispuesta a dejarse ver en sus frases y en sus temas. Y el último número de esa publicación algo estrambótica que no permite llorar en el despacho del director sea enormemente intrascendente. Mientras tanto, las mismas firmas al pie, asistirán incrédulas a sus propias historias porque, al fin y al cabo, el hombre y la mujer son animales de emociones muy básicas que lloran, rara vez ríen, luchan y rara vez triunfan.

Además es fácil tratar de discurrir por los senderos de la visita, de la revolución, de la locura que suele ser el artista y de la operación culinaria que se monta para resolver un secuestro que también se adentra en el absurdo sin complejos. De algún modo, son tópicos de una idea de Europa que seguro que se aprecian en Kansas sin sorpresa ni perplejidad. La gente de Liberty, Kansas, disfrutará como un lector ávido de curiosidades europeas esta última crónica francesa. Al espectador que acude al cine le costará un poco más porque ya se sabe cuando se lee cualquier artículo. Si no te atrapa en las primeras líneas, se deja y se pasa a otra cosa… ¿Han llegado hasta aquí?

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Bueno yo te reconozco que me costó pillarle el tranquillo a Wes Anderson, porque se trata justamente de eso. Por supuesto que la película es hueca y pretenciosa, aunque como siempre creo que es un recurso buscado y premeditado (Fellini también a veces se ponía estupendo y se lo aguantaban). También te reconozco que es una película que puede irritar al que entra por primera vez en el mundo de Wes; hablan de la vacuidad de un guión cuando la verdad es que es una película en la que no dejan de pasar cosas y no dejas de recibir información (sales exhausto de la proyección). Y es así porque creo que en el fondo al que menos le interesa el guión es al propio Wes que prefiere recrearse en la puesta en escena que es realmente su fuerte. Y en cuanto a la reunión de estrellas yo siempre veo las películas de Wes como un encuentro de viejos amigos que se juntan para echar unas risas. Y siempre es un lujo jugar al quién es quién sobre todo si entre los quienes están Bill Murray, Edward Norton o Tilda Swinton (bueno, también sale el inefable Timoteo, pero al menos es un papel que parece una autoparodia). Yo en este sentido sí la disfruté moderadamente y no me aburrió tanto.

Por supuesto, la experiencia es más disfrutable si el fondo está más en consonancia con la forma como sí ocurría en "El gran hotel Budapest" o en "Moonrise Kingdom" que incluso me parece mejor.

Abrazos sin llorar

César Bardés dijo...

Es que para mí la película tiene dos problemas fundamentales. Me explico:
Uno. Es un tostón. Tú dices de la cantidad de información que da la película. No lo niego. Pero...información ¿de qué? Los distintos episodios son aburridos, inocuos, inanes. Un poco más de gracia tiene el de Benicio del Toro con esa crítica implícita al arte y demás, pero tampoco me entusiasma. Esto, por otra parte, nos lleva al
Dos. Los distintos episodios pretenden ser brillantes. No lo son. Carecen de esa comicidad propia de Wes Anderson que sí alcanza, por ejemplo, en "El Gran Hotel Budapest", esa comicidad cercana a la perplejidad, al estar siendo espectador de una serie de actos absurdos y bastante tontos mientras los protagonistas los pasan por alto, o ponen cara de "manda cojones".
Ahora, eso sí, el envoltorio es maravilloso. Es un cómic de Tintín pero sin Tintín, los colores están muy bien pensados, incluso los distintos blancos y negros que aparecen. Pero, creo, que no es suficiente. Y no es que odie la película, no. Wes Anderson tiene películas que me divierten, que sí, que consigue dar en la diana con este mundo absurdo. Pero, en esta ocasión, le ha podido el aura de genialidad que se le ha puesto y que, sospecho, que no tiene aunque sí me reafirmo en que es un buen cineasta.
Abrazos con máquina de escribir.