martes, 22 de febrero de 2022

ESCÁNDALO EN LAS AULAS (1962), de Peter Glenville

 

Quizá el alcoholismo tuvo algo que ver con aquella decisión de no ir a combatir. Pasados los años, eso está pasando factura en la carrera del Profesor Graham Weir y sigue dando clase de lo mismo, a distintos chicos que parecen los mismos, en la misma escuela de siempre. Todo el mundo le mira con cierto desdén. El director de la escuela, sus alumnos e, incluso, su propia esposa. Dentro de él han habitado demasiados miedos, demasiadas inseguridades y demasiadas incertezas. La vida le pasó por encima y no supo agarrarse a ella. Dejó que siguiera de largo y ahora la tiza es muy aburrida, aunque su inteligencia sigue más o menos incólume. Y aún va a haber un problema mucho mayor.

Una alumna sí que le aprecia. Cree que es un profesor brillante, con cierto atractivo, con mucho encanto dentro de su aparente timidez llena de gestos cálidos. Weir se preocupa de ella y quiere que la chica progrese en esa aburrida escuela de ningún lugar de Londres, pero los términos se confunden y ella cree estar enamorada de él. Weir, con mucha delicadeza se disculpa y ofrece un gentil rechazo. Y ése es sólo el primero de los problemas porque la mente infantil de esa adolescente no dudará en inventarse una mentira sexual para ponerle en aprietos. Si Graham Weir rehusó ir a la guerra, ahora va a tener una particular.

Es fácil escoger como presa a un hombre que se sabe perdedor. Él escogió un camino difícil a pesar de que todo el mundo crea que fue a lo más sencillo. Sacrificó sus ideales en el fondo de un vaso de whisky a cambio de la más ingrata de las tareas dentro de la enseñanza. Cree en su trabajo y, sin duda, es un hombre de principios porque, incluso, llegó a ir a prisión por objetar su reclutamiento. Y, sin embargo, lo creen débil cuando guarda una enorme valentía en su interior. Las personas que se dejan manipular no siempre son las más cobardes aunque, tal vez, sí que sean presas de la confusión. Sólo les hacen falta agallas y quizá sea así porque es su elección. Al fin y al cabo, ser lo que los demás quieren que seas no siempre es el camino más recto hacia la felicidad. En esta ocasión, Graham Weir es un personaje que vive en un mundo de tristeza porque nadie ha sabido leer en él…y la única persona que lo ha hecho es una niña de quince años que sueña con vivir un romance.

Laurence Olivier da un par de lecciones dentro del personaje de Graham Weir, acosado, fracasado, llevando el peso del mundo sobre sus hombros porque no le queda ninguna otra salida. Simone Signoret es su mujer, sin confianza, sin ánimo, sin ninguna esperanza sobre él. Sarah Miles es la chica que necesita ayuda y, cuando la encuentra, cree que el amor está en todas partes y hará todo lo que esté en su mano para conservarlo. Terence Stamp es el alumno conflictivo, odioso, despreciable y despreciativo, isla de juventud agónica en un mundo de adultos gris y feo que le espera con los brazos cerrados. Tras las cámaras, Peter Glenville, con sobriedad y estilo grabados en la pizarra. Y los espectadores, atentos, no sea que, en un momento dado, el profesor se dé la vuelta y haga la pregunta que todos nos tememos.

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