La idea cae por
casualidad en los oídos de una patrulla de tipos en el frente francés. Hay
dieciséis millones de dólares en oro guardados en un banco en un pueblo
perdido. El único problema es que está detrás de las líneas enemigas y hay tres
tanques guardando la entrada. Pan comido para hombres con iniciativa. Y en eso,
Kelly es un maestro. Sabe dónde está el oro. Sabe quién puede ayudarle. Sabe
montar una misión privada sin que se enteren los mandos. Sabe conseguir apoyo
de morteros y tanques. Lo mejor de todo es que, a pesar de algunas sospechas,
ninguno de sus aliados es excesivamente ambicioso y todos trabajarán para que
el robo salga bien. Aunque no sea exactamente un robo. Aprovechando que el oro
pasa por detrás, la patrulla privada de Kelly va a abrir una brecha en el
frente. Y eso va a llegar a oídos de un general deseoso de gloria. Y también
hay una brigada de pontoneros por ahí, trabajando a destajo con tal de
conseguir un pellizco. Las campanas del pueblo redoblan. Y ahí están los héroes
de Kelly, que hace un triunvirato de entendimiento mutuo con el responsable de
Big Joe y con el loco de Oddball. Al fin y al cabo, al éxito se llega como se
llega a todo en esta vida. Negociando.
Por el camino, habrá
tiempo para dejar algún que otro compañero atrás y también para el humor.
Algunos de los hombres no son demasiado inteligentes, pero no importa. Son
buena gente y están dispuestos a dejar salir humo de sus ametralladoras con tal
de salir de Francia con equipaje extra. Esto es una misión suicida, pero quizá
sea para los demás. La patrulla de Kelly va a atravesar medio país, va a estar
acompañada de un tanque Sherman trucado con un alargador de cañón falso para
asustar a los contrincantes y hay que mantener pensamiento positivo, hombre.
Deja tus pesimismos en otro sitio, hay que creer, si no crees, no llegas a
ningún sitio, ni siquiera a ese banco en el que, no se sabe por qué, los
alemanes han almacenado unos kilitos de oro muy golosos.
Brian G. Hutton dirige
esta película con acierto, en un género que él dominaba a la perfección, con un
reparto muy seguro en el que destacan Clint Eastwood, Telly Savalas, Don
Rickles y, sobre todo, un maravillosamente anárquico Donald Sutherland. Como
nota negativa podemos apuntar el histriónico general que encarna Carroll
O´Connor, que debió creer que la mejor manera de dar un tono cómico era pasarse
de rosca. En cualquier caso, la película es divertida, fresca, llena de acción,
con secuencias bélicas bien rodadas, con diálogos hilvanados con maestría y con
el entretenimiento por bandera. No es poco para una historia que algunos, en la
época de su estreno, llegaron a tildar de poco seria y de juguetear con la
liberación de Francia para glorificar a unos ladrones. Tonterías. Esos sí que
no tenían pensamiento positivo. Se disfruta, se ríe, se acompaña y se desea ser
uno más de esos héroes que abren una brecha en el frente y, de paso, se llenan
los bolsillos. Unámonos.
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