miércoles, 2 de febrero de 2022

MORIR TODAVÍA (1991), de Kenneth Branagh

 

Las dos partes de una misma persona. Esa unión que nada puede romper. Salvo, quizá, la mirada demasiado inquisidora de aquellos que creen poseer algún derecho sobre las personas. El espíritu siempre busca algún cuerpo y los tormentos de aquellos días en que se destruyó lo que parecía irrompible regresan con las repetitivas imágenes de una tijeras hendiendo la carne indefensa y, también, aceptando la muerte porque ya no queda nada por vivir. Sin embargo, habrá intereses en juego porque, tal vez, el responsable de la tragedia no está muy dispuesto a que todo se descubra, aunque hayan pasado más de cuarenta años. Maldito detective entrometido, maldita amnésica que ha perdido el habla. Los titulares de los periódicos con el crimen de los Strauss aún resuenan en el destino de quienes no merecieron vivirlo y es posible que no haya respuesta al enigma más allá de las propias tijeras. Esas mismas con las que, matando a una persona, se acabaron con dos. Las dos partes de una misma persona.

El tiempo trata de enterrar todo el dolor y el olvido suele ser un visitante que no se queda mucho. Encontrar personas desaparecidas es la especialidad de Mike Church y, en este caso, no va a querer que la persona que ha encontrado desaparezca. Ella es tan luminosa como una ópera, tan encantadora como una melodía de jazz, tan intensa como una pieza sinfónica y encaja tanto con él que merece perderse entre las notas de un pentagrama para encontrar toda la lógica de un asunto demasiado difícil de entender. La hipnosis puede traer algunas respuestas y, ya se sabe, los sueños no se controlan. Un psiquiatra caído en desgracia tampoco está muy acertado y los miedos salen a la luz, desafiando al negativo de la oscuridad. Sí, es morir todavía, es seguir muriendo desde que el amor fue cortado de raíz por unas tijeras. Nadie supo el cómo, pero todo el mundo se apresuró a condenar al eslabón más débil.

Kenneth Branagh dirigió esta película con acierto, midiendo bien unos tiempos que, ya desde hace algunos años, parece que ha perdido tras las cámaras. Con él mismo de protagonista y ayudado por un reparto excepcional que incluye a Emma Thompson, Derek Jacobi, Robin Williams, Andy García y Hanna Schygulla, el director visita a Agatha Christie, a Alfred Hitchcock y al cine negro con equilibrio y mesura, sin dar pasos de menos aunque sí alguno de más. Fue un tiempo en el que parecía que el talento no quería irse de su lado.

Y es que no hay nada como hacer frente a los traumas para que ella vuelva y recuerde. Tal vez porque ella sea él y él, ella. Aún así, hay tiempo para soñar que se vuelve a una mansión en la que debió habitar el amor y sólo hubo muerte y celos, decepción, engaño y descuido. Tal vez porque las dos partes de una misma persona no deben desconfiar, ni alejarse, ni echarse a un lado, ni buscar otros paisajes para mirar. No saben que la felicidad, a pesar de las dificultades, está ahí mismo, a su lado.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Yo es que me había quedado prendado de "Enrique V" y esta vuelta de tuerca hitchkotiana me dejó un poco a medias. Recuerdo que en su día fue bastante maltratada y que Brannagh pagó su osadía de intentar presentarse como un nuevo Orson Welles que tocaba todos los palos. Tengo que decir que, independientemente de todo eso, el muchacho siempre me ha caído muy bien. Y que luego recuperé mi fe en Kenneth con "Los amigos de Peter", una peli simpática, aunque la revisé no hace mucho y el tiempo no la ha tratado muy bien. Y sobre todo con Shakespeare, especialmente con sus adaptaciones menos ortodoxas, caso de "Trabajos de amor perdido" o "Hamlet" que a mí me parece insuperable.

Cierto es que el chico últimamente anda algo perdido, no sé a ver si mañana me reencuentro con él en Belfast. Ya te cuento.

Abrazos amnésicos

César Bardés dijo...

A mí me pareció una vuelta de tuerca muy interesante. Quizá le pongo alguna pega que otra al final con las tijeras y eso, pero el desarrollo de la película, con ese suspense psicológico, la hipnosis y demás, me parece realmente interesante. Branagh siempre me ha caído muy bien y, es verdad, siempre ha subido muchos enteros cuando se ha dedicado a Shakespeare porque se nota que lo conoce, que lo ha estudiado y que sabe el sentido de cada una de las palabras del bardo inmortal. Fue a partir de "La flauta mágica" cuando Branagh comenzó a perder el rumbo y se convirtió en un director más, uno de esos con una cierta aureola de prestigio pasada que hacía productos de encargo solo y exclusivamente para hacer caja. Ni una sola de sus películas, desde entonces, me gustó. Mañana, eso sí, hablamos de "Belfast".
Abrazos sin tijeras.