martes, 14 de abril de 2020

SALVAD AL TIGRE (1973), de John G. Avildsen



Un día y medio en la vida de Harry Stoner es casi toda una razón a la que aplaudir cuando se tiene ocasión de verla. Quizá no ha sido un tipo con demasiada suerte. Ya se sabe. Primero vino la guerra e ir a combatir a algún campo de batalla desquiciado con las balas silbando alrededor. Y aún así, su actitud se podría comparar a la del tigre porque nunca dejó de soñar en aquellos días de furia y sangre. Creyó que podría llevar adelante un proyecto de vida a través de un negocio que, sin duda, crecería con el tiempo. Pero todo se ha ido despedazando poco a poco. Está cansado de luchar…aunque no baje los brazos. No sabe qué rumbo tomar ahora que su empresa está a punto de ir a la quiebra. Puede salvarla, pero si lo hace, tendrá que renunciar a todos sus convencimientos morales. Y no es fácil para un hombre como Harry enfrentarse a ese dilema. O toda una vida de trabajo, o toda una vida de convicciones. Siempre creyó que la honestidad era suficiente como para vivir…siempre que hubiera un trabajo sólido que la respaldase.  Y la única verdad es que el mundo ha cambiado demasiado desde que se forjaron aquellos sueños de prosperidad y estabilidad. Ya no hay nada seguro, ya no hay nada a lo que agarrarse. Todo es corrupción moral dentro de una sociedad a la que Harry no está muy seguro de pertenecer. Incluso la locura parece que asoma tímidamente en su mente aunque trate de apartarla a manotazos. Lo que está claro es que, igual que el tigre, Harry no se va a rendir así como así. Pervivirá, supervivirá, vivirá. Sólo por mantener la mirada objetiva sobre el más oscuro de los futuros.  
Son tiempos de provocación, de mediocridad, de cansancio agotador, de lucha inútil y de principios destruidos. Y el grandísimo Jack Lemmon, con sus expresiones, sus posturas, sus diálogos y su creación al más alto nivel, nos introduce en la piel de este luchador que se sitúa entre la espada de los negocios y la pared de sus creencias morales. El resultado es uno de esos en los que el actor se eleva por encima de la película y la sobrevuela, con una sabiduría excepcional y única. Y tenemos el convencimiento de que, en el interior de su personaje, las cosas no son como las habíamos imaginado, de que la derrota acecha en cualquier vuelta de esquina, de que nos podríamos quedar pegados al asfalto si dejamos que todo nos devore y nos anule. Por esa y por muchas razones más, es necesario salvar al tigre, al hombre de clase media que no deja de ponerse la ropa de combate cada mañana, intentando encontrar soluciones a muchos, muchos problemas y tomando cientos de decisiones diarias con las que el más mínimo fallo puede significar el fracaso. Y ése, quizá, sea el mayor de los miedos. Tal vez sea una película para ver muy de cerca con la mediana edad, cuando el perro está dormido, la luz es muy tenue y reina el silencio por toda la casa. Así veremos cuán cerca podríamos estar de alguien tan al borde del abismo como Harry Stoner.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Casualmente el otro día revisé "Así es la vida" en la que Jack Lemmon interpreta a un personaje igual de neurótico que este. La verdad que son dos películas perdidas y olvidadas, pero son maravillosas ambas. Y Lemmon era un actor extraordinario, puede que no fuera apto para todo tipo de papeles, pero era un seguro de vida para cualquier director.

No sé como hubiese llevado este Harry Stoner la actual situación de confinamiento. Lo mismo se hubiese ya tirado por la ventana. Siempre nos quedará el cine como tabla de salvamento.

Abrazos en crisis

César Bardés dijo...

Lo de Jack Lemmon era de otro planeta. Sí que en "Así es la vida" interpreta a un neurótico, igual que este, pero, será que soy un poco tontorrón,pero creo que es muy diferente el matiz entre uno y otro. Eso, en definitiva, es lo que distingue a los grandes actores. Siempre son diferentes aunque siempre sean el mismo.
Harry Stoner, en esta situación de confinamiento, probablemente ya se hubiera vuelto loco (no digamos el neurótico de Lemmon en "El prisionero de la Segunda Avenida"), pero, sin duda, hubiera dado un buen repaso a su conciencia antes de tomar cualquier decisión.
Abrazos de tigre.