martes, 1 de febrero de 2022

LA TRAMPA (1959), de Norman Panama

Volver a las raíces siempre levanta recuerdos que quedaron enterrados por el tiempo. Ralph Anderson regresa y las cosas han cambiado demasiado. Él trabaja para un gángster y ha sido enviado para reconocer el terreno y despejarlo todo para organizar la salida clandestina del país de su jefe. Sin embargo, Ralph se encontrará allí con todo lo que ha dejado atrás y que no quería encontrar. Por allí, por supuesto, anda su antiguo amor, aquella que aún le recuerda que hubo algo en su corazón, y que ahora es la mujer de su propio hermano. También está su padre que sigue ocupando el cargo de sheriff local. Ralph ha anidado en el cinismo y allí no le vale. Debe recolocar su conciencia y le va a costar mucho trabajo porque ha abandonado los escrúpulos por el camino. La vida le ha zarandeado y le ha dirigido y no en el mejor sentido. Ralph hará que cambien las cosas. Puede que sea una última oportunidad para demostrar que aún es un hombre.

La desolación parece que es el cielo habitual de ese pequeño pueblo en medio del desierto de California. Y es el escenario ideal para que el hijo pródigo regrese con la muerte y la destrucción. Ralph estudió leyes cuando salió de allí y se vendió al dinero y al interés. Es hora de reparar daños y reconstruir vidas. Tendrá que lidiar con los celos de su hermano y el recelo de su padre. El desastre está muy cerca y Ralph deberá sortear muchos peligros. La psicología y la sorpresa rodearán su raciocinio. Y habrá que usar parte de lo que ha aprendido en los bajos fondos para que su ética permanezca a salvo a pesar de que ya está medio ahogada. Lo va a tener difícil. Y la trampa es para su jefe y para él.

Richard Widmark protagonizó y produjo esta película que se mueve dentro del género negro salpicado con unas gotas de inoportuno melodrama. Aún así, es una buena historia, con excelentes trabajos del propio Widmark, de Lee J. Cobb en la piel de ese mafioso que trata de huir de la acción de la justicia y de Earl Holliman como el hermano del protagonista. La dirección de Norman Panama es acertada y muy alejada de sus habituales incursiones en la comedia, armando un suspense muy interesante en el que siempre se interpone el dilema moral. La bajeza se mezcla con habilidad entre los tortuosos caminos de la neurosis y, a pesar de algunos tópicos, la película se precipita por abismos de oscuridad realmente inquietantes. Algo de lejos parece como si estuviera respirando el mismo polvo que aquella maravillosa Conspiración de silencio, de John Sturges.

La tensión se puede cortar con un cuchillo mientras Ralph trata de solucionar el hecho de que su familia ha atajado el paso a la Mafia. Las amenazas casi son silenciosas y el pasado parece aliarse con los tipos con un bulto sospechoso debajo de la axila. El enfrentamiento es inevitable y todo parece que se cae y se resbala entre los dedos como un puñado de arena del desierto.

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