jueves, 3 de febrero de 2022

BELFAST (2021), de Kenneth Branagh

 

Puede que los aperos necesarios para jugar a caballeros y princesas se conviertan en los instrumentos precisos para esquivar el fuego y las piedras. A los ojos de un niño, nada puede cambiar tan rápidamente. Sencillamente, porque no es bueno. Nunca admitirá que su mundo, ese en el que se siente cómodo y en el que ha crecido con más risas que lágrimas, se desmorone por culpa de una simple cuestión religiosa que es utilizada como herramienta política para decidir sobre la independencia de un país. El fútbol en las calles, de repente, se convierte en una amenaza para ganar adeptos. Y siempre, por alguna razón que no es demasiado comprensible, hay alguien para poner algo de sentido común donde no hay más que fuego.

Mientras tanto, la vida se abre paso. El primer amor, que se lucha con la discreción y la capacidad como armas de seducción, se halla ahí mismo, en el siguiente pupitre. La travesura en una tienda se utiliza como excusa para emprender una carrera que parece todo un ensayo. La turba tratará de enganchar con su inefable bobería de palos, gritos y piedras y aún no hay suficiente personalidad como para decir que no. Da igual que seas católico, protestante o anticristo vegetariano. Si se es bueno y alguien te quiere, siempre será bienvenido. Lección de vida ante un blanco y negro que sólo se convierte en color cuando entra en el territorio de los sueños. Y ahora, en la paz, en la aceptable armonía que ha dejado de lado la fe como pretexto, también parece que las cosas, bajo los ojos de ese niño que ha crecido y ha aprendido a mirar, también tienen algo de contraste. En la noche, en el agua, en la luz de las calles y en un recuerdo que obligó a no mirar atrás.

Y es que es posible que no sea fácil volverse hacia los años de furia y comprobar que hubo mucho cariño y que, a pesar de todo, la única solución fue marcharse. Un abuelo, nos guste o no, siempre es un filósofo. Una abuela, es un pozo de incomprensiones que también se puede tornar en voz de la conciencia. Un padre, es el amor eterno mantenido a pesar de haber cometido algún que otro error. Una madre, es cierta ingenuidad en algunas de sus acciones, pero siempre bajo el móvil de querer con todo y sobre todos. Mientras, el niño, de lógicas sorprendentes y habilidades sin soberbia, se maravilla con la fantasía, con el cine de siempre, que exhibe su blanco y negro apasionante,  o su color refulgente, con el teatro como expositor de sentimientos, con un detergente biológico, o con la simple aceptación de un destino que, como niño, no desea. Todo ocurre allí, en Belfast, donde, una vez, pareció que los sueños no se iban a cumplir, donde hubo desprecios y delaciones, donde hubo más odio que ternura. Allí, en una calle en donde convivían católicos y protestantes y todos tenían una relación de vecinos, cuando menos, cordiales. Ayudándose mutuamente. Comprendiéndose. Sin más preguntas. Sin buscar respuestas. Sólo porque todos eran de la misma Irlanda. Esa misma que Kenneth Branagh nos presenta en blanco y negro, con depósitos de coche a punto de explotar, con barricadas para controlar la entrada y la salida de la gente, como si a la vuelta de la esquina pudiera haber alguien pidiendo el carnet de santidad para decidir si la muerte es lo más conveniente. Allí, en una puerta en la que cantarán el Danny Boy sin ningún recato, en un lugar en el que las divisiones largas aún se harán más eternas y en el que el olor del mar parece mezclarse peligrosamente con el de los cócteles Molotov. Branagh habla de su amor eterno. Aquel que tuvo que abandonar porque nadie puede vivir entre el cielo y el infierno y quedarse justo en medio.

6 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Decías ayer: "...Ni una sola de sus películas, desde entonces, me gustó...".

En el artículo de hoy, maravilloso como siempre, no se vislumbra si esta película ha roto la máxima.

A mi me apetece mucho verla. La crítica la critica porque es como muy tierna y bella y eso es como tramposo y sentimental. Todos dicen que les gusta pero que no les gusta. Hay quien habla incluso de un "Roma" de entorno irlandés. Sin verla me parece que ese alguien no entendió "Roma" en absoluto.

En fin, intentaremos verla y comentar lo que nos sugiere.

Abrazos con una Guinnes

César Bardés dijo...

En parte, porque no quería desvelar lo que me pareció esta, que me parece, sencillamente, una película encantadora. No es que sea amable (yo creo que hay mucha amargura en el relato), pero sí me parece una excelente película, en la que se mezcla también algo onírico porque los recuerdos de un niño suelen tener algo de onírico. En cualquier caso, está muy alejada de Roma, salvo por el blanco y negro. El entorno no tiene nada que ver y yo no te diría que es una película bella (Branagh huye bastante de exhibicionismos), pero sí que es bonita sin llegar a ser una "feel good" movie.
También hay que recalcar que el artículo puesto ayer fue escrito en marzo de 2021...
Abrazos con escudo.

dexterzgz dijo...

Pues ya me hubiese gustado a mí presentarme esta mañana y decirme que la película me ha parecido excelente y encantadora como a ti, pero va a ser que no. Y me da rabia doblemente, por ti y por Branagh que ya ha quedado bastante claro estos días por aquí es un tipo que siempre me ha caído especialmente bien.

Por supuesto, Branangh es muy dueño de revisar su propia infancia desde la mirada inocente e ingenua de su protagonista. Se diría que buscando en el espectador una especie de catarsis emocional, catarsis que en mi caso nunca llega a producirse.

Y es que por mucho John Ford, por mucho Gary Cooper, por mucho Van Morrison del que eche mano, Branagh no consigue que me meta en su mundo, que reconozca a sus personajes o que me resulten empáticos, más bien me resultan bastante estirados; el único que me transmite algo de ternura es el de Judi Dench, ni siquiera el del abuelo que despierta las mayores alabanzas y cuyos consejos en mi opinión son el fondo bastante simples e instalados en el más común de los lugares.

También creo que esa ingenuidad del protagonista acaba contagiándose al resto de la película y que Branagh no acierta en dibujar bien el contexto y el coro griego necesario para toda tragedia que se precie. La idealización de la familia tapa todo lo demás, y eso sí me parece algo de trampa, porque ya desde su mirada adulta, Branagh decide lo que tiene que salir en plano y lo que no (¿cómo es posible que en ningún momento de la película, ni siquiera en los noticiarios de la tele, salga una sola mención del IRA?).

Son pequeños detalles, pero que acaban chirriándome. Como el dibujo demasiado idealizado de los padres. Qué guapos James y Catriona, si hasta parece que cada vez que él se va a Londres se va a cerrar un trato en la City y no a poner ladrillos.

En definitiva, yo aspiraba a que los recuerdos de Branagh me conmovieran, y solo consigo verlos con distanciamiento y hasta a ratos con indiferencia. Qué rabia, tú.

Abrazos desde el lado luminoso del camino

César Bardés dijo...

Yo no creo que busque ninguna catarsis. Ningún momento de la película es de una emoción como para saltarse las lágrimas. Durante todo el rato, la mirada que impera es la del niño y ahí es donde posiblemente está la trampa. Si te acercas a esta película con la mirada adulta, probablemente salgas trasquilado, porque todo está contado, no desde el punto de vista de un niño, sino desde el punto de vista de tus recuerdos como niño, por eso está ese aire onírico que he comentado a Carpet.
Judi Dench está soberbia, sin duda (¿cuándo no lo está?) pero también creo que Ciaran Hinds lo está. Tú dices que los diálogos son bastante simples y yo no lo creo tanto. La táctica en la que el abuelo insiste para que conquiste a la chica no deja de ser curiosa (sé más brillante y te sentarás junto a ella). Por lo demás, todo el retrato está basado más en sensaciones memorísticas que se quedan impregnadas cuando eres niño. ¿Que no sale ningún comentario sobre el IRA? Bueno, ellos son protestantes y, con una valentía bastante encomiable, también dice que parte de la culpa era de los violentos unionistas que no aceptaban la actitud de los católicos cuando todos eran compatriotas. Ese conflicto, creo yo, nos toca bastante de cerca. Y, de hecho, es bastante nítida la sensación del niño cuando se ve arrastrado a la manifestación por culpa de esa prima tóxica. ¿En manos de quién estaba la televisión norirlandesa? ¿Crees que hacían mucha propaganda del IRA?
En cuanto al dibujo demasiado idealizado de los padres. Efectivamente, así es. ¿Quién no ha idealizado a sus padres? Y es más...cuando ya no están...¿quién no se queda con el dibujo idealizado de sus padres? En mi caso, es así. Mi padre era el ideal. Ninguno podía superarle. Era un hombre que lo resolvía todo y lo resolvía ya, que destacaba porque siempre estaba en su pensamiento no hacer mal a nadie. Y que, curiosamente, también cuando se apuntaba aglún conflicto catalán, prefería quedar al margen diciendo orgullosamente: "Yo soy catalán, y también español".
Probablemente ese distanciamiento e indiferencia que sientes es porque (a mí también me pasa en muchas ocasiones) ya ha pasado mucho tiempo desde que fuimos niños.
Abrazos de San Patricio.

dexterzgz dijo...

No sé si me estás llamando viejo, pero en cualquier caso, te recuerdo que soy unos años más joven que tú ;)

En cualquier caso, eso que dices tú al final no me pasa viendo "Roma" de Cuarón o incluso "Fue la mano de Dios" de Sorrentino. Vale, te hago trampas, porque te he citado dos ejemplos que tal vez estén contados desde la perspectiva adulta.

Pero me sigo quedando prendado cada vez que veo "Días de radio" por ejemplo que creo que encajaría más. Tal vez Woody aplica también una perspectiva adulta, pero también hay algo de esa idealización infantil, y que yo recuerde a su padre no lo interpretaba Jamie Dorman.

De todas formas, creo que esto va de transmitir sentimientos y por tanto es algo muy personal, y o te llega o no te llega. Y a mí no me llegó, y me da rabia porque me hubiera gustado mucho que me llegara.

Abrazos protestantes

César Bardés dijo...

Sí, pero la madurez se empieza a notar...jejejeje...
Evidentemente, los dos ejemplos que me citas son miradas adultas sobre algo que realmente pasó. Lo de Branagh ni siquiera es la mirada de un niño. Es la mirada de un adulto sobre sus recuerdos, posiblemente muy idealizados y transformados por el tiempo y por la personalidad, de niño.
Días de radio también es una perspectiva adulta. Y, por supuesto, también hay algo de idealización (recuerda la especie de decepción que se lleva cuando comprueba que su padre es taxista). La inteligencia de Woody Allen es que es una mirada también de recuerdos, filtrados a través de la radio. No creo que un niño pensara en el polvo que echa Mia Farrow en la azotea, por ejemplo. Ese es Woody Allen ya crecidito.
Por supuesto, la película no te transmite. Eso es absolutamente respetable, faltaría más. También es que tenemos una tendencia a esperar mucho de películas que son muy pequeñas. Afinando un poco, "Belfast" podría hacerse en teatro, con el único escenario de la calle.
Abrazos católicos.