Mañana, día 1 de mayo, festividad del trabajo, no habrá artículo. Volveremos de nuevo el martes 5 para seguir hablando sobre cine y recomendar tantas películas que aún quedan por ver. No dejéis de hacerlo.
Puede que el desierto
no sea el lugar más indicado para un hombre que siempre ha destacado por su
falta de iniciativa. Tal vez, la única decisión que tomó a conciencia fue la de
alistarse en el ejército para combatir en el frente. Todo lo demás ha sido una
continua espera en su destino. Nunca pudo escribir la novela con la que soñaba.
Nunca fue capaz de declararle su amor a la chica de la que estaba enamorado.
Incluso cuando se alistó, pudo pedir el ingreso como oficial y prefirió ser soldado
raso por el pánico que siente a tomar decisiones. Sin embargo, allí, en la
nada, en las noches heladoras y los días inundados de calor, aprenderá a ir
hacia adelante con todo. El ejemplo lo tenía ahí mismo, en un sargento
resabiado, de esos que parece que han estado en mil guerras y han sobrevivido a
todas. En ese tipo que podría haberse cogido la jubilación del ejército y estar
descansando en el salón de su casa y que ha preferido estar en el frente,
intentando salvar las vidas de los soldados a su cargo y poniendo eso por
encima de todo. Quizá ése sea el secreto de la inmortalidad.
Las situaciones
desesperadas son las que descubren a los mejores hombres y Colin Spencer debe
tomar el mando en determinado momento. Y, a pesar de que vacila, intenta
siempre imaginar qué es lo que hubiese dicho o hecho ese sargento que tanta
confianza tuvo en él. Las tormentas de arena no le podrán detener. Tampoco las
noches emboscadas en un oasis que contiene el agua que han agotado. Ni siquiera
las afirmaciones agoreras de un maldito compañero van a poder con su moral.
Colin se lo pensará, con calma, con el sudor en la piel y el miedo pegado al
cuerpo, pero actuará porque es la única salida para volver a estar frente a la
mujer que ama y decírselo cara a cara. Adelante, siempre adelante. Y con la
sorpresa en la recámara. No regresarán todos, pero el intento habrá merecido la
pena.
Henry Fonda consigue
transmitir la angustia que siente Colin Spencer al tener que liderar a unos
pocos hombres que sólo quieren sobrevivir. Thomas Mitchell habla con los ojos
de ese sargento que es guía en todo lo que ha hecho y parece que vuelve de
entre los muertos para seguir cuidando de su pelotón. Maureen O´Hara,
bellísima, sólo espera que ese chico tímido y que se menosprecia a sí mismo
consiga reunir el suficiente valor para acabar con los alemanes y empezar con
su amor. John Stahl logra una película llena de originalidad y talento, con una
emboscada imposible en medio de una tormenta de arena como secuencia a
recordar. Y, mientras tanto, Colin Spencer va a tener que trabajar muchísimo
para ser todo un hombre.
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