No cabe duda de que el
sentido del humor es un arma muy poderosa. Más aún si se trata de defender el
espacio vital propio. Y aún más si ocurre en el espacio reducido e ideal de un
cuartel en el que hay de todo menos amor. La guerra espera al fondo, pero
Eugene Jerome tiene esperanzas para no ir. Quizá el servicio militar le ofrezca
otras posibilidades nimias como deshacerse de la virginidad y mostrar su
inigualable potencia sexual, o ser el objeto de humillación de un sargento que
parece que en su bocamanga tiene los galones cosidos con hilo de esparto. Sí,
es una oportunidad única para que Eugene se cubra de cieno hasta las cejas y
pruebe el fruto prohibido sin saber muy bien dónde colocar las piernas.
Neil Simon era Eugene y
ésta, Desventuras de un recluta inocente,
conocida teatralmente como Biloxi Blues,
es una de las partes de su trilogía personal en las que rememora sus
inquietudes como niño, como joven y como aspirante a autor teatral. Ahí están
sus extraordinarias obras Mi querida
familia y Destino: Broadway para
completar el tríptico en el que habla de sí mismo, de sus sueños, de sus
alegrías, de sus tristezas, de sus logros y también de sus fracasos. Y siempre
con sentido del humor, riéndose de las situaciones, del permanente aprendizaje
al que nos somete la vida sea cual sea la situación y la edad. En Biloxi Blues relata su servicio militar
y su entrenamiento en Mississipi a la espera de ser enviado al frente con el
mismo protagonista que encabezó la versión teatral, Matthew Broderick, perfecto
como ese joven brillante, algo torpe, ridículo y genial que debió ser Neil
Simon en su juventud.
Y es que no hay nada
más estúpido que un púber vestido de soldado, jugando a las batallitas con unas
armas que no comprende ni desea, en un ambiente extraño y tratando, por todos
los medios, de pasar el período de instrucción en el patio de armas que supone
siempre una cama. Y, por supuesto, el ingenuo Eugene-Neil probará por primera
vez lo más parecido al amor.
Por el camino, Eugene
va a a tener que aprender también a convivir con sus refinados compañeros de
cuartel mientras atraviesa los charcos del rigor castrense mientras intentará
conservar, como un tesoro, su ilusión por escribir, su inspiración y su
talento. La sensación, al final, es más o menos la misma que la que cualquiera
ha sentido cuando, por fin, se le da la libertad y el período termina. No hay
nada que se pueda parecer a eso, con una buena mochila de experiencias a la
espalda y todo el futuro que se abre por delante. Y, de paso, también
disfrutamos de una buena película, con algún que otro toque dramático, con un
competente reparto y una dirección correcta que, además, fue un clamoroso
fracaso en su estreno sin darnos cuenta de que es todo un pasaje por las
experiencias iniciáticas de un joven que sueña con tener éxito en un entorno en
el que todo invita al fracaso. Y el entretenimiento nos rodea con brazos tan
suaves que dejar de verla y salir al mundo exterior va a resultar muy duro.
2 comentarios:
¡Buenísimo...Voy a buscarla en español
No te arrepentirás. Pasarás un buen rato. Y tiene un par de escenas que son realmente tronchantes.
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